La composición o la exposición son solo dos de los múltiples factores que entran en juego para conseguir una buena fotografía. Sin embargo, también existen herramientas que nos pueden ayudar a controlar cómo de adecuada puede ser nuestra imagen, y una de ellas es el histograma.
La democratización de la fotografía no únicamente ha traído consigo un abaratamiento de los costes de los dispositivos, sino que también ha facilitado enormemente el proceso que se debía seguir para obtener una instantánea. Por ello nacen herramientas como el sensor de horizonte o el histograma en vivo, las cuales son de gran utilidad para corregir errores que antes se nos podían pasar por alto.
Los fabricantes han intentado detectar qué es lo que suele fallar a la hora de tomar una imagen y poner una solución a ese error. Así, antes o después de hacer una foto, el histograma es una de las guías más útiles de las que un fotógrafo se puede valer para medir la exposición o los tonos de la imagen.
Qué es el histograma
Antes de adentraros con los posibles usos que podemos dar a la información del histograma, deberíamos comprender qué aspectos son los que se nos muestran en dicha herramienta.
De un modo general, podríamos decir que el histograma es un gráfico donde se representan los niveles lumínicos de la escena, aunque también podemos ver la cantidad de presencia que tiene cada canal de color (RGB).
Aunque se suele presentar distintas formas, la forma de leerlo es bastante sencilla. Básicamente, en la parte izquierda encontramos aquellos tonos oscuros, y en la derecha los claros. Por lo tanto, según hacia el lado que se desplace la curva, la imagen tendrá más o menos luz (subexpuesta o sobrexpuesta). En base a eso podremos apreciar si una imagen tiene poco contraste, con mucha información en el centro y poca en los laterales, o mucho contraste, con los datos concentrados en ambos extremos del histograma.
Algunos suelen decir que la forma de histograma ideal es la de una campana de gauss, aunque como hemos mencionado anteriormente, su aspecto variará en función de la escena capturada. Por ejemplo, en las imágenes nocturnas predominará un histograma con la información concentrada a ambos extremos de éste.
Antes de hacer una foto
Hace no demasiado tiempo, el histograma en vivo era una función únicamente disponible en cámaras de alta gama. Sin embargo, ahora ya son muchos los fabricantes que incorporan esta función en sus dispositivos. No obstante, ¿en qué nos puede ayudar
Las pantallas de nuestras cámaras suelen ser fieles, pero en muchas ocasiones no suele representar los resultados reales de nuestra instantánea. Así, el histograma en vivo puede ser una herramienta que sirva como guía exacta para medir qué exposición estamos aplicando a nuestra toma. No podemos fiarnos del brillo que tenga el monitor, ya que podríamos llevarnos una sorpresa al visionar esa instantánea desde el ordenador.
Es cierto que existe el exposímetro, pero éste a veces no supone una representación real de cuánta cantidad de información se está capturando, sino de si una imagen se encuentra sobreexpuesta o subexpuesta, nada más. Por ejemplo imaginad un contraluz, donde queremos una imagen claramente subexpuesta pero también controlar qué cantidad de tonos se sitúan en la parte izquierda del histograma.
Después de hacer una foto
A pesar de todos los intentos, en muchas ocasiones resulta imposible mejorar nuestro histograma únicamente modificando valores de exposición. Por suerte, ahora la edición en programas como Lightroom o Photoshop nos abre un amplio abanico de posibilidades al respecto.
Como ejemplo de ello tenemos los múltiples ajustes que tenemos disponibles en Lightroom, los cuales nos van a permitir modificar la curva del histograma a nuestro antojo. Recuperar las altas luces, modificar los puntos más negros o blancos de nuestra toma, o incluso alterar los tonos son algunas de las posibilidades que tenemos con el popular programa de Adobe.
Sin embargo, todo tiene unos límites, y en este caso están definidos por la cantidad de información que posea nuestra imagen. Por ello, la mayoría de fotógrafos que piensan en editar sus fotos recomiendan utilizar el formato RAW, ya que permitirá obtener una mayor cantidad de datos. Os sorprenderéis de hasta qué punto se puede recuperar una imagen capturada en formato RAW y transformar en una instantánea completamente diferente a la original.