Moe Berg tenía mucho en común con el americano promedio. Amaba el béisbol, sus padres eran inmigrantes ucranianos, sabía hablar siete idiomas, se graduó magna cum laude de la Universidad de Princeton y fue reclutado por la OSS (la agencia que precedió a la CIA) para asesinar a Werner Heisenberg, el científico más talentoso con el que contaban los Nazis. Ahora que lo pienso, en realidad no tiene mucho en común con nadie. Moe Berg era una persona muy rara y por eso su vida resultó completamente extraordinaria.

Nació el 2 de marzo de 1902 en la ciudad de Nueva York. Desde temprana edad, Moe Berg demostró ser un niño prodigio. Cuando solo tenía tres años, le pidió a su madre que lo inscribiera en una escuela lo antes posible. Sus padres deseaban carreras estables y respetables para sus tres hijos. Mientras que uno de sus hermanos se convirtió en doctor y el otro en profesor, a él le apasionaba el béisbol. Comenzó a jugar a los siete años y con el pasar de los años se acercaba cada vez más a una carrera profesional. Su padre nunca aprobó esa decisión, por lo que no asistió ni a uno de los cientos de partidos que jugaría su hijo.

Aun así, a los 17 años comenzaría a estudiar en la Universidad de Princeton. Graduándose magna cum laude con un título en idiomas modernos. Había logrado la eficiencia en siete idiomas: Latín, griego, francés, español, italiano, alemán y sánscrito. Durante sus cuatro años en Princeton se convertiría en una estrella del campus, llegando a ser capitán del equipo, liderando a sus compañeros para derrotar a los archirrivales de la escuela, Harvard y Yale. Firmó su primer contrato profesional con los Brooklyn Robins por unos 5000 $ en esos tiempos, el equivalente a 89.000 $ en la actualidad.

No se convertiría en una gran estrella del béisbol, pero entraría en los libros de historia de otra manera.

Catcher de día, abogado de noche

El desempeño de Moe Berg en su primera temporada como beisbolista profesional sería decente. Pero sus jefes se darían cuenta rápidamente que sus intereses iban mucho más allá del deporte. Al finalizar la temporada, Moe tomó un barco hacia París. Allí se inscribiría en 32 clases diferentes en la Sorbona (como se le dice coloquialmente a la Universidad de París). En enero del año siguiente, mientras el resto de sus compañeros de equipo se preparaban físicamente para comenzar la siguiente temporada, Berg pasó meses viajando por Italia y Suiza. Al volver a casa, su desempeño como jugador seguía siendo regular, pero demostró progreso como bateador. Los Medias Blancas de Chicago decidieron agregarlo a su equipo.

Cuando la temporada de 1926 estaba a punto de comenzar, Moe Berg le informó a su nuevo equipo que se saltaría el entrenamiento de primavera para cursar su primer año en la escuela de leyes de la Universidad de Columbia. En mayo volvió al equipo, participando en 41 juegos ese año. Parecía estar más interesado en sus estudios que en su carrera deportiva, ya que repitió el mismo comportamiento para la temporada siguiente, frustrando a sus jefes, quienes le ofrecieron más dinero por volver al entrenamiento, pero este rechazó la oferta. Moe era conocido por pasar cada segundo que no estuviera jugando contando historias en el dugout, divirtiendo tanto a sus compañeros de equipo como a los periodistas, quienes acostumbraban convertirlo en la estrella de sus reportajes.

Al parecer, podías ser deportista profesional a tiempo parcial en la época de Moe Berg.

A pesar de su falta de compromiso, varios jugadores en su posición se lesionaron, por lo que Moe se convirtió en el catcher titular, mostrando un excelente desempeño. Mientras su nombre aparecía en los listados de las mejores estadísticas de la liga profesional, logró graduarse de la escuela de leyes en 1930. Al poco tiempo Berg se convertiría en un embajador del béisbol, el gobierno lo envió a viajar por todo el mundo dictando seminarios sobre sus experiencias con el deporte. Para no escribir una lista de países enorme, digamos que viajó por toda Asia hasta que terminó en Alemania. Al volver a casa fue fichado por los Medias Rojas de Boston, equipo para el que jugó cinco temporadas. En 1941, cuando Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial, Moe Berg decidió ayudar.

Se convierte en espía para la OSS

Es fácil entender cómo una persona que hablaba ocho idiomas (desde que salió de Princeton había aprendido japonés) podría resultar útil durante la Segunda Guerra Mundial. En 1942 comenzó a trabajar para el gobierno. Fue enviado a Europa con dos misiones: investigar qué tan avanzado estaba el programa nuclear Nazi y convencer a los científicos europeos más valiosos a continuar sus carreras en los Estados Unidos. Moe Berg utilizaría su intelecto en combinación con su encanto personal para infiltrarse en los grupos que frecuentaban estos científicos y explicarles por qué vivir en América era lo que más les convenía. Sus esfuerzos dieron frutos, numerosos científicos prestigiosos abandonaron Europa. Su éxito en esta labor llevó al Presidente Roosevelt a comentar: "Veo que Berg todavía está atajando bastante bien", en referencia a sus años como catcher.

A pesar de haber determinado que el programa nuclear nazi representaba poca amenaza para los aliados, la OSS (predecesora de la CIA) no estaba dispuesta a tomar riesgos. Por lo que decidió enviar a Moe Berg a Zurich armado con una pistola calibre .45 y una pastilla de cianuro. Su misión sería infiltrarse en una de las clases de Werner Heisenberg acompañado de un par de científicos aliados. Si las palabras del físico número uno de la Alemania Nazi indicaban que los alemanes estaban cerca de construir su propia bomba atómica, Berg debía eliminarlo.

DALL-E piensa que la escena se vería más o menos así.

Berg tuvo varias oportunidades para dejar fuera de combate a Werner Heisenberg, pero finalmente decidió seguir su instinto y dejarlo vivir. Parece que el ex-beisbolista intuyó que Heisenberg en realidad no estaba del lado de los Nazis. También resultó que uno de sus amigos científicos, Paul Scherrer, lo acompañó para aquellos contactos con Heisenberg. Como aquel no se escandalizó al escuchar las palabras del supuesto físico Nazi, Berg concluyó que los alemanes no podían estar cerca de construir su propia bomba atómica. Al terminar la guerra, Heisenberg diría que siempre fue anti-Nazi y que atrasó deliberadamente los esfuerzos para desarrollar un proyecto similar al de Oppenheimer. Sin embargo, otras evidencias señalan que el genial sujeto simplemente no tenía idea de cómo realizar una.

Por supuesto, Hollywood produjo una película sobre este emocionante drama. Titulada The Catcher Was a Spy. En 1946, el Presidente Harry Truman quizo entregarle la Medalla Presidencial de la Libertad a Moe Berg, la condecoración civil más prestigiosa que existe. Pero este rechazó ese honor, argumentando que, en vez de un valioso reconocimiento por sus esfuerzos, para él sería como un doloroso recordatorio de que sus aventuras en la guerra habían llegado a su fin. Murió en 1972, a los 70 años. Sus últimas palabras fueron: "¿Cómo les fue a los Mets hoy?"