Los artistas viven de su imaginación. Se supone que son los seres humanos más creativos, porque pueden convertir meros pensamientos en obras conmovedoras. Al escribir literatura tienes el poder de, como por arte de magia, poner en la cabeza del lector lo que sea que quieras describir. Un cineasta no goza de ese lujo. Todo lo que aparece en pantalla cuesta dinero, por lo que una historia bastante imaginativa requiere de un presupuesto bastante grande. Dune participa infamemente de esa categoría. Leerla es un sueño, intentar adaptarla al cine una pesadilla.

Solo alguien tan excéntrico y talentoso como el director de cine chileno Alejandro Jodorowsky podría proponerse adaptar una obra de ciencia ficción como Dune, en un momento en que los efectos especiales por computadora no existían. Mientras que para algunos parecería un reto impensable, para Jodorowsky significaba una oportunidad de oro. La novela tenía tanto potencial para ser convertida en una experiencia cinematográfica trascendental que era una necesidad convertirla en una película.

En 1974, Alejandro Jodorowsky venía de dirigir dos películas que lo convertirían en un ícono del cine de arte: El topo y La montaña sagrada. El éxito internacional de ambos filmes colocaba al chileno en una posición privilegiada. Ahora que su trabajo era reconocido, su próxima obra debía ser mucho más fácil de financiar. Por eso decidió aprovechar para estructurar el proyecto más ambicioso posible. En una época en que 10 millones de dólares se consideraba un presupuesto altísimo (2001: Space Odyssey costó 10,5 millones de dólares), el director armaría una épica adaptación de Dune que requeriría 15 millones de dólares para ser grabada.

Una preproducción que revolucionaría el cine

En el documental sobre esta odisea cinematográfica, Jodorowsky's Dune, Alejandro Jodorowsky sostiene orgullosamente un libro enorme de miles de páginas. Se refiere a él como la Biblia de su proyecto, ya que los miles de páginas contienen los diseños, storyboards, conceptos visuales, diálogos, lo necesario para grabar la película más épica de todos los tiempos. El legendario tomo fue subastado por casi tres millones de dólares y lo puedes ojear página por página ahora mismo en Youtube.

Jodorowsky estaba convencido de que su visión requería contratar a los artistas más importantes de la época. Sentía que su adaptación de Dune no sería una película de ciencia ficción más, sino una fantasía psicodélica que cambiaría la vida de los espectadores. Su ambición era grabar una película que encarnara las visiones que motiva la droga LSD en los que la toman. Por eso el diseño de producción y la cinematografía tenían que resultar revolucionarias, produciendo imágenes que nunca nadie había visto antes.

Para ello contactó a H.R. Giger, quien luego se haría famoso y ganaría un Óscar por diseñar el repulsivo monstruo de Alien. También contactó al artista de cómics Jean Giraud para que ayudara a conceptualizar visualmente sus ideas. Mientras que Chris Foss, ilustrador de novelas de ciencia ficción, se encargaría de diseñar las naves espaciales. Esta alianza resultaría en la colección de conceptos visuales fascinantes al cual Jodorowsky se refiere como la Biblia de Dune. Durante la preproducción, el director envió una copia de ese gigante tomo a todos los estudios de Hollywood con la esperanza de que reconocieran su genialidad.

Diseño de H.R. Giger para Dune.

Al final fue imposible alcanzar la meta de los 15 millones de dólares que se necesitarían para volver este sueño realidad. El productor Michel Seydoux había logrado conseguir 10 millones de dólares, pero de igual manera se cree que el presupuesto inicial no era un monto realista. Durante los dos años y medio de preproducción ya se habían gastado unos 2 millones de dólares y no estaban ni cerca de terminar. Y mientras que los estudios de Hollywood exigían que la cinta durara alrededor de dos horas, Jodorowsky proponía una película de catorce horas. Eventualmente, las negociaciones se congelaron.

El documental afirma que la preproducción de Dune revolucionó conceptualmente la ciencia ficción. Fue como la semilla que al germinar se convertiría en Star Wars, en Alien, en Blade Runner, en El quinto elemento, en Terminator, entre otras obras maestras del cine. Podría decirse que la ambición desmedida de Alejandro Jodorowsky dio frutos, ya que los artistas que participaron en el proceso preparatorio colaborarían para realizar esas grandes películas.

Una adaptación totalmente distinta al libro

La filosofía de Jodorowsky en lo que respecta a la adaptación era totalmente liberal. Planeaba deshacer la historia original de Frank Herbert. Convierte a Duke Leto en un eunuco (producto de un accidente en una corrida de toros), que solo pudo engendrar a Paul a través de una gota de sangre. Al final la garganta de Paul, el mesías, es rebanada. Lo que provoca una especie de renacimiento de la naturaleza en Arrakis, el desierto se llena de bosques y arcoíris. El planeta viaja por el universo, brindando su iluminación por doquier, luego de haber absorbido la conciencia de Paul. Los fanáticos de la serie de libros aseguran que nada remotamente parecido sucede en la novela.

Lo que proponía Jodorowsky era una odisea espacial inspirada por Dune, más que una adaptación de la novela. Su ambición requería un elenco repleto de las mayores estrellas que existían. Salvador Dalí iba a interpretar al Emperador Padishah. Para actuar en la película, el pintor español exigía ser el mejor pagado del elenco. Aceptó trabajar por 100.000 $ la hora. Para hacer eso factible, Jodorowsky sugirió que Dalí solo actuara por un par de horas, luego su personaje sería reemplazado por una estatua. El pintor aceptó con la condición de que le permitieran exponer esa estatua en su museo.

Orson Welles fue convencido de participar, interpretaría al Barón Harkonnen (personaje que interpreta Stellan Skarsgård en la versión de Villeneuve), con la condición de que el cheff de su restaurante preferido cocinara para él durante la producción. El hecho de que Mick Jagger y David Carradine también hayan aceptado trabajar para Jodorowsky inmediatamente nos habla del prestigio con el que contaba en esos tiempos.

Pink Floyd ya había aceptado hacer varias canciones para la película, uniéndose al elenco de bandas de rock progresivo que ambientarían Dune. Ya que en lo que respecta a la música, al igual que el diseño de producción, la idea era que artistas distintos ambientaran momentos distintos de la película, para así enfatizar las profundas diferencias que existían entre cada planeta.

Conclusión

La poderosa imaginación de Alejandro Jodorowsky debe ser considerada un tesoro de la humanidad. Su portafolio como artista es inigualable. Por eso es una verdadera lástima que su proyecto soñado nunca se haya materializado. La Dune de Jodorowsky vivirá para siempre en nuestra imaginación, hasta que el poder de la inteligencia artificial sea capaz de darle vida a todo lo que aparece en su famosa Biblia. Es seguro que algún día tendremos el privilegio de experimentar su versión original de 14 horas.

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