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Continuamos con nuestra serie dedicada a los grandes fracasos de Apple que hicieron posible a su vez sus grandes aciertos. En esta ocasión le toca al Macintosh Portable. ¿Quién no es capaz de apreciar un MacBook Pro cuando lo tiene entre las manos? O incluso un MacBook blanco causa admiración entre los desconocedores del sistema Mac OS X. Pero antes de que estos hermosos portátiles existieran hubo otros que no lo fueron tanto.

Como antecedentes, tenemos que decir que la era de la miniaturazción no es tan antigua, y si bien la evolución que han seguido los móviles en este asunto son un claro ejemplo de ello no es el único existente. Los portátiles pasaron por un proceso de encogimiento parecido que Apple también quiso andar con su Macintosh Portable.

Breve repaso histórico

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En 1989, Apple dio a luz su primer intento de llevar sus ordenadores con la filosofía "sencillo de manejar" al mundo portátil. Se trataba, en su primera versión, de un ordenador de disposición física extraña que utilizaba el procesador 68HC000, una versión de bajo consumo del Motorola 68000, corriendo a 16 megahercios en un bus también de 16MHz.

Traía 1 MB de RAM integrada en la placa base ampliable hasta 5 MB usando la única ranura de expansión de memoria RAM, o 9 MB usando una ranura de expansión. Y poseia 256K de ROM con una ranura de expansión que podía albergar hasta 4 MB.

El portátil Mac tenía una disquetera de las antiguas de 1,44 MB, y se ofrecía como opcional un disco duro interno y un módem interno. Hasta ofrecía un conjunto bastante completo de puertos para periféricos.

Qué lo hizo especial

Dos eran las cosas que lo convertían en una auténtica maravilla en aquella época. Primero la solucíon que se le dio al ratón, usándose para ello una rueda de desplazamiento que se ubicaba a un lado de la pantalla pero que podía colocarse a ambos lados del teclado también. Al parecer, no se escatimaron gastos en la construcción de la máquina.

Tal vez la característica más importante del portátil, la segunda a destacar, fue la pantalla LCD de matriz activa, que ofrecía un brillo comparable a un Mac de sobremesa.

Por qué fracasó

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Cabe preguntarse entonces qué fue lo que hizo que este dispositivo no se convirtiese en un hito dentro de la informática. Podemos mencionar varios factores envueltos en la cuestión.

Por un lado estaba su precio, unos 6.500 dólares, con lo cual el Macintosh Portable no podía ser un producto de éxito entre el consumidor medio.

Por otro estaba su peso, 15,8 libras (7,2 kilogramos), debido en gran parte a las baterías utilizadas. ¡Casi tres MacBooks actuales! Con ese calibre la máquina no podía ser considerada verdaderamente portátil.

Por último estaba el diseño, 4 pulgadas de grosor. Aunque la disposición de la tapa era muy inteligente, realmente no era la disposición de concha actual. De hecho, tal como podéis ver en la imagen superior, no me extraña que algunos que viesen al usuario portando un Macintosh Portable no pensaran que estaba transportando un radiador.

Conclusiones finales

Pero podemos extraer una lección importante de todo esto. Como en el caso del Newton, es probable que este desarrollo fuese estrictamente necesario para que Apple a los pocos años lanzase el PowerBook que sí caló entre la gente.

La tecnología usada, la experiencia aprendida y los errores de precio, peso y diseño, fueron acicates para una solución mucho mejor que ha dado a luz décadas después a la gama actual.

Por esto último, hay que felicitar a Apple por el valor de sacar al mercado un producto así, a pesar de su fracaso.

Imágenes: MIR

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