Al principio me gustaba mucho la novela histórica; encontraba fascinante descubrir los eventos del pasado desde otro punto de vista más entretenido que el que nos muestran en el colegio. Por ejemplo, La maldición de Copérnico, de Philipp Vandenberg, consiguió que ame la física. Era la asignatura que mejores notas conseguía, prácticamente gracias a ese libro. Pero hay algo en la ciencia ficción que no encuentras en otros géneros. Hay un ejercicio de imaginación superior.

Este tipo de historias llevan al ser humano al límite, tanto físico como psicológico. Los dilemas éticos se suceden uno tras otro, y requiere que nos enfrentemos a problemas para los que nunca nos han preparado. Olvida el tópico de los aliens que intentan destruir nuestro planeta. Es el ser humano topándose con lo desconocido, improvisando, equivocándose, aprendiendo. Por supuesto, también hay amor, odio, amistad, orgullo, ambición, pero mezclado y aderezado con los ingredientes de lo imposible hecho posible. De forma que parezca real, que nos lo creamos.

Y como la mejor ciencia ficción siempre estará en los libros, allá vamos con la continuación de nuestras recomendaciones del género, esta vez con un bonus track de fantasía.

De la Tierra a la Luna, de Julio Verne

9788420653334Si me dices ciencia ficción, lo primero que se me pasa por la cabeza es Isaac Asimov; es uno de los pilares del género, ahí estamos todos de acuerdo, ¿no? Pero si no fuera por Julio Verne, quizá no hubiéramos podido disfrutar de obras como Yo, Robot. Publicado en 1865, De la Tierra a Luna es un minucioso estudio para llevar al hombre a nuestro satélite, en el que no faltan ni el humor ni el esfuerzo científico de investigación por parte de Verne. Además, el autor francés no escatimó en bromas hacia el pueblo yanqui, especialmente en todo lo relacionado a su amor por las armas.

De la Tierra a la Luna arranca con el presidente del club de armas que, al haber terminado la Guerra Civil Estadounidense, sin más que hacer, y siendo experto en balística, emprende una aventura para fabricar un proyectil que envíe al hombre a la Luna. La obra es de lo más entretenida, y no solo sigue siéndolo, si no que se revaloriza con el tiempo. En este caso es como el vino, que va mejorando con los años. Encuentro sus capítulos hilarantes a la vez que visionarios, no sólo por el humor que impregna la novela, sino por lo ridículo que llegan a ser algunas situaciones con el conocimiento que tenemos hoy en día. Muy recomendable tanto para fans como para haters del género.

Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury

martianchSiendo un compendio de cuentos con una línea argumental común, publicados en revistas en la década de 1940, el libro llegaría con estos y otros cuentos exclusivos en 1950. Trata sobre cómo el hombre llega a Marte, la colonización del planeta, el descubrimiento de los marcianos, y los sucesivos viajes del ser humano al planeta rojo. Otro que se queda anticuado en cuanto a conceptos tecnológicos, Bradbury quiso hacer hincapié en el hombre, su miseria, el racismo, el miedo, el amor. Son temas de los que no puede escapar, aún yéndose a otro planeta, incluso acentuándose. El autor, que nos dejó hace poco, es aquí experto en crear atmósferas, a través de páginas muy fáciles de leer, y de expediciones donde siempre ocurre algún suceso inesperado.

Es una obra muy poética, onírica por momentos, donde tampoco faltan tintes de sátira, incluso de humor negro. Una visión pesimista del futuro, sobre hombres que se encuentran y no son capaces de comunicarse más que con violencia, llegando a ser deliciosamente tortuoso por momentos. Y es que era el reflejo del ambiente que se vivía en la época; la paranoia sobre la salud, la falta de respeto a la cultura y a la naturaleza, etc. El egoísmo y la vanidad del ser humano, el miedo de que la Tierra desaparezca por las guerras en las que se ve envuelta y por la tecnología nuclear.

