Los organismos modificados genéticamente son, hoy día, y desde hace muchísimo más tiempo del que imaginamos, un hecho común. Pero, ¿qué pasa si hablamos de humanos modificados genéticamente? ¿Es posible tal cosa? Sí, sí lo es. Nuestra habilidad para manipular la genética ha crecido muchísimo en los últimos años, hasta el punto de poder modificar el acervo genético, la parte más íntima de cualquier ser vivo, para obtener lo que queremos. ¿Y qué consecuencias tiene esto? En primer lugar, hay que comprender bien hasta dónde podemos llegar. En segundo, qué implicaciones tiene. Y en tercero, y más importante si cabe, a partir de qué punto este hecho choca con nuestras normas morales y éticas. ¿Estamos jugando a ser dioses o solo ayudando a mejorar la vida de las personas? ¿Estamos permitiendo que una pareja tenga un hijo sano, con una vida feliz, o simplemente estamos haciendo pruebas para obtener beneficios? ¿Y quién decide si está bien o mal? La ciencia siempre se ha enfrentado a este dilema. Bienvenidos a un juego lleno de luces y sombras.
¿Qué son los humanos modificados genéticamente?
En primer lugar, es importantísimo comprender el proceso y las consecuencias de dicho proceso. Que quede claro, grosso modo, no se puede modificar el genoma de una persona, directamente, por que esto implica modificar todas sus células, algo que resulta imposible. Para que nazcan "humanos modificados genéticamente" han de modificarse a partir de los gametos, es decir, el espermatozoide y el óvulo que se dividirán hasta crear el embrión y al ser posterior. Sí existe la posibilidad de modificar ciertas porciones de tejidos y parte de las células, como ocurre con el cáncer. Otro detalle importantísimo es que la modificación genética aleatoria no produce nunca un carácter bueno. Es imposible adquirir del entorno una característica buena así como así. En resumen y como ejemplo burdo, comer organismos modificados genéticamente no afectará a nuestro ADN; ni de pronto nos convertiremos en un nuevo X-Men. Aunque adquiriésemos una mutación, siendo adultos, es prácticamente imposible transmitirles dicha mutación a nuestros hijos. A no ser que esta se produjese en nuestros genitales (en concreto en nuestros gametos).
Por ello mismo, la única manera de conseguir humanos modificados genéticamente es diseñándolos desde el principio, en su concepción. Para esto usamos algunas herramientas conocidas desde tiempo atrás. Aunque algunas de las más potentes solo es descrita desde hace muy poco. Los CRISPRs son unas zonas llenas de repeticiones cortas en la cadena de ADN, que se parece a una cadena con 4 tipos distintos de dientes y que solo encajan entre sí en parejas definidas. Estos dientes son los que se repiten en cierto orden específico. Estas regiones son partes de un sistema de inmunidad adquirido contra modificaciones genéticas. Conociendo su mecanismo podemos emplearlo, precisamente, para modificar el ADN en el sentido que queramos, cortando y pegando trozos de la cadena. Con ello conseguimos, por ejemplo, arreglar un gen "roto" y que produce una enfermedad letal. Cómo cada día conocemos un poco mejor para qué sirve cada gen de nuestro genoma, este conocimiento nos permite controlar lo que queremos de él.
El juego de las luces y las sombras
Precisamente, el mayor conocimiento del genoma humano, secuenciado por completo en 2005, nos permite conocer, paso a paso, para qué sirve cada cosa. Por suerte o por desgracia, la tarea es muy compleja, así que todavía sabemos muy poco al respecto. Pero ya hay genes que conocemos con bastante detalle, pudiendo modificarlos mediante la técnica que comentábamos antes. Algunos, la gran mayoría, están relacionados con patologías y enfermedades varias. Pero otros no. Y llegará un momento en el que la posibilidad de la eugenesia sea una realidad, al menos teórica. ¿Pero lo será también práctica? Algunos Podríamos curar las enfermedades hereditarias para siempre...
investigadores ya están trabajando en hacer las primeras pruebas en modificar el genoma humano.
En China, por ejemplo, un investigador trata de obtener permisos para modificar genéticamente los embriones descartados con la única intención de conocer mejor el proceso. En California se está estudiando un proceso menos "agresivo" pero relacionado también con la modificación genética del óvulo. Hay, además, sospechas de que otros investigadores ya han realizado sus propios experimentos aunque no han transcendido sus nombres hasta el momento. Con los conocimientos adecuados podríamos salvar vidas y ayudar a que miles de personas pudiesen ser felices. Las patologías hereditarias...o descartar a un ser humano para concebirlo a nuestro gusto
podrían ser, potencialmente, curadas para siempre y eliminaríamos el sufrimiento de montones de personas cuyo día a día es un auténtico infierno.
Pero también podríamos desechar aquello que no queremos. Aquello que no nos gusta. Desecharlo por lo que preferimos, aunque eso no tenga nada que ver con un bienestar fisiológico o de salud. "Descartar" a un ser humano y hacerlo a nuestro puro gusto tiene una implicación ética y moral terrible. Por un lado es ridículo luchar contra la discriminación social si aprobamos y promovemos la discriminación genética, un paso aún más íntimo. Por otro lado, modificar al tuntún el acervo genético de una población puede tener severas consecuencias ecológicas. A día de hoy todavía luchamos por conocer los efectos en las poblaciones de organismos modificados genéticamente. ¿Qué podría pasar en una superpoblación de humanos modificados genéticamente?
Elegir un futuro
Recientemente la revista Nature publicaba un ensayo en contra de la creación y la investigación relacionada con los humanos modificados genéticamente. En dicha carta los investigadores proclamaban sus dudas al respecto de la ética asociada a este tipo de experimentos. Actualmente, al menos 29 países tienen leyes estrictas sobre la modificación genética del la línea germinal, es decir, esperma u óvulo. Entre estos países se encuentra España. Estados Unidos, por ejemplo, tiene sus medidas de protección, pero cuenta con tres líneas de investigación que esperan ser apoyadas por el gobierno. Poner limitaciones a un campo de estudio como éste supone un retraso en la ayuda que personas con problemas hereditarios severos. Sin estas investigaciones, sencillamente, no tienen futuro.
¿Justifican nuestros miedos la negación de dicho futuro? Pudiendo poner solución a un problema natural que evite dolor y sufrimiento, ¿optaremos por no ayudar y desviar la mirada por la preocupación a un peligro potencial? ¿Dónde está la moral entonces? Pero, ¿y si el conocimiento nos lleva, como probablemente será, a que los que tienen dinero y poder usen estos conocimientos de manera poco ética? ¿Qué somos? O mejor dicho: ¿qué seremos? ¿Hasta dónde podemos llegar? Ha llegado el momento de decidir cuál será nuestro futuro en este complicado juego. Y lo mejor será no decidir a la ligera.