En el libro El Simpatizante (2015) de Viet Thanh Nguyen, todo lo que puede salir mal para su agobiado personaje central, lo hará. Mucho peor, poco a poco quedará claro que la red de desastres que rodean su vida, como un doble espía, está a punto de conducirle a una muerte segura. Esa sensación de desastre inminente, se traslada casi por completo a su adaptación en HBO. Pero más allá, en siete capítulos, la serie logra lo que parecía más complicado. Brindar a este relato retorcido de lealtades cruzadas, el mismo trasfondo siniestro burlón del original. Nada parece cierto — aunque lo sea — en esta exploración del mundo después de la guerra de Vietnam.

Pero más que eso, El Simpatizante es una sátira del mal, la violencia y la política actual. Todo en el contexto de la forma en que el mundo occidental comprende al asiático y lo caricaturiza. Lo que impulsa a sus dos primeros capítulos a lugares incómodos y brillantes acerca de lo que el cine y sus símbolos, juzgan real. Con esa metarreferencia — que permite a la serie incluir referencias a cintas como Apocalipsis Now y la Delgada línea roja — el argumento avanza a través de su premisa principal. A saber: cómo un personaje sin nombre (Hoa Xuande) observa al capitalismo norteamericano y a la vez, al comunismo de su Vietnam natal. Todo eso, en mitad de una misión de retorcida subversión cultural que atraviesa décadas, ideologías y los lugares más oscuros de ambos sistemas políticos. 

El Simpatizante

El simpatizante es una rara mezcla entre thriller político y sátira, que combina tensión política y una burlona visión del poder. Un escenario de extremos que funciona gracias a la habilidad de su creador, el director Park Chan-Wook, para contar una historia complicada a través de su apartado visual. Pero más allá de las proezas en iluminación nocturna y la cámara subjetiva, la producción resulta un éxito gracias a su elenco. En especial, Robert Downey Jr. en cuatro papeles distintos

Puntuación: 4 de 5.

Pero El Simpatizante no intenta ser sermoneador o moralista. Más bien, es un análisis perverso de un mundo en que todos los extremos creen tener la razón para destruir al otro. El showrunner Park Chan-Wook, conocido por sus fantasías retorcidas y excesos, toma el guion y lo convierte en una serie de escenas perturbadoras. Por un lado, cómo este personaje mestizo — hijo de una vietnamita y un francés — y sin un lugar cultural real, observa lo que le rodea. Al otro extremo, como esa observación no le hace crítico, sino un elemento anómalo. Un hombre rehén entre dos presiones distintas y que deberá decidir a cuál le conviene más traicionar. Lo que acabará por hacer — o al menos, lo intentará — en medio de una serie llena de un furioso sarcasmo sobre la sociedad actual. 

Nada es lo que parece en ‘El Simpatizante’

Aunque pueda parecerlo, esta no es una historia sobre la doble moral. En realidad, la serie está más interesada en analizar cómo en la política, todo es lo mismo. Y más allá, como las ideologías solo son ventajas para el poder, sea quien sea que lo detente. 

Se trata, claro está, de una premisa compleja que el guion cuenta a través de un hombre con heterocromía y que, con un par de lentes de contacto, puede cambiar su origen étnico. O intentarlo, lo que le convierte en un camaleón humano. Hoa Xuande brinda a su personaje una rara vulnerabilidad, a medida que crece de un adolescente tristón a un hombre convencido que debe matar o morir. 

El guion de Don McKellar es hábil al narrar la vida de un espía que termina por enamorarse del capitalismo pero sin dejar de ser un ferviente devoto al comunismo. De hecho, el argumento plantea la idea incómoda que, al final, todo sistema político se basa en las carencias de los hombres y mujeres que gobierna. Gradualmente, el personaje anónimo encuentra que el espiar para uno u otro gobierno es casi lo mismo, solo que cada extremo, exige cosas distintas. Y él lo brinda, en un intento por sobrevivir, que se hace más tortuoso a medida que las líneas entre sus lealtades se hacen difusas. 

Robert Downey Jr., en un papel a su medida

Es entonces cuando los múltiples personajes que interpreta el actor Robert Downey Jr. entran en escena. Todo, para mostrar toda la fealdad del capitalismo a través de varias de sus encarnaciones. En una arriesgada jugada, la producción permite al actor encarnar desde un profesor a un político, todo en medio de la sensación que en la avaricia, todo es parecido. La decisión del argumento se justifica casi siempre y el recién ganador del Oscar tiene la suficiente versatilidad para lograr dar carácter a cada figura.

Con todo, hay mucho de artificial en este juego de papeles que no termina por ser todo lo curioso o en cualquier caso cínico, que el argumento pretende. En varias ocasiones, el juego de personajes es más efectista, que efectivo. En especial, cuando Downey Jr. debe verse envejecido y el maquillaje no las tiene todas consigo, lo que lo deja convertido en poco menos que una caricatura. Aun así, el intérprete es lo suficientemente talentoso como para evitar que esos errores entorpezca su actuación. Y de hecho es su habilidad, la que sostiene varios de los mejores capítulos de la serie. 

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El Simpatizante utiliza la energía del actor para subsanar los momentos en que la política se vuelve pesada y una maraña de ideas que no se resuelven del todo. Pero con Downey Jr. a la cabeza, incluso los largos parlamentos sobre el futuro y la codicia, se hacen hábiles reflexiones acerca de la avaricia. No siempre es todo lo que la serie necesita para avanzar en sus momentos más pesados, pero cuando lo logra la convierte en un espectáculo digno de verse. También, en uno de los más interesantes estrenados hasta ahora en el 2024. 

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