Los medios especializados en tecnología se siguen aferrando al mástil de las especificaciones; impasibles, bajo mi punto de vista, a la tendencia de mercado. El consumidor no hace más que dar muestras de que el hardware y las funciones "extra" ya no lo son todo. Un fenómeno palpable y diría que demostrable, pero nunca tuve mejor ocasión para escribir esta nota de opinión tras conocer el número de ventas del Samsung Galaxy S6 y Galaxy S6 Edge.

Según las fuentes las ventas del Galaxy S6 Edge contabilizan como el 50% de las ventas totales de ambos modelos, un porcentaje mucho más amplio de lo esperado (20-30%).

Esto me hace pensar varias cosas. Primero, contexto: la división de telefonía móvil de Samsung estaba cayendo en picado tras el S4 (aquí mi análisis de lo ocurrido en el mercado mobile en 2014) y, sobre todo, el S5. El Galaxy S5 tenía un hardware de primer nivel en su interior: la pantalla y la cámara habían mejorado mucho y eran de lo mejor en Android, pero el diseño industrial era francamente malo: carecía de los materiales premium de los rivales de la competencia, su sentido estético era cuestionable. No era único, no era especial, no transcendía en el tiempo, no era bello.

El buen diseño es útil, innovador, estético y consecuente.
El buen diseño es útil, innovador, estético y consecuente.

Era plástico y la sensación que daba en la mano no era muy diferente a la de un terminal de gama media como, pongamos un ejemplo, Xiaomi (de ahí lo que pasó en china junto a otros factores). Se podría pensar que, aunque sea un terminal no distinguible de la gama media, su hardware, en teoría, muy superior decantaría la balanza del consumidor. Eso no es así, y dejó de serlo hace más de uno o dos años. Al inicio, la fluidez se conseguía con muy pocos terminales de gama alta, al igual que una pantalla decente en exteriores o tener un mínimo de espacio para instalar aplicaciones. Ahora casi todos los smartphones brindan al usuario esas necesidades mínimas: un Moto G es fluido, cualquier Xiaomi es fluido, cualquier Huawei Honor es fluido... en 2015 la excepción es dar una mala experiencia en rendimiento.

Teniendo ese mínimo asegurado por marcas como Xiaomi y Motorola, para el consumidor no entusiasta puede resultar difícil justificar en sus razonamientos y gustos gastar el doble por un terminal. Un gama alta debe justificar sus altos márgenes siendo excelente por dentro y por fuera, algo que en el mundo del automóvil, por poner un ejemplo, se entendió hace muchísimos años. Es el valor que percibe tu cliente al ver tu marca, al ver tu producto. Una buena marca, un buen diseño y buenos materiales es una promesa tácita que el fabricante hace al cliente: la de que ese producto no fallará y de que eres uno de los pocos que lo tiene, tienes lo mejor.

En un terminal de diseño cuestionable y acabados plásticos es difícil que pueda ser consideraro como lo mejor, como lo premium, como lo aspiracional. Es algo que ha hecho muy bien Apple con su diseño, materiales, atención al detalle y refuerzo de la esencia del iPhone. Del primer iPhone al último, todos se reconocen a simple vista por su botón home, el radio de sus curvas, etc. Es un símbolo, una promesa de la marca al cliente.

El diseño industrial es una promesa.
El diseño industrial es una promesa.

Es lo que creo que no se acaba de entender: tecnología no es sólo chips; tecnología también es la pulcritud con la que se trata una materia prima, el radio que adopta una curva para que la armonía estética y funcional sea perfecta, la tecnología es mucho más que una hoja de especificaciones.

Por supuesto, se podría argumentar que el metal y el cristal son malas decisiones porque conllevan numerosos desafíos en el diseño del terminal (no poder usar una antena interna por ejemplo) y no genera beneficios palpables desde el punto de vista técnico (mejor disipación de calor, aunque cuestionable y dependiente de la implementación). Entonces, ¿por qué Apple usa aluminio anodizado en sus productos?, ¿Por qué Samsung ha tenido que cambiar tan radicalmente el diseño de su nuevo Galaxy S?, ¿Por qué si no hay razones técnicas que lo avalen?

HTC One M8

La respuesta: diseño industrial. Pese a que sea muy fácil desprestigiar este aspecto y decir que es pura estética, el diseño industrial es un aspecto crucial de un producto. Los smartphones son tocados constantemente, varias horas al día y, aunque lo que más miremos sea la pantalla, la forma, el aspecto y las sensaciones que transmite un terminal afectan a la experiencia. Si te gusta más en la mano, se siente mejor, luce mejor y da una sensación de valor premium es un producto mejor.

Elementos innecesarios y añadidos que tratan de engañar al usuario sin aportarle beneficios dañan el foco de un buen diseño, la honestidad ayuda a que lo sea. El buen diseño es obvio e invisible. El iPhone 6, el HTC One M8, el Galaxy S6 son muy buenos ejemplos de un gran diseño industrial. Los avances en la tecnología pueden solventar los problemas creados por la elección de un material, pero nunca dichos avances arreglarán un diseño pobre y mal ejecutado.

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