William Tecumseh Sherman, el general gracias a quien los ejércitos de Abraham Lincoln pudieron salir victoriosos en la Guerra Civil Americana, famosamente dijo: "Estoy cansado y enfermo de la guerra. Sus glorias no tienen ningún valor. Solo aquellos quienes nunca han disparado un tiro, ni escuchado los gritos y gemidos de los heridos, son los que claman fuerte pidiendo sangre, venganza y desolación. La guerra es un infierno". La mayoría de personas en este mundo seguramente concuerdan con la icónica cita del general Sherman. Pero no es el caso de Adrian Carton, el soldado cuyo amor por la guerra lo convertiría en una leyenda.

Fue apodado "el soldado inmortal", ya que defiende el record de ser el militar quien más heridas graves recibió en combate y vivió para contarlo. Durante sus treinta y cuatro años de servicio, habiendo participado en seis guerras distintas, fue herido once veces. Perdió su ojo izquierdo y su mano izquierda. También recibió disparos en su pierna izquierda, tobillo derecho, estómago, ingle, cadera y por detrás de la cabeza.

Uno esperaría que una persona así cargara con un estrés post-traumático insoportable. Pero Adrian Carton estaba construido diferente. Luego de cada herida grave, los médicos le aconsejaban que se retirara, mientras que sus superiores querían darlo de baja, pero Carton hizo oidos sordos para poder volver al campo de batalla lo más pronto posible. Al escribir sus memorias diría: "Francamente, disfruté de la guerra...¿y por qué la gente quiere paz si la guerra es tan divertida?". Esta es su historia.

La última foto que le tomaron al soldado inmortal.

Adrian Carton siempre quiso ir a la guerra

El 5 de mayo de 1880, Adrian Carton de Wiart nació en una familia aristocrática en Bruselas, Bélgica. Su madre murió cuando solo tenía seis años, luego de eso la familia se mudó al Cairo, en Egipto. Con esos orígenes, Carton pudo haberse dado el lujo de saltarse el servicio militar para concentrarse en sus estudios, como era el deseo de su padre. Pero Adrian no tenía ninguna intención de cumplir esos deseos. En 1899, cuando comenzó la Segunda Guerra Bóer en Sudáfrica, falsificaría su identidad y edad para ser aceptado sin problemas en el ejército inglés. Mientras su padre pensaba que él seguía estudiando leyes en Oxford, el soldado inmortal se encontraba camino a otro continente.

En su primer combate recibió dos disparos, uno en el estómago y otro en la ingle. No le quedaba de otra sino volver a Inglaterra para recuperarse y enfrentarse a su padre. De alguna manera logró convencerlo de que Oxford no era para él. Luego diría que la guerra siempre estuvo en su sangre. Para 1901, Adrian Carton estaba de vuelta en Sudáfrica. Se unió a un regimiento de caballería y por su buen desempeño fue ascendido al rango de cabo. Pero aquello solo duró un día hasta que fue rebajado a su rango original por amenazar con golpear a un sargento.

Apenas terminó la Segunda Guerra Bóer en 1902, Carton solicitó ser enviado a otra guerra, esta vez para Somalilandia en Africa oriental. Ahí no participaría en ninguna batalla y sin tener más nada que hacer fue enviado a la India. Allí sufrió un grave accidente mientras cazaba cerdos. Durante la cacería se cayó de su caballo y tuvo la mala suerte de que el animal cayó encima de él, rompiéndole varias costillas y un tobillo. Mientras se recuperaba de sus heridas tuvo un conflicto con un sirviente y terminó disparándole en el trasero. Por eso fue encarcelado por unos meses. A pesar de ser tan joven y ya tener el cuerpo tan desgastado, el soldado inmortal todavía tenía una sed inmensa por seguir combatiendo.

Adrian Carton (a la izquierda) durante la Segunda Guerra Mundial.

Carton disfrutó de unos cuantos años de paz en Sudáfrica. Pasaba su tiempo apostando, socializando, montando caballos y cazando. También aprovechó para fortalecer su cuerpo, entrenando hasta el punto de que podía romper a la mitad un mazo de cartas con sus propias manos. En 1907 logró convertirse en un ciudadano británico. El año siguiente lo pasó viajando por Europa, casándose con una condesa del Imperio Austro-Húngaro, con quien tuvo dos hijas.

Justo antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, el soldado inmortal estaba liderando un regimiento de camellos en Somalilandia. Como acostumbraba liderar a sus hombres desde la primera línea, recibió tres disparos en la cara durante un combate, así perdería su ojo izquierdo, pero lograría sobrevivir milagrosamente. Luego comentaría sobre esa batalla: "Fue increíblemente divertida". Tuvo que volver a Inglaterra, esperando ser asignado para combatir a los alemanes. Consiguió lo que quería, pero con la condición de que usara un ojo de vidrio para que el enemigo no pensara que los ingleses estaban enviando soldados débiles. Carton aceptó, solo para lanzar el ojo de vidrio por la ventana del taxi al salir de la reunión.

Adrian Carton participa en la Primera Guerra Mundial

Para 1915, Adrian Carton estaba de camino al frente Oeste para liderar otro regimiento de caballería. En su primer combate, durante la segunda batalla de Ypres, su misión era relevar a una unidad de infanteria. Luego de una explosión su mano izquierda quedó gravemente mutilada, dejando dos de sus dedos colgando de su palma. Mientras el doctor dudaba si amputarlos o no, Adrian decidió hacerlo él mismo de un mordisco para así volver al combate lo más rápido posible. Lo que quedó de su mano luego sería amputado de una manera más convencional. Sorprendentemente, su sed por el combate todavía no estaba ni cerca de ser saciada.

