¿Está llegando una nueva era a la biomedicina? Puede que sea una afirmación un poco tremenda, pero no es para menos viendo este nuevo proyecto consistente en crear pequeños órganos sintéticos humanos sobre chips interconectados para simular un verdadero cuerpo. O parte de él, claro. Los modelos, en ciencia, nos sirven para estudiar algo que, por su complejidad o por cuestiones éticas, no podemos utilizar para hacer nuestras pruebas. Por su parte, los órganos sintéticos en placas de Petri son modelos bastante buenos de sus homólogos humanos excepto por una razón: están separados del resto del cuerpo. Cuanto más realista es un modelo, más sencillo es saber que ocurriría en la realidad. Por eso, esta propuesta, que parece sacada de una película cyberpunk, promete muchísimo al futuro de la biomedicina.
Así son lo órganos sintéticos en chips
Cuando pensamos en órganos sintéticos lo más natural es imaginar la forma del órgano, en sí. Estos, sin embargo, por fuera se parecen más bien poco a los originales. Pero por dentro funcionan de manera casi idéntica, que es lo que importa. Las células de los diversos órganos se plantan en estos chips, unas cubetas con mucha superficie de fijación a la que se adhieren y comienzan a crecer. Añadiendo un fluido altamente nutricional y haciendo las conexiones necesarias, tenemos en poco tiempo una batería de mini órganos sintéticos dispuesta para lo que necesitemos. Actualmente ya hay diseñados Los órganos sintéticos en chips nos permitirán estudiar cosas que hasta ahora eran imposibles
docenas de estos órganos sintéticos de laboratorio, los cuales se preparan para simular las partes del cuerpo humano deseadas.
El objetivo final es unir los chips necesarios para simular por completo, o en la medida de lo posible, un cuerpo humano, que sus investigadores llaman con sorna Homo chippiens. Esta tarea, como comprenderéis, no es nada sencilla ya que el líquido nutritivo, por poner un ejemplo, es muy diferente a la sangre. Aunque se pueden simular las conexiones neuronales, todavía hay que refinar el sistema mensajero hormonal, regulado de una manera más compleja. Todavía quedan muchos detalles fisiológicos más que pulir, pero el modelo va creciendo cada día. Esto nos permitirá estudiar cosas que hasta era imposible, al menos con tanto detalle, y abrirle las puertas a una nueva etapa de la biomedicina.
Origen militar, finalidad civil
Como muchas de las innovaciones de las que disfrutamos día a día, el origen de esta idea es militar. Nadie quiere que prueben los efectos de la radiación, un neurotóxico o un veneno con él. Por supuesto. Pero es necesario saber como actúan estos sobre el cuerpo humano. Todos los años el gobierno estadounidense se gasta miles de millones en investigaciones biomédicas orientadas a lo que ellos denominan "biodefensa". Con este Homo chippiens la eficiencia de estas investigaciones podría superar con creces las expectativas puestas sobre ellas. Pero claro, aquí es donde entran los investigadores de todo el mundo, sea cual sea su origen. Infecciones, fisiología general, virología, epidemiología... muchas son las disciplinas que podrían usar estos órganos sintéticos en chip para su estudio. Los mecanismos exactos de actuación, la cantidad de esporas de una bacteria, la dosis infectiva exacta de un virus o las denominadas dosis semiletales de una sustancia pueden ser estudiadas con mucha más precisión, comprobando como afectan a otros órganos.
Y lo que es más importante, sin poner en peligro a nadie ni usar ningún modelo animal. Esto es también otro punto interesantísimo: usar un modelo sobre chips nos permitirá prescindir en muchísimas ocasiones, y cada vez más, de la experimentación animal. O al menos eso es lo que esperamos, lo que nos ahorrará cuestiones éticas, principalmente, y bastante dinero. Por su parte, Estados Unidos quiere aprobar un presupuesto de 18 millones de dólares solo para el estudio de hígados en chip y el efecto de varios compuestos químicos. Otra propuesta es el estudio del efecto de la radiación sobre nuestros órganos para saber como actuar mejor en situaciones tan complejas como la de Fukushima. Las posibilidades son inmensas y solo acabamos de empezar a vislumbrar sus posibilidades. Así que demos la bienvenida al Homo chippiens. Quién sabe si este nombre, a modo de broma, no marca verdaderamente el comienzo de una nueva etapa para la medicina.