Muchos hemos visto alguna vez en el cielo los satélites de Starlink. No es difícil si tenemos en cuenta que la empresa que nació como proyecto de SpaceX ha lanzado ya al espacio más de 6.000 satélites para aportar de cobertura de internet de banda ancha hasta a los lugares más recónditos del mundo. Todo esto suena bien, pero también tiene sus problemas. Si los hemos visto es porque cuentan con un brillo elevado, similar al de las estrellas más débiles. Esto dificulta en cierto modo las observaciones de los astrónomos, por lo que muchos se vienen quejando de ello desde hace tiempo. Y lo peor es que un equipo de científicos del Instituto de Radioastronomía de los Países Bajos ha descubierto que eso no es lo peor. Hay otra forma en la que pueden dificultar muchísimo más su labor.
Se trata de su filtración de radiación. Supuestamente, los satélites, ya sean de SpaceX o de cualquier otra compañía, no deberían filtrar ondas de radio fuera del rango de 10,7 a 12,7 gigahercios, destinado a las comunicaciones. Sobre todo, deben evitar el rango de 150,05 a 153 megahercios, pues es el que utiliza la radioastronomía. Si se alcanzan esas cifras, los satélites pueden interferir con las mediciones de los radiotelescopios, dando al traste con muchas investigaciones importantes.
Lamentablemente, estos científicos holandeses han demostrado que los satélites de Starlink están empezando a filtrar radiación en ese rango. Por lo tanto, el problema que suponen en el cielo va mucho más allá de la contaminación lumínica. Y lo peor es que esto no ha hecho más que empezar.
¿Qué es la radioastronomía?
La radioastronomía es una rama de la astronomía que estudia los objetos celestes mediante la medición de sus emisiones en forma de ondas de radio. Para ello existen telescopios específicos, conocidos como radiotelescopios.
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La primera detección de ondas de radio procedentes de un objeto astronómico se hizo en 1933, cuando el ingeniero Karl Jansky detectó la radiación procedente de la Vía Láctea. Desde entonces se han hecho muchísimos hallazgos gracias a grandes radiotelescopios, como el de Arecibo, ubicado en Puerto Rico, o el VLA, de Nuevo México. ¿Pero qué pasará desde ahora por culpa de los satélites de SpaceX?
Starlink y SpaceX dificultan la tarea de los astrónomos
Los satélites de SpaceX interfieren con las mediciones de los radiotelescopios. Pueden generar ruido de fondo que haga más complicado captar la radiación procedente de los objetos celestes que se quieran analizar. Eso, unido a la contaminación lumínica, está haciendo cada vez más arduo el trabajo de los telescopios.
Y lo peor es que el problema puede continuar a causa tanto de SpaceX como de otras compañías. OneWeb ha lanzado ya más de 600 satélites, Amazon planea superar la cifra de 3.000 y desde China quieren organizar una constelación a la altura de Starlink, con hasta 15.000 satélites en total.
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En principio, ninguno de ellos debería superar el rango pautado para las telecomunicaciones. No obstante, SpaceX tampoco pretendía hacerlo. El mundo está lleno de buenas intenciones, pero a veces estas no son suficientes.
SpaceX ya probó a pintar de negro sus satélites para reducir el brillo y a la vista está que no fue suficiente. Ahora habrá que esperar a ver las medidas que toman para solucionar el tema de la radiación. De momento no se han manifestado sobre ello, pero es esencial que lo hagan cuanto antes. El trabajo de muchísimas personas depende de ello.