La cuarta temporada de la serie antológica True Detective, tuvo que lidiar con varias cosas a la vez. Por un lado, el peso, siempre constante, del éxito de la primera temporada, estrenada en 2014 y convertida en una producción de culto. Al otro extremo, su inclinación definitiva al género del horror. Este último elemento convirtió a la más reciente en un relato peculiar, a mitad de camino entre lo terrorífico y a la vez, una exploración filosófica sobre sus personajes. En otras palabras, la escritora y directora, Issa López, tomó lo mejor de los anteriores relatos de la producción y experimentó en un escenario tétrico.

El resultado fue una historia que atravesó en precario equilibrio sus puntos más cercanos al género de terror y a la vez, la ya conocida perspectiva de la antología sobre la raíz del mal interior. True Detective: Noche Polar corrió el riesgo de narrar un crimen violento desde la perspectiva de lo sobrenatural. Hacerlo, además, a través de dos protagonistas heridos, amargos y llenos de matices.

Pero al final, tanto Danvers (Jodie Foster) como Navarro (Kali Reis), convirtieron sus heridas emocionales e incluso, étnicas en una forma de enfrentar la oscuridad. En el pueblo de Ennis, la noche dura tres meses y cada habitante, está consciente que durante la penumbra, lo peor del ser humano emerge. La premisa es semejante a la de la primera temporada de True Detective, pero López tomó la decisión de no dejar a la imaginación si las insinuaciones sobre lo paranormal, eran alegóricas.

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De modo, que cruzó la línea de la ambigüedad y en seis capítulos, mostró espectros e insinuó que el crimen central había sido cometido por una entidad inexplicable. Eso, sin olvidar que True Detective depende de sus personajes complejos, endurecidos y hasta violentos. La mezcla funcionó en todas las ocasiones en que la serie utilizó los códigos del género de terror para narrar. El guion se hizo más fluido, sólido y coherente. Lo que también, ayudó un apartado visual semi onírico que se enlazó con los paisajes de nieves eternas, convertidos en escenarios terroríficos. 

Las grandes fallas en una serie que pudo ser mucho más

Pero, en varias ocasiones — en especial, en las escenas en que debía responder sus múltiples preguntas — la serie pareció moverse en un terreno incierto. La jefe de policía Danvers, endurecida y traumatizada por un pasado doloroso, se convirtió en el ejemplo de cómo los personajes eran analizados en la serie. De los conflictos humanos, cercanos y a menudo emocionales, a la violencia de una crueldad directa. Lo anterior, en un pueblo pequeño, poblado de corrupción y una muy mundana manipulación de intereses. 

Por lo que el crucial punto medio entre la habitual investigación y recorrer la historia de sus figuras más allá del escenario de fondo, falló. El argumento intentó completar los arcos de sus protagonistas y aunque lo logró, la sensación es que fue un paso apresurado. En especial, en el último capítulo en que todas las revelaciones — incluyendo el turbulento pasado de Navarro — salieron a la luz a la vez. Ya fuera porque la historia de un asesinato múltiple fuera superior a cualquier interrogante existencialista, o solo porque el dolor de Davers y Navarro era obvio y no necesitaba mayor explicación. Lo cierto es que True Detective: Noche Polar cayó en su trampa. La de tener que escoger a qué dar mayor importancia. No siempre logró tomar la decisión que permitiera que la trama cubriera su ambiciosa premisa. 

Lo que llevó a un punto final interesante, bien narrado, pero con puntos en blanco para un argumento que se hizo complicado a fuerza de incluir elementos. De las variadas pistas en apariencia paranormales que conducían a un fenómeno violento hasta las capacidades psíquicas de los personajes. La serie integró la fantasía en un asesinato de método. Pero al final, la explicación de qué había matado al grupo de científicos, estuvo más relacionada con la brutalidad de la violencia humana. Por lo que las constantes visiones, apariciones y eventos terroríficos quedaron en la nada. 

Una buena entrega sin nada que aportar a la antología

Sin una explicación real de lo que mató a los científicos y lo sobrenatural quedando al aire, la serie comete el error de apostar al enigma sin explicación. En su capítulo final, True Detective: Noche Polar falla al no lograr unir todos los puntos de un relato que apuntaba a más. Incluso, en sus últimas escenas, la cantidad de datos que debían ser resueltos quedan como un misterio que no necesitaba ser resuelto. La gran pregunta, si el resto de todas las historias compensan la falta de información o de desarrollo. Una cuestión que la trama tampoco resuelve en una escena de cierre emotiva, pero que, de nuevo, apuesta solo a ser misteriosa. 

Para su conclusión, True Detective: Noche Polar, demuestra que es la mejor temporada de la antología de la primera. No obstante, amplifica el problema de todas las temporadas anteriores. El de apostar a un misterio que termina por ser solo el escenario de los traumas y dolores de sus personajes. Una premisa que funciona siempre que estos reciban toda la atención que un giro semejante requiere. Algo que no siempre ocurrió en esta oportunidad y es, quizás, el punto más bajo de la serie. 

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