Los sensores LIDAR actualmente son una de las piezas fundamentales para los coches autónomos, son sus ojos, y por ello hemos querido analizar su funcionamiento para entender mejor la tecnología tras estos radares.
LIDAR es un acrónimo de Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging y permite medir la distancia existente entre el emisor láser y el objeto empleando un haz láser pulsado. Esta distancia se determina midiendo el tiempo de retraso entre la emisión del pulso y su detección por el reflejo de la señal.
Los sensores LIDAR se emplean de forma habitual en geología y sismología.
En el caso de un coche estos sensores están montados sobre la zona superior del mismo para poder tener una visión de 360 grados sobre lo que sucede alrededor. Cada píxel de los sensores LIDAR de pulsos instalados en los coches registra el tiempo que tarda este pulso láser en recorrer la escena y rebotar en la cámara. Cada uno de estos píxels recoge muestras de esta corriente entrante tanto a nivel de fotones como de profundidad para poder enviar al ordenador que controla el coche imágenes en 3D del exterior del coche, la ubicación de las mismas y la intensidad de cada reflexión.
Este sistema de cálculo es directo y simple debido a la física empleada con la velocidad de la luz. Actualmente cada píxel es capaz de recoger hasta 44 muestras por cada impulso siendo lo más habitual situarse en el entorno de las 20 o 30. Esta cantidad de información es la que permitirá al coche autónomo tomar decisiones por lo que cuantos más impulsos puedan recoger los sensores LIDAR mayor información tendrá el ordenador para atajar problemas o tomar decisiones. El objetivo para los próximos años es alcanzar resoluciones de 300 puntos por píxel.
Todas las empresas que trabajan en mejorar los sensores LIDAR tienen dos objetivos: hacer los sensores más pequeños y ligeros y conseguir que capturen mucha más información. Continental presentó hace unos días sus nuevos sensores LIDAR que comienzan a solucionar estos problemas como la ligereza pero además han conseguido mejoras como la capacidad para representar mejor los objetos que están en ángulos oblicuos a la cámara, un bajo consumo de energía y la eliminación de partes móviles.
Los coches autónomos ahora mismo los reconocemos por estas cámaras instaladas en su techo pero es probable que cuando lleguen a producción estos objetos puedan ser miniaturizados y prácticamente no los veamos.