La cuarta temporada de The Boys, será recordada, seguramente, por ser la que más sorprendió a los fanáticos. Y no siempre para bien. O al menos, no desde el punto de vista de un grupo de seguidores. El caso es que la producción, que hasta se había distinguido por ser transgresora, violenta e incómoda, alcanzó su mayor relevancia política. Lo que llevó a que ese mensaje — muy presente en todo momento — a ser más directo, brutal y sin duda, mucho más malicioso de lo que había sido hasta ahora.
El resultado fue tan sorpresivo como extravagante. Por un lado, un grupo de seguidores celebró que la serie abrazara sin empacho su mensaje antisistema, sin dejar títere con cabeza. Al otro extremo, se le acusó de facilona y además, de tomar partido político de una forma evidente. Entre ambas cosas, The Boys, además, tuvo que lidiar con encontrar un ángulo novedoso para narrar su historia, luego de casi medio lustro, profundizando en los mismos personajes. Lo que provocó, algunas decisiones cuestionables de guion o en cualquier caso, en una visión complicada sobre el propósito de la serie. Eso, como centro de un universo en expansión.
Para analizar con cuidado de todo lo anterior, te dejamos Lo bueno, lo malo y lo feo de la cuarta temporada de The Boys. Desde su marcado acento político y controversial, la muerte de algunos personajes, hasta su incapacidad para superarse a sí misma. Se trata de un recorrido por una de las entregas más complicadas de definir de una producción, que ya lo era desde hace un buen tiempo. Uno de sus elementos más reconocibles y que, con los nuevos episodios, se puso a prueba.
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Lo bueno de la cuarta temporada de ‘The Boys’
Nuevos personajes con puntos a favor
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Uno de los puntos más importantes de The Boys, ha sido la forma como el argumento explora en situaciones caóticas a través de personajes de moral cuestionable. El resultado es un mapa de situaciones a menudo impredecibles, que exploran en sus protagonistas desde ángulos novedosos. Pero mucho más, los utiliza para narrar una historia inteligente y brutal que ha crecido en cada entrega, hasta hacerse una crítica frontal y maliciosa sobre la cultura actual.
La cuarta temporada lo hace de nuevo. Solo que en esta ocasión, está más consciente del peso de las relaciones entre sus protagonistas. Pero además, lo importante que resultan sus actuaciones y decisiones, de cara a la política e incluso, la visión de la serie sobre la ética. Con dos añadidos al elenco original, The Boys retoma varios de sus mejores temas y los lleva a una dimensión por completo distinta.
Por un lado, está Sister Sage (Susan Heyward), la persona más inteligente del mundo y responsable de las cuestionables estrategias de Los Siete y Vought International. Al otro Firecracker (Valorie Curry), responsable de un nuevo tipo de comunicación cuestionable por parte de los superhéroes. El resultado es un ambiente enrarecido que se hace más complicado y perverso a medida que pasan los capítulos.
Los habituales de siempre, más complejos que nunca
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Al otro extremo, está el grupo de recurrentes que, en la temporada cuatro, se hicieron más complicados, crueles y por supuesto, violentos que nunca. Lo que incluye, distintas facetas de Butcher (Karl Urban), en la que se mostró su desazón, angustia e incluso, los rasgos de locura con las que debe lidiar. Con la personalidad escindida en dos visiones del mal — ninguna del bien — el personaje mostró su lado más violento, retorcido y sangriento.
Pero, lo mismo cabría decir de su némesis, El Patriota (Homelander), interpretado por Antony Starr. Los guionistas dedicaron tiempo e interés, a crear un villano que, además, tiene un trasfondo doloroso y cada vez más duro. Sin embargo, más allá de eso, sigue siendo la encarnación de la corrupción, la ética corrompida y la avaricia de Vought International. Todo lo que llevó al personaje a desconocidos extremos y a cometer nuevos horrores.
Del resto del elenco, también podría decirse brilló en toda una serie de versiones sobre el bien y el mal que sorprenden. De Starlight (Erin Moriarty), heroína por derecho propio, a la espantosa experiencia de Hughie (Jack Quaid) y su padre (un enorme Simon Pegg). Lo cierto es que equipo de superhéroes mostró sus peores y más complicadas facetas, a partir de un punto de vista novedoso que sorprende.
