Una de las atracciones más populares del pasado eran los circos, ya que solían estar compuestos por una colección de personas sensacionales: acróbatas, trapecistas, tragafuegos, etc., pero los más memorables eran los sujetos capaces de domar animales salvajes como leones, osos y los más imponentes, los elefantes.

A finales del siglo XIX, uno de estos enormes especímenes se convertiría en una de las estrellas mundiales más famosas que se han visto. Se trata de un elefante africano, cuyo nombre, Jumbo, se convertiría en sinónimo de gigantesco; además de inspirar la historia del segundo elefante más famoso de la historia, el éxito de Disney "Dumbo".

Jumbo nació el 25 de diciembre de 1860 en Sudán. Poco después su madre fue asesinada por cazadores, estos secuestraron al pobre elefante bebé para venderlo a un aventurero con el maravilloso nombre de Lorenzo Casanova. El valiente italiano se propondría cruzar quinientos kilómetros de desierto para llegar al Mar Rojo. Lo haría acompañado de una colección de criaturas fantásticas, cuya venta lo convertiría en un hombre muy rico: puercoespines, civetas, chacales, caracales, monos, chitas, pájaros y un pequeño elefante. Les tomó seis semanas cruzar el desierto, solo para embarcarse en otro viaje, esta vez cruzando el mar con dirección a Suez. Luego un tren hasta llegar a Dresden, Alemania. Allí vendería gran parte de su botín a una exhibición alemana, pero Jumbo terminaría en Londres.

Nuestros ancestros eran bastante geniales. Imagen generada con IA.

Sensación en Londres

La noticia de que un elefante africano había sido vendido a un zoológico de París llamó la atención del superintendente del zoológico de Londres, Abraham Bartlett. Comprarlo le costó un rinoceronte, un chacal, un par de águilas, otro de dingos, una comadreja y un canguro. Parece que Bartlett no era muy bueno negociando, sobre todo considerando que para ese momento Jumbo se encontraba muy mal de salud, su piel estaba en muy mal estado y tenía los ojos infectados. Sus nuevos dueños harían todo lo posible para devolverle su vitalidad al paquidermo.

Tuvieron éxito en sus esfuerzos y así Jumbo se convertiría en la atracción más popular del zoológico de Londres. Al esparcirse la noticia de la compra de este elefante africano, el público se mostraba emocionado. Ya habían visto elefantes antes, provenientes de la India, pero se decía que este espécimen era mucho más grande que esos y que tenía el potencial para crecer muchísimo más. Bartlett se las ingenió para adquirir otro elefante africano, una hembra llamada Alice, luego apodada la “esposa de Jumbo”. Luego de un año, Michael Scott, el cuidador del elefante gigante, comenzó a entrenarlo para que pudiera darle paseos a los niños.

Ya capacitado para ofrecer paseos, todos los niños de Londres deseaban ver el mundo montado sobre los hombros de Jumbo, quien para entonces ya medía casi cuatro metros. La Reina Victoria realizó múltiples visitas durante su reinado, cada vez dejando que sus niños disfrutaran de un divertido paseo en elefante gigante. También se dice que un joven Winston Churchill habría montado al animal durante una visita. A pesar de su enorme popularidad, Jumbo estaba comenzando a causar demasiados problemas.

Esto es lo que me imagino que pasó. Imagen generada con IA.

Por lo general considerado un animal dócil e inteligente, Jumbo odiaba ser encerrado en las noches. Obligando a los trabajadores del zoológico a trabajar constantemente para fortalecer el edificio que lo mantenía encerrado para que pudiera soportar los poderosos berrinches del elefante. Cuando la ansiedad de Bartlett por las rabietas de su mascota se estaba volviendo insoportable, recibió un telegrama del showman circense americano Phineas T. Barnum queriendo comprar al animal. El precio se estableció en 2.000 libras.

La sociedad inglesa no estaba lista para despedir a la icónica bestia. Miembros de la sociedad zoológica llegaron a demandar a su propio consejo para así impedir su venta, pero no dio resultado. Miles de fanáticos visitaron el zoológico de Londres para despedir al elefante, llevándole todo tipo de regalos, entre pasteles, dulces y alcohol. Luego de 16 años como residente de esa isla, Jumbo se embarcaría de nuevo rumbo a su nuevo hogar, la ciudad de Nueva York.

Estrellato en América

Ya en tierra firme, se necesitaron 16 caballos y 200 hombres para transportar a Jumbo desde el muelle en el sur de Manhattan, hasta la parte baja de Broadway, un viaje de apenas 400 metros que el elefante realizó acompañado de cientos de admiradores maravillados por su tamaño. Desde Wall Street el recorrido era menos empinado, el animal continuó su camino por varios kilómetros dirigiéndose hacia Madison Square Garden, el teatro de 9.000 asientos en donde ocurriría "El show más grande de la Tierra" de Barnum and Bailey's.

Durante los siguientes tres años, Jumbo sería la mayor estrella del circuito circense. Comenzaba en la primavera con un mes en el Madison Square Garden, para luego recorrer el Este de los Estados Unidos. En seis meses, el circo hacía más de 70 paradas desde Washington D.C. hasta Chicago en el Sur, más tarde de vuelta hacia al Norte cruzaba la frontera con Canadá para terminar la temporada.

El diccionario de Oxford afirma que la palabra “jumbo” solía ser usada coloquialmente para describir a una persona torpe. Pocos meses después de la llegada de Jumbo a los Estados Unidos, el término comenzó a ser usado para describir cualquier cosa enorme. En nuestros tiempos, la palabra tiene muchísmos usos, entre ellos "Jumbo Jet", "Jumbotron" y sobre todo se usa para enfatizar el tamaño de diversas comidas, como salchichas jumbo, camarones jumbo papas, jumbo, etc.

El gran Jumbo yace muerto.

La vida de Jumbo llegó a su fin de manera repentina y trágica. En 1885, en la ciudad de Ontario, en Canadá, el cuidador del elefante lo estaba guiando a través de las vías del ferrocarril hacia los carruajes del circo. Un tren de carga se estrelló contra el gigante animal, arrastrándolo por varios metros hasta descarrilarse. El gigante no murió inmediatamente, sino que agonizó por casi media hora, mientras que su cuidador sollozaba acostado sobre él.

Mientras tanto, el dueño del animal, Phineas T. Barnum, vio una oportunidad de negocio. Un taxidermista apareció en la escena rápidamente, listo para inmortalizar a Jumbo. El corazón del elefante pesaba 21 kilos y fue vendido por 40 $ a un anatomista de la Universidad de Cornell. Al poco tiempo, Barnum se iría de gira exponiendo el esqueleto del animal, viajando a Londres para aprovecharse de la nostalgia de sus antiguos fanáticos. También compraría a Alice, la "esposa de Jumbo", quien supuestamente se pondría a llorar al ver la versión disecada de su antiguo compañero.

Jumbo disecado, conservado en el Barnum Museum of Natural History.

Luego de exprimir por completo económicamente al cadaver de su mascota, Barnum lo donó a la Universidad de Tufts, institución en la cual había fundado un museo que llevaba su nombre, el Barnum Museum of Natural History. Trágicamente, el museo se quemó en 1975. Hoy en día, solamente la cola del legendario animal es conservada por el Tufts University Archive. Podemos decir que ninguna otra bestia podrá competir con Jumbo, ningún otro animal ha sido tan amado y tan celebrado a nivel mundial.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: