Cuando masticamos un chicle de menta, o un caramelo, nuestra boca parece sentir ese genuino frescor del que hablan los anuncios. Y es real. ¿O puede que no? El culpable de esta sensación es en realidad el mentol.
Este frío es en realidad una sensación, no es que nuestra boca se enfríe de verdad más de lo normal. Como es lógico, todas nuestras sensaciones pasan por nuestro cerebro. Y estas viajan a través de nuestro sistema nervioso. Eso quiere decir que podemos "engañar" a nuestro cuerpo para que sienta lo que queramos. Precisamente esto es lo que hace el mentol, una sustancia natural de algunas plantas como la menta. Pero no solo despierta la sensación de frescor en la boca, el mentol es capaz de ayudar a respirar o actuar como un fuerte irritante en nuestras mucosas.
Fresco, que no frío
El frío no existe, dicen los sabiondos de la termodinámica. Es solo poco calor, o la falta de energía. Pues bien, el mentol no provoca este descenso de energía. En definitiva, no enfría realmente nuestra boca. Lo que provoca es la sensación de frescor. El mentol actúa sobre los receptores TRPM8, los cuales sabemos que al activarse transmiten una señal que llega hasta el cerebro indicando que hace El mentol activa los receptores TRPM8, que avisan cuando hay un descenso de temperatura
frío. Como imaginaréis, estos receptores se activan normalmente con la falta de calor, al comernos un helado o un cubito de hielo, por ejemplo.
Pero los TRPM8 no solo se activan con el frío. Algunas sustancias, como el mentol, son capaces de activarlos, produciendo la sensación de frescor. Todavía no terminamos de entender cómo funciona el mecanismo concreto, pero lo hemos identificado correctamente. El mentol no es el único compuesto capaz activar la sensación de frescor. Otros compuestos naturales también lo son, como por ejemplo el eucaliptol o la icilina. Estas sustancias actúan sobre los receptores TRPM8 de una manera u otra, activando la sensación. Una vez estimulados los receptores, cualquier pequeña aportación de frío, como el aire o el agua, puede "sobrecargar" el sistema nervioso, de manera que sentiremos un frío intenso y que puede llegar a ser, incluso, molesto.
Los misterios del mentol
Cómo decíamos antes, no conocemos con exactitud cómo actúa el mentol, y otras sustancias parecidas, en nuestro sistema. Sabemos los receptores que activa. Incluso conocemos bastante de cómo se une a ellos. Pero no entendemos, por ejemplo, por qué produce cierta sensación anestésica. Efectivamente, el mentol es capaz de "dormir" ligeramente algunas partes de nuestro cuerpo. De hecho, es empleado como una anestesia muy ligera en masajes y tratamientos leves. Algunos expertos señalan a su capacidad de de unirse con los receptores opioides kappa, que juegan un papel fundamental en la "relajación fisiológica".
La misma sensación de frescor sirve, por ejemplo, para ayudar en la respiración. Pero no porque abra las vías respiratorias, que parece que no lo hace, sino por la sensación de frescor que provoca y ese ligero adormecimiento, cosa que tampoco entendemos muy bien como funciona pero que ocurre también con el eucaliptol. Por otro lado, no todas las propiedades del mentol son buenas. Una sobredosis, que puede ocurrir aunque sea complicado, puede provocar El eucaliptol produce una sensación parecida, dando la impresión de una mejor respiración
hasta pérdida del conocimiento o convulsiones, sin contar con problemas gastrointestinales, más normales, o incluso arritmias.
El mentol, como muchas otras sustancias exógenas, tiene una capacidad irritante bastante potente. Sin embargo, su actividad analgésica reduce rápidamente la sensación, dando paso inmediato a la sensación de frescor intenso. Aún así, el mentol sigue siendo una de las sustancias más utilizadas en cosmética y alimentación ya que es virtualmente inofensivo y tiene varios efectos agradables. Pero recordad: tampoco es bueno abusar de los caramelos de menta; aunque sea más bien por las caries.