Lo malo de la cuarta temporada de ‘The Boys’
La serie comienza a hacerse repetitiva
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Eso, a pesar de los esfuerzos de Eric Kripke y el grupo de guionistas que encabeza, The Boys está sufriendo de la inevitable resaca ciclica de sus temas más recurrentes. Del odio de Butcher contra El Patriota (Homelander), al empeño de usar los escenarios y personajes de Vought International para parodiar a las grandes sagas de superhéroes. Lo cierto es que The Boys comienza a sufrir la inevitable fractura en un punto que comienza a ser recurrente, cuando no tedioso en alguna de sus tramas mayores.
En específico, cuando los diferentes capítulos no encuentran una manera novedosa de narrar la corrupción del poder. Más allá de las escenas de fantasía brutal — sí, nos referimos a las ovejas caníbales — o el descubrimiento de la verdadera identidad de Joe Kessler (Jeffrey Dean Morgan). The Boys está intentando, por todos los medios, refrescar sus principales obsesiones o en cualquier caso, hacerlas más complejas. Pero ya sea por la falta del elemento sorpresa a que se ha hecho predecible, la serie ha tenido poco que aportar al universo central de la serie.
Más impactante que compleja
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Pollos mutantes capaces de atravesar el pecho del más desprevenido, estallidos de cabezas, visceras derramadas. El Patriota (Homelander) cubierto de sangre después de la enésima atrocidad. Hugh Campbell Sr. atravesando el cuerpo de un paciente desprevenido. Lo cierto es que a la cuarta temporada, no le han faltado imágenes brutales, repugnantes y para el recuerdo de la mitología que rodea a la serie.
Pero quizás debido a que no es novedad las gamberradas de Los Siete o que ya es evidente que en The Boys todo apuesta a la exageración sangrienta, nada ha sorprendido en realidad. Al menos, no en la forma total y desconcertante en que lo había hecho en las anteriores temporadas. De hecho, uno de sus puntos bajos, fue volverse predecible. Tanto, como para que nadie se sorprendiera en realidad de la revelación de la verdadera identidad de Joe Kessler. O incluso, de los momentos más perturbadores que protagoniza El Patriota (Homelander)
Menos efectiva que fastuosa, la cuarta temporada ya deja a su paso síntomas de fatiga narrartiva. Muchos más obvios en los últimos tres capítulos de la entrega y la forma en que explora en las situaciones que rodean a sus personajes.
Lo feo de la cuarta temporada de ‘The Boys’
Del review bombing a la agresividad de los fanáticos
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The Boys siempre fue una serie antisistema que optó por burlarse de todos y de todo. De las grandes franquicias de superhéroes, Hollywood, los ocupantes de la Casa Blanca y hasta de la religión, la credulidad y el fanatismo. Nada faltó en la lista de sátiras que la serie incorporó a su repertorio y que la convirtió en la favorita de una gran base de fanáticos, fascinados por su humor burlón y gamberro.
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Por lo que sorprende la reacción adversa de una parte del fandom, debido a la decisión del argumento de burlarse del juicio de Donald Trump, los extremistas ultraconservadores y la derecha política estadounidense. La reacción no se ha hecho esperar y provocó un violento review bombing en varias plataformas. Pero todavía peor, el desconocimiento total de la esencia de The Boys. A saber: tal y como lo explora el cómic de Garth Ennis, la mayoría de las ideas de la historia, se basan en la confrontación. La de explorar la hipocresía cultural desde distintos puntos de vista. Algo que la cuarta temporada llevó a una dimensión por completo nueva.
¿Es el fin de la complicidad entre fanáticos y la producción? Lo más probable es que no, habida cuenta que solo resta una temporada para su final y lo más probable, es que The Boys encuentre un nuevo público. Con todo, la serie sigue dejando claro que su intención es incomodar. Lo que sin duda continuará haciendo en todos los recursos a su alcance.