Luego de una quinta temporada de ensueño, The Walking Dead regresa a nuestras pantallas. Una serie que ha tenido un proceso de maduración tan delicado como el de un vino, arranca esta sexta parte cargada de emoción y acción, no se guardan nada para más tarde y nos lanzan una avalancha demoledora de eventos en un episodio total y absolutamente magistral.
Este estreno de más de una hora de duración no escatima en nada, solo en los primeros 30 segundos son capaces de dejarte con la mandíbula en el piso gracias al ambiente de fondo que han creado. No importa que hayan pasado cinco temporadas completas de caos y hordas de zombies ahogados, quemados y despedazados; los escritores y productores de esta serie parecen tener creatividad de sobra para ingeniárselas con una nueva y espeluznante situación para poner en peligro inmediato a nuestros personajes.
Blanco y negro
En solo un corte de cámara The Walking Dead es capaz de saltar de una grotesca escena y del calor de la acción desenfrenada, a un momento totalmente sereno. El balance que esta serie ha conseguido entre adrenalina y calma para darle profundidad emocional a sus personajes es digno de admirar. Es como ir en el asiento trasero de un auto de carreras mientras tienes una conversación intensa y significativa con alguien. Y entonces, una fabulosa gota de humor es capaz de acercarte lagrimas a los ojos.
Las heridas de los eventos de la temporada anterior aún están rojas e inflamadas, y estas personas ni siquiera tienen mucho tiempo para el duelo o para siquiera digerir lo que acaba de suceder. Mientras Rick intenta establecer su nueva _ricktadura_ descubrimos como Alexandía ha podido mantenerse en pie y libre de incidentes zombie por tanto tiempo: un dique desvía los muertos caminantes como si fuesen el agua de una represa y los acumula en una zanja que está a punto de dejar de funcionar. El plan para solucionar esto implica atraer una horda de miles de monstruos y arrearlos tal cual ganado lejos del nuevo hogar de todos. Para esto Rick va a necesitar mucha ayuda, y en un episodio que va y viene entre los días la preparación previa y la ejecución del plan, vamos a ver unas cuantas conversaciones interesantes.
Rick, Michone y Morgan
Este trío está quizás a punto de convertirse en el comodín favorito de muchos, y durante el episodio vemos la relación de Morgan y Rick avanzar a donde todos queremos que avance, pero no sin que la sensación de inseguridad y desconfianza se vaya del todo. Ya nadie es la misma persona que era antes, por más que intenten aferrarse al recuerdo de aquel primer episodio donde aún existía la buena fe y la esperanza en la bondad de los extraños.
Carol parece que ha aprendido a disparar, "le han estado enseñando". Pero Morgan ha estado mirando de cerca, y no precisamente a las flores. No todos pueden ser seducidos con galletas.
Daryl quiere seguir buscando gente para fortalecer la comunidad, y sigilosamente parece intentar plantar la idea en la cabeza de Rick, quien ahora está claramente a cargo mientras Deanna apenas puede mantenerse en pie luego de la muerte de su esposo y simplemente cree que dejar todo en manos del sheriff es la mejor opción para sobrevivir. Glenn sabe que esta gente necesita a Deanna como pilar, que pueden entrar en pánico en cualquier momento, y por eso insiste en que Maggie intente controlar la situación política de Alexandria lo mejor posible.
Tara regresa del coma y tiene el momento más gracioso de todo el episodio gracias al cabello de Eugene, y además el más emotivo luego de que Maggie le explicara lo que verdaderamente pasó con Glenn en el bosque. Sasha y Abraham son quienes lucen peor en todo, están completamente rotos, y son una bomba de tiempo a punto de estallar en cualquier momento, el deseo de morir de uno parece haber saltado al otro, pero son verdaderamente difíciles de descifrar y cuando los miras ves dos personas al borde de la locura.
El muro de tensión
Todo el episodio te mantiene con un gigantesco nudo en el estomago, con miedo de que algo terrible suceda en cualquier momento, no importa si la escena es a color o en blanco y negro, la tensión es enorme en todo momento. Si algo nos ha enseñado The Walking Dead es que nunca se está verdaderamente a salvo, y que es a los vivos a quien más miedo hay que tener.
La dirección artística y la fotografía en este capítulo han estado en otro nivel. Planos fabulosos que contribuyen enormemente a la experiencia cinematográfica que presenta un show que cada vez recibe más y más atención al detalle. The Walking Dead es una serie cada vez mejor escrita y producida, y que promete una temporada espectacular.