Mundo Anillo, Larry Niven

ringworldNos vamos 20 años en el futuro, de 1950 a 1970, cuando Larry Niven publica Mundo Anillo. Se nota el salto en el conocimiento de las ciencias; el género madura, se hace adulto, se hace complejo. Se apoya más en hechos probados, en artículos publicados en revistas científicas, más que en poesía o en sueños propios de la sociedad o de la infancia de cada autor. No en vano, el libro se basa en la teoría de la Esfera Dyson, aunque con algunos errores (como más tarde apuntarían expertos).

Esta es una de las pocas, junto a Cita con Rama, que gana los tres grandes premios (Hugo, Locus, Nebula). La obra que encumbró a Niven y facilitó la transición a una nueva ola de la ciencia ficción, presenta un concepto no muy habitual en el que humanos y alienígenas trabajan juntos. Su misión es investigar el Mundo Anillo, una estructura imposible para nuestras referencias. Averiguar quién o cómo se ha creado, y si hay civilización en él. El problema es que la nave se destruye al aterrizar y deben encontrar la forma de salir de ahí.

Cita con Rama, de Arthur C. Clark

2012-01-17_image1Lo cierto es que se parece bastante a Mundo Anillo en cuanto a la estructura del trabajo literario. En ambos, un grupo de especialistas llegan a un mundo, o en este caso, ¿nave?, de dimensiones descomunales para descubrir cómo ha podido llegar esto al universo. A partir de ahí, el suspense, la curiosidad por saber qué encontrarán a cada paso que dan en esas tierras jamás vistas por el hombre.

Rama se basa en el concepto del Cilindro O’Neill, una especie de hábitat espacial que viaja por el cosmos. Los que hayan leído los cuentos Universo y su continuación Sentido Común, de Robert A. Heinlein, les sonará este tema. Así, por momentos la historia parece girar más en torno a conceptos teóricos, como un pretexto para poner a prueba esas teorías en otros escenarios imposible. Otro de estos conceptos son los de velocidad terminal, o el efecto coriolis, por poner algunos ejemplos. Sin embargo, Arthur C. Clark se las arregla para hilvanar todo este conocimiento en una historia alucinante y atractiva.

Como comentaba arriba, gana no solo los premios Hugo, Locus y Nebula, sino también el John W. Campbell Memorial. Bien merecidos galardones para una novela que engancha desde la primera página como pocos. Te advierto que no podrás soltarlo hasta el final.

El color de la Magia, de Terry Pratchett

el-color-de-la-magia-03Hablar del hombre del sombrero es fácil. Terry Pratchett es simplemente un genio del humor, del absurdo, de la fantasía, y de la mezcla explosiva de esas tres. El autor ha creado en este libro un mundo plano, Mundodisco, donde sucede lo imposible, o quizá no tan imposible, pues todo es una sátira sobre nuestro mundo, nuestras religiones, política, nuestra forma de vivir, visto a través de los ojos de Pratchett. El humor quizá no sea para el gusto de todos, pero te aseguro que deberías darle una oportunidad. De esta forma, El color de la Magia empieza con Rincewind, un mago de pacotilla que conoce a Dosflores, el primer turista de Mundodisco. Su misión será la de guiarle a través de la asquerosa ciudad Ankh-Morpork, la más grande y corrupta del mundo. De hecho, como podemos leer más adelante en Pirómides, séptimo libro de la saga:

“No había muchas cosas que pudieran hacer de Morpork un lugar peor. El impacto directo de un meteorito, por ejemplo, se consideraría como una desinfección”

No es la primera vez que recomendamos al autor británico, ni será la última, pues no nos cansamos de leer su humor y sus aventuras. Sus grandes personajes, que van evolucionando en mini sagas dentro de la gran saga de Mundodisco. Este primer libro pertenece a la saga de Rincewind, pero luego hay otras, como la saga de las brujas, o la de la Muerte. Si debo quedarme con un personaje sería quizá este, cuya particularidad es que SIEMPRE HABLA EN MAYÚSCULAS. Y dice las cosas claras.