Siempre que oigo, leo o veo cualquier dato relacionado con la sonda Cassini sé que van a ser como poco espectaculares. Esta no es una excepción, Science publicaba a finales de la semana pasada más datos que la sonda hace llegar desde el que, por lo menos en cuanto a aspecto, es uno de los planetas más peculiares del Sistema Solar.
Cassini lleva ya seis años orbitando en torno a Saturno, y desde entonces ha ido cambiando progresivamente la manera de entender dicho planeta y ha permitido conocer mucho más acerca de los famosos y espectaculares anillos. Durante mucho tiempo se pensó que eran una estructura rígida que se disponía de manera aplanada en torno al orbe, ahora sabemos que están compuesto por grandes pedazos de hielo, de tamaño muy variable y que se mueven de manera muy aleatoria, a veces coordinada y a veces chocando violentamente entre ellos. Pese a ser de hielo, ese color rojizo podría deberse a restos de óxido de hierro, algo parecido al color que toma un clavo o cualquier otro objeto de metal al oxidarse a la intemperie.
Otra alternativa, aún más interesante, es la de que dicho color rojizo podría deberse a pequeñas moléculas orgánicas, anillos de carbono similares a los que podemos encontrar en los tomates y otros vegetales y que les confieren ese color específico (los carotenoides. Estos restos orgánicos podrían venir de otros más grandes y habrían sido desplazados por meteoritos.
También se ha observado que durante el equinoccio, cuando los rayos de sol inciden directamente sobre el filo de los anillos, de manera perpendicular, estos, que normalmente son de apenas unas decenas de metros de grosor, multiplican el mismo llegando a ensancharse unos 2.000 kilómetros.
Saturno es 10 veces más grande que La Tierra y tiene una atmósfera magnética muy particular, gira dos veces y medio más rápido que ella y está compuesto principalmente de hidrógeno, en vez de roca (aunque el núcleo sí es sólido). En esa atmósfera magnética la sonda Voyager en los 80 detectó una enorme tormenta, más grande que nuestro planeta y que la Cassini ha vuelto a detectar, por lo que sigue ahí por lo menos desde hace 30 años, cuánto tiempo lleva y cuándo se originó sigue siendo, de momento, un completo misterio.
Pero lo que más ha sorprendido ha sido la cantidad de actividad en forma de truenos que hay en el planeta, los receptores de radio han captado los tremendos estruendos de los mismos y se ha averiguado que aparte de esa enorme supertormenta hay otras que se producen frecuentemente y que llegan a durar varios meses.
La muerte de la sonda Cassini será tan espectacular como poética, se estrellará en 2017 contra el planeta en torno al que llevará, por aquel entonces, 13 años orbitando, aportando una última y desesperada señal que nos permita comprender un poco más los enormes secretos que se esconden tras el el gigantesco planeta.
Fuentes: TG Daily | io9 | Público
Fotos: io9