¿Cómo sería comer todo el azúcar que quisieras sin que eso afectase a tu salud? Sin duda, sería el sueño de muchas personas. No hay ningún ser humano con ese superpoder, pero sí que hay un animal. Bueno, posiblemente haya más, pero hay uno que ha llamado la atención de los científicos: el murciélago de la fruta. Al contrario que otras especies, estos basan su dieta casi exclusivamente en fruta, por lo que las concentraciones de glucosa que se acumulan en su sangre son inmensas. Si un humano se alimentase así, sería carne de diabetes. Sin embargo, estos murciélagos no sufren ningún efecto perjudicial en su salud.

Por eso, un equipo de científicos de varios centros de investigación estadounidenses ha llevado a cabo un estudio dirigido a analizar las armas genéticas que utilizan para que el exceso de glucosa no le haga ni siquiera cosquillas a su páncreas. El objetivo no es otro que utilizar lo aprendido para investigar nuevas terapias para la diabetes en humanos.

No será sencillo, desde luego. Sin embargo, los inicios de esta investigación no han podido ser más prometedores. Han encontrado esas armas que tanto buscaban y ahora solo queda ver cómo unirlas al arsenal de los humanos. Es ahí donde reside la mayor complicación, pero ha sido un buen inicio, desde luego.

El as bajo la manga de los murciélagos de la fruta

Estos científicos querían saber qué hace especiales a los murciélagos de la fruta. Por eso, decidieron compararlos con otros murciélagos que tuvieran una alimentación diferente. Eligieron el gran murciélago marrón (Eptesicus fuscus), que se alimenta principalmente de insectos, y lo compararon con una de las alrededor de 200 especies de murciélago de la fruta que existen: el murciélago de la fruta jamaicano (Artibeus jamaicensis). 

Tomaron muestras del ADN de ambos y procedieron a compararlas, con especial atención a genes y secuencias reguladoras de dos de los órganos más implicados en el metabolismo de la glucosa: el páncreas y los riñones.

Cabe destacar que el ADN no está compuesto solo por genes. Estos suponen aproximadamente un 2% del mismo y son los que contienen instrucciones para el funcionamiento de las células de dicho organismo. El resto son, sobre todo, secuencias reguladoras, que estipulan bajo qué circunstancias esas instrucciones se usan o se dejan de usar. Por eso, analizarlas era muy importante también en este caso.

Un páncreas preparado para todo

El páncreas tiene un papel esencial en el metabolismo de la glucosa y una gran relación con la diabetes por su papel en la secreción de dos hormonas. Por un lado la insulina, que se segrega cuando hay un exceso de glucosa en sangre y ayuda a las células a incorporarla, para que no llegue a acumularse. Y, por otro, el glucagón. Este tiene un efecto contrario, pues se encarga de aumentar los niveles de glucosa en la sangre cuando esta escasea.

Los autores del estudio vieron que los murciélagos de la fruta tienen más células productoras de insulina y glucagón. Además, cuentan con más secuencias reguladoras que estimulan a dichas células para liberar estas hormonas y responder al exceso o la escasez de glucosa. El resultado de todo esto es que la mantienen siempre en un equilibrio perfecto, que sería ideal para los pacientes con diabetes.

¿Qué pasa con los riñones?

En el caso de los riñones, su función es filtrar los desechos que se acumulen en la sangre y mantener un equilibrio entre los niveles de agua y sal. 

Al comer tanta fruta, estos murciélagos no acumulan solo glucosa. También tendrán una sangre muy líquida por el exceso de agua procedente de su alimentación. Por eso, cuentan con un equilibrio de células que les permite aprovechar la poca sal que les llega con su alimentación y eliminar más agua que otras especies.

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Los primeros experimentos para el tratamiento los han realizado con ratones. Foto por Sandy Millar en Unsplash

¿Cómo ayuda todo esto a las personas con diabetes?

Los murciélagos de la fruta nunca podrían tener diabetes, pues están superdotados para el aprovechamiento máximo de la glucosa. Por eso, una vez detectadas las secuencias de su genoma que están relacionadas con esa capacidad, estos científicos han dado un primer paso hacia el desarrollo de tratamientos.

No pueden empezar directamente con humanos, por lo que han realizado un primer paso con ratones. Para ello, han editado el ADN de los roedores, eliminando sus secuencias reguladoras del ADN asociadas al páncreas, y las han sustituido por las de los murciélagos de la fruta. Si consiguen que aprovechen la glucosa como lo hacen estos mamíferos voladores, sería un gran paso.

Pero no es el único que les queda por dar. También quieren realizar el mismo procedimiento con otros órganos de los murciélagos que estén implicados en el metabolismo de la glucosa de un modo u otro. Por ejemplo, el hígado y el intestino delgado. Eso les haría afilar aún más la estrategia que, de nuevo, se probaría primero en ratones. Están muy lejos de encontrar un tratamiento para la diabetes en humanos, pero poco a poco están encontrando qué piezas son las que deben tocar. Es un buen lugar por el que empezar. 

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