Continuó peleando en la batalla del Somme. Sus hombres contaron cómo en ese combate Adrian Carton le quitaba el seguro a las granadas con los dientes y procedía a lanzarlas con su única mano. Su hazaña más valerosa sucedería en 1916 en el pueblo de La Boisselle en Francia. Luego de que tres comandantes habían muerto en combate, Carton tomó control de las tres unidades, solo para darse cuenta de que no contaba con ningún aparato para comunicar sus órdenes. La radio se había dañado y no tenían ni palomas mensajeras. Por eso decidió convertirse en su propio mensajero, corriendo de un lado a otro bajo fuego enemigo para poder coordinar los movimientos de los soldados bajo su mando. El esfuerzo fue exitoso, los alemanes no pudieron pasar. Por su valentía recibió la cruz de Victoria, la condecoración militar británica más alta, otorgada al valor "frente al enemigo".

Adrian Carton continuó dirigiendo batallas desde la primera línea de manera genial, hasta que recibió un disparo por detrás de la cabeza en los bosques de Delville. Como ya era costumbre, al poco tiempo se recuperó y escogió seguir luchando. En tres batallas posteriores volvió a recibir disparos, en el tobillo, cadera, pierna y oreja.

Es un misterio cómo el soldado inmortal podía recuperarse tan rápido.

Cuando terminó la guerra Carton fue enviado a Polonia para servir de consultor, ya que el país estaba en guerra con la Unión Soviética, Checoslovaquia, Ucrania y Lituania. En 1919, el mismo año en que fue asignado, sobrevivió dos accidentes de avión. En 1920 se encontraba en un tren de observación cuando una banda de cosacos atacó el vehículo. El soldado les disparó con su revolver hasta que fue derribado del tren en movimiento. Sin perder el tiempo se levantó y volvió a montarse en el tren mientras continuaba disparándole a sus atacantes. En 1921 Polonia resultó victoriosa, Adrian le había tomado cariño a ese país por lo que decidió quedarse. En 1923 el soldado por fin decidió retirarse, supuestamente.

Adrian Carton participa en la Segunda Guerra Mundial

La vida tranquila de Adrian Carton terminó el primero de septiembre de 1939, cuando la Alemania Nazi y la Unión Soviética decidieron invadir Polonia. Tuvo la suerte de huir a Rumania. Habiendo cumplido 59 años, tenía mucha prisa por regresar a su país para volver a enlistarse en el ejército. Ya disfrutando del rango de general, recibió la orden de liderar una fuerza francoinglesa que desembarcaría en Noruega para detener la invasión alemana.

La operación fue un completo desastre desde el inicio. El avión de Carton fue forzado a estrellarse cerca de un fuerte que luego sería atacado por un avión alemán. Al reunirse con sus soldados se dio cuenta de que la situación era desesperada. Poca comida, pocas municiones, mientras que los alemanes ya se encontraban bastante cerca. Decidieron retirarse, teniendo que escalar montañas para poder alejarse lo suficiente de las tropas del enemigo y llegar al mar. La marina inglesa logró rescatarlos y volvieron sanos y salvos a Inglaterra el día del cumpleaños 60 del soldado inmortal.

En 1941, Winston Churchill reclutó a Adrian Carton para dirigir una misión secreta. Su objetivo sería entrar a Yugoslavia para contactar a los partisanos liderados por Josip Broz Tito y ofrecerles el apoyo de los aliados. Pero Carton nunca llegaría a ese país. Luego de una parada para surtir combustible en la isla de Malta, el avión que lo transportaba a él y a su equipo cayó en picado, estrellándose en el mar Mediterraneo. Por suerte se estrellaron cerca de la costa. Adrian, con 61 años, una sola mano y un solo ojo, logró nadar hacia tierra cargando a cuestas a uno de sus hombres.

Chiang Kai Shek, Franklin Roosevelt y Winston Churchill reunidos en el Cairo.

Se encontraban en Libia, territorio dominado por los fascistas italianos. Cuando estos notaron su presencia los arrestaron y luego llevaron a un campo para prisioneros de guerra en Florencia. Luego de cinco intentos de escape fallidos, Carton y los demás prisioneros pasaron siete meses cavando un tunel, hasta que en marzo de 1943 por fin lograrían salir de su encierro. Trataron hacerse pasar por campesinos italianos pero el plan fracasaría y serían atrapados de nuevo solo ocho días más tarde.

Su suerte mejoraría cuando un golpe de estado sacaría a Benito Mussolini del poder y quienes lo reemplazaron comenzarían a negociar en secreto con los aliados para terminar la guerra. Los italianos escogieron a Adrian Carton para servir como intermediario y así fue liberado y enviado a Lisboa. La negociación tuvo éxito y el soldado inmortal volvió a Inglaterra. Solo para que Churchill lo enviara a China para representar a la nación frente a Chiang Kai Shek.

Como se trataba de una misión diplomática, su estancia fue mucho más pacífica en comparación con el resto de su vida. En una conversación con Mao Zedong, el soldado inmortal le diría que no tenía ninguna intención de visitar su base de operaciones porque simplemente odiaba el comunismo. Su misión terminó en 1947 y así por fin pudo volver a su hogar. Pasó 16 años tomándose un merecido descanso hasta su muerte el 5 de junio de 1963.

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