Todos los coches tienen un pequeño cerebro para controlar los sistemas como los asistentes de seguridad, dispositivos multimedia, etcétera. El cerebro lo pone el conductor pero eso tiene fecha de caducidad con la conducción autónoma y comienzan a crearse empresas cuyo objetivo es desarrollar el cerebro de tu próximo coche.
NXP es uno de los candidatos mejor posicionados, un proveedor holandés que tiene experiencia en procesadores para radares, sistemas de visión y tecnología LIDAR por lo que su última creación: BlueBox no es más que un cerebro informático cuya función es controlar que todos estos sistemas funcionan como se espera que trabajen.
Con BlueBox recién presentado NXP se aventura de forma oficial a ser el cerebro del coche autónomo.
En el otro lado de la cancha se encuentra NVIDIA, un conocido fabricante de accesorios informáticos que vio hace años cómo el sector de la automoción precisaría de sus conocimientos y por ello muchos proyectos de coches autónomos cuentan con ellos. Tanto Nvidia y NXP se están poniendo en el centro de atención más de lo que estamos acostumbrados ya que son empresas que tradicionalmente han suministrado ingredientes y nunca la receta final.
Estos dos fabricantes esperan conquistar los corazones y el cerebro de los coches autónomos desde la fase 4 con el objetivo de permitir a las marcas de coches centrar sus esfuerzos en los coches y a los proveedores en sus piezas de apoyo al coche autónomo.
NXP tiene una pequeña ventaja: sus sistemas ya se usan en los actuales coches con sistemas semiautónomos como los asistentes de mantenimiento en el carril por lo que no depende al 100% de que el coche autónomo llegue al nivel 5, el nivel en el que el conductor se olvidará de conducir. Los responsables estiman que ya se ha alcanzado el nivel 3, que en los próximos años el 80% de nuevos vehículos equiparán este tipo de sistemas y progresivamente llegarán los niveles 4 y 5 de conducción autónoma.