Varias de las escenas más importantes de la miniserie Mi reno de peluche, son muy incómodas de ver. Algunas, rozan directamente lo gráfico al contar la durísima experiencia del comediante Richard Gadd, que sufrió el acoso de una mujer por más de una década, además de violencia sexual. En la miniserie de siete capítulos, la historia real al trasfondo se hace un escenario cruel que explora la salud mental, la violencia y el miedo. Todo, en medio de secuencias que muestran la lucha del protagonista por mantenerse mentalmente a flote en medio de una situación cada vez más desesperada y brutal. 

Pero la producción de Netflix es mucho más que un argumento bien narrado acerca de varios de los males más comunes de nuestra época. También, es un experimento de ficción a gran escala. El cómico de origen escocés Richard Gadd, escribe, protagoniza y también produce, un acercamiento muy directo y duro a su propia historia. Lo cierto es que el personaje central es un alter ego suyo, a través del cual, analiza los dos momentos más traumáticos de su vida. Lo hace, además, a través de la compasión, una mirada sensible sobre el sufrimiento y un duro alegato acerca de la salud mental. Algo que hace de la producción una obra extraña en el panorama del mundo del entretenimiento actual.

Te dejamos tres buenas razones para ver una de las series más populares de Netflix del momento y todo lo que rodea a su conmovedor argumento. De una reflexión acerca de los límites de lo privado en la actualidad, hasta un recorrido hacia el perdón, la paz espiritual y la generosidad, a través del humor. Se trata de una revisión a una trama que tiene todo para convertirse en un clásico a futuro. A la vez, en una de esas raras oportunidades, en que una víctima puede cerrar una etapa de su vida a través de una obra artística. El mensaje más interesante que Mi reno de peluche deja a su paso. 

Una dura historia real contada en profundidad

Richard Gadd decidió relatar su dolorosa travesía a través de un cuadro de acoso y otro de violencia sexual, por medio de la miniserie. Lo que le permitió, además, profundizar en varios de los temas más angustiosos con los que tuvo que enfrentar como sobreviviente. 

A saber: el de perdonar a su acosadora, por considerarla una mujer que atravesaba un trastorno mental no diagnosticado. Al otro extremo, denunciar a su abusador, una figura de la industria del entretenimiento británica, que le agredió luego de hacerle consumir drogas.

Uno de los aspectos más interesantes de Mi reno de peluche, es la manera como Gadd — que se interpreta a sí mismo en el argumento — es el ejercicio de reconocimiento del dolor que lleva a cabo. Su personaje, que detalla los atroces escenarios que debió atravesar, también muestra, al final, la forma en que pudo recuperarse de todos ellos. Lo que brinda a la serie un carácter confesional muy particular, cercano a la realidad y por último, el sentido de un alegato realista hacia formas de violencia contemporáneas. 

Una serie que desafía los prejuicios

Mi reno de peluche cuenta la historia de Gadd a detalle. Lo que incluye, mostrar como conoció a su acosadora casi de manera casual en el bar en que trabajaba. Martha (Jessica Gunning en la ficción) atraviesa una durísima situación personal cuando conoce al personaje de Gadd y se obsesiona con él. Tanto, para convertirse en una figura aterradora de la que el protagonista debe luchar y huir la mayor parte del tiempo. 

Lo anterior, ocurrió en la vida del comediante. De la misma forma que su alter ego en la ficción, durante su trabajo en un bar, conoció a una mujer que atravesaba una crisis personal, por lo que intentó consolarla. Lo siguiente que ocurrió es que esta comenzó a perseguirlo tanto en su vida cotidiana como el mundo online. 

En menos de dos años, le envió alrededor de 100 páginas de cartas, 744 tuits, 46 mensajes de Facebook y 41.071 correos electrónicos. Todo, en medio de la insistencia que era “el amor de su vida” y que él no podía aceptarlo. A todo lo anterior habría que añadir 350 horas de mensajes de voz y cuatro denuncias por hostigamiento, que incluyó perseguir a Gadd por la calle y apostarse en las afueras de su casa. 

Una recreación de una situación desesperada

Pero, aunque la miniserie cuenta lo sucedido paso a paso, se niega a considerar a la acosadora como una criminal. Lo mismo que la situación de Gadd en la vida real — que evitó la mujer en cuestión fuera a la cárcel — la producción deja muy claro que se trata de un trastorno mental que debe ser tratado. Tanto, que el argumento puntualiza que la acusada necesita ayuda.

Lo que convierte a Mi reno de peluche, en un escenario respetuoso para profundizar acerca de la estabilidad mental en nuestra cultura y los prejuicios que la rodean. Pero, en específico, la forma en que hay pocas opciones para los aquejados de trastornos psiquiátricos. Un alegato que la serie explora con respeto y franqueza. 

El tema tabú que 'Mi reno de peluche' aborda

La serie, además, toca un tema muy poco frecuente en series o películas. La del abuso sexual infringido y sufrido por hombres. De la misma manera que en la vida ficción, Gadd sufrió de una agresión brutal por parte de un ejecutivo del mundo del entretenimiento. Este le proporcionó drogas para poder atacarle y además después, le presionó para evitar una denuncia. Lo que provocó que el comediante se encontrara en medio de una situación insostenible, violenta y cada vez más degradante.

Mi reno de peluche cuenta la situación sin ahorrarse detalles, toda una rareza en argumentos semejantes. Pero la decisión, permite que Gadd pueda no solo mostrar que las violaciones contra hombres son lamentablemente frecuentes. También, la forma en que logró encontrar ayuda, apoyo y al final, se recuperó — a medias — del trauma. Una travesía que culminó con la serie en que la pudo mostrar su experiencia sin avergonzarse o temer represalias. 

Una serie compleja que no lo parece

Más allá de sus temas más polémicos, Mi reno de peluche también profundiza al subtexto en tópicos complejos. En especial, mucho más sutiles que los centrales, como el consentimiento, el miedo a la soledad y la búsqueda de identidad en un territorio corrompido. Poco a poco, Gadd, logra mostrar que la ambición por ser reconocido, la celebridad instantánea y la necesidad del éxito, se convierte en un escenario confuso.

Para su último capítulo, la serie demostró dos cosas. A un extremo, que el arte puede ser un vehículo para la redención, como le ocurre al personaje y al hombre real en que se basa. Por otro lado, que la recuperación de situaciones críticas, pasa por perdonarse a sí mismo y a otros, en un ejercicio espiritual de enorme importancia. El tópico más duro que trata la producción y que la convierte en una de las mejores del año. 

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