Los asesinos solitarios, mercenarios y sicarios, suelen formar parte importante del género de acción. Particularmente, cuando capturarlos, se convierte en un reto al ingenio, las capacidades y recursos de las fuerzas de la ley. En esa tradición, en El Chacal, el ganador del Oscar Eddie Redmayne interpreta a un criminal sin nombre, con todo tipo de habilidades. Mucho más, dispuesto a cumplir sus objetivos a cualquier precio, mientras evita ser capturado. Por lo que la producción de nueve episodios, que recibió nominaciones en los Globos de Oro, explora en la compleja identidad del personaje, su frialdad y falta de escrúpulos. El resultado es un relato impredecible, que desafía los clichés del género de suspenso, para explorar en un escenario mezcla de política y corrupción. Todo a través de los intentos de la agente del MI6 Bianca (Lashana Lynch) para detener al criminal.
Pero el argumento no es del todo original. Se trata de la tercera adaptación del libro The Day of the Jackal (1971) de Frederick Forsyth, un superventas que exploró con éxito en la figura de un mercenario casi imposible de detener, o, mucho menos, capturar. En la primera ocasión llegó al cine en 1973, de la mano del director Fred Zinnemann. Posteriormente, en 1997, el realizador Michael Caton-Jones, adaptó tanto el libro como la película anterior, con Bruce Willis como el asesino anónimo. En la primera versión, la posible víctima del homicida era la esposa del presidente francés y en la segunda, la del norteamericano. Pero a pesar de sus obvias diferencias, ambas cintas exploraban en lo mismo. La corrupción, el poder político y la violencia, amparadas bajo las altas esferas.
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Sin embargo, lo más sorprendente es que el libro original, está basado en un gravísimo suceso político ocurrido en 1960. Todo, gracias a la pasión del escritor por las historias de espionaje, la violencia urbana y las conspiraciones. Lo que dio como resultado, que su libro más conocido, sea una mezcla entre un gravísimo evento que abarca de un magnicidio a un intento directo de desestabilización mundial. Temas que, tanto los largometrajes como la adaptación para televisión, exploran con cuidado y a través de un guion que analiza la posibilidad del sicariato a un nivel por completo nuevo.
Un conflicto político a gran escala
A comienzos de la década de 1960, Francia y Argelia atravesaban un violento momento político. Eso, al ponerse en entredicho, el estatus del país de África septentrional como territorio francés. Lo que comenzó como una agresiva estrategia política y diplomática, terminó por convertirse en una guerra. Un conflicto que Francia asumió con precaución y en medio de negociaciones de emergencia, para evitar una escalada sangrienta que pudiera volver aún peor la situación. Particularmente, cuando los enfrentamientos entre soldados franceses y argelinos, se hicieron más cruentos y frecuentes.
En medio de estas circunstancias, el presidente, Charles de Gaulle, decidió mediar entre ambas partes. Eso, para terminar, por decidir un radical cambio de política con respecto al enfrentamiento. Por lo que decidió apoyar la autodeterminación de Argelia. La decisión, que parecía menoscabar la soberanía de Francia en un territorio tradicional, despertó la desconfianza de la oposición política del mandatario. Pero aún peor, dentro de Argelia, surgió un movimiento entre europeos y musulmanes que deseaban seguir siendo franceses, que se oponían a la posición presidencial.
El escenario anterior provocó que la situación política en Francia se hiciera cada vez más complicada. En especial, luego de los resultados del referéndum del 8 de enero de 1961, que favorecía a una salida negociada. Sin embargo, a pesar del triunfo de los que abogaban por la autonomía de Argelia, la presión interna contra Charles de Gaulle aumentó y se volvió cada vez más dura de sobrellevar. Mucho más, cuando una serie de atentados en París, parecieron dejar claro que la negativa a la independencia del país africano, ocasionaba un momento duro para el presidente en funciones.
Un magnicidio en puertas
La situación empeoró lo suficiente, como para que ocurriera una fractura en el mundo militar francés. Lo que llevó a la creación de un movimiento nacionalista de carácter paramilitar que se autoproclamó como Organización del Ejército Secreto (OAS por sus siglas en francés). El grupo, que insistía en que los territorios asociados a Francia debían respetarse, contactó con Jean-Marie Bastien-Thiry. Este, un teniente coronel de la Fuerza Aérea francesa, era de una postura política radical y estaba convencido de que Charles de Gaulle, debía ser expulsado del poder. Por lo que parecía el candidato perfecto para actuar contra el gobierno.
Con una tensión creciente en las calles, frecuentes atentados terroristas y un debate político cada vez más agresivo, la solución parecía ser un reacomodo de fuerzas del poder. Por lo que el OAS, junto Bastien-Thiry, comenzó a planear un magnicidio. Además, de un ataque frontal a todos los órganos de poder, con la intención de controlar todas las decisiones diplomáticas y de territorio de la nación. El teniente coronel reclutó a un grupo de tres tiradores y se reunió con ellos en Petit-Clamart, un suburbio de París. Allí, planearon un plan que consistía en disparar contra el presidente y su familia, basados en la información que podía proporcionar el funcionario militar.
Lo que se llevó a cabo durante el llamado ataque de Petit-Clamart. El 22 de agosto de 1962, los asesinos dispararon al menos 187 balas contra el coche del presidente, matando a dos guardaespaldas. Charles de Gaulle y su esposa, lograron salvar la vida, pero, aun así, el intento de magnicidio, se consideró de una gravedad capital. De inmediato, todos los organismos franceses, incluso los que habían hecho saber su oposición a la independencia de Argelia, apoyaron al mandatario.
Un final trágico
En los días siguientes, se desplegó un operativo de búsqueda de los culpables que abarcó a todas las ramas del gobierno francés. Poco después, Bastien-Thiry fue capturado, juzgado y condenado. En su defensa, afirmó que la controversia acerca de la descolonización de Argelia, era un atentado contra la autodeterminación francesa. En medio de un debate nacional sobre la pena de muerte, fue encontrado culpable y fusilado el 11 de marzo de 1963.
Todo lo anterior, se explora en las primeras páginas del libro de Forsyth y permite brindar contexto a la novela. En la trama literaria, la OAS, luego de la ejecución del teniente coronel, contrata a un asesino anónimo para un segundo intento de asesinar a Charles de Gaulle. Lo que conduce a una trama de suspenso, espionaje y violencia, alrededor del violento sicario.
De la misma manera que en las dos películas y la serie, el homicida se enfrenta a una persecución, mientras cumple paso a paso, lo que parece ser un plan perfecto. Como detalle curioso, toda la trama de The Day of the Jackal, se cuenta desde la perspectiva del asesino. Lo que coincide con la serie que se transmite actualmente por SkyShowtime para Europa y Disney+ en Latinoamérica.