El invierno ha llegado al hemisferio norte cargado de virus respiratorios. La gripe A, el virus causante de la COVID-19 y el virus respiratorio sincitial (VRS) se han convertido en un invitado más en muchas cenas navideñas, de ahí que se esté haciendo un llamamiento para concienciar a las personas con síntomas para que se queden en casa. En el caso de la COVID-19, su rápida expansión se debe a la aparición de una nueva variante, llamada JN.1. No parece más grave, pero sí bastante más contagiosa.

Esto se debe a que cuenta con una mutación única en su proteína S. Esta es la que se usa como llave para entrar en las células. Las vacunas y las infecciones pasadas generan anticuerpos que se dirigen a esta proteína. Sin embargo, esa mutación le da la capacidad de evadir parte de dichas defensas. Eso no quiere decir que las vacunas no sirvan de nada. Siguen siendo eficaces y reducen la gravedad de los casos. Sin ellas, esta nueva variante seguramente sería más grave. Pero sí que es cierto que se le da bastante bien el escapismo.

Y esa no es su única peculiaridad. Si bien los síntomas varían mucho de unas personas a otras, con la variante JN.1 se han observado dos hechos que la diferencian mucho de otras variantes del virus de la COVID-19. La primera es que ya muy pocas personas experimentan pérdida del sentido del olfato o del gusto. Y la segunda, que puede causar problemas para dormir y ansiedad.

Los síntomas de la nueva variante del virus de la COVID-19

Esta nueva variante se ha convertido ya en la que más circula en países como Estados Unidos. También abunda en Reino Unido, cuya Oficina de Estadísticas Nacionales acaba de publicar una lista de sus síntomas más habituales.

Cabe destacar que estos síntomas hacen referencia a los casos de COVID-19 diagnosticados en el mes de diciembre en territorio británico. En todos los casos no se ha secuenciado el genoma viral, por lo que no se puede saber si se trata de esta nueva variante o de una de las anteriores.

Sin embargo, dado que es una de las que más circulan, y puesto que hay síntomas que no se habían registrado antes, cabe concluir que sean propios de JN.1.

El síntoma más abundante sigue siendo la secreción nasal, con un 31,1% de los encuestados reconociendo haberlo experimentado. Le siguen la tos, con un 22,9%, el dolor de cabeza, con un 20,1% y el cansancio, con un 19,6%. Además, un 15,8% reportó dolor muscular y un 13,2% dolor de garganta.

Todos estos son síntomas que se habían observado con otras variantes del virus de la COVID-19. Sin embargo, hay otros dos síntomas que sí que han llamado la atención de los autores de la encuesta.

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Un 10,8% de los encuestados reportó problemas para dormir. Crédito: Kinga Howard (Unsplash)

Ansiedad e insomnio, la carta de presentación de JN.1

El 10,8% de los encuestados reportó problemas para dormir y el 10,5% preocupación o ansiedad.

Es cierto que la COVID-19 ha sido una fuente de ansiedad desde sus inicios. Sin embargo, hasta ahora no se había reportado como síntoma de la enfermedad.

A falta de más pruebas para confirmarlo, podríamos estar ante dos nuevos síntomas. Aunque esto tampoco debe verse como una certeza. Los síntomas dependen mucho de las características de cada persona, así como de su inmunidad. Lógicamente, alguien con propensión a la ansiedad tendrá más probabilidades de sufrirla con la infección de esta nueva variante. Del mismo modo que alguien que suele tener dolores de garganta los sufrirá más fácilmente al enfermar de COVID-19.

Lo que está claro es que, sean cuales sean los síntomas, ante la más mínima sospecha, se deben tomar medidas para frenar contagios. Está en nuestra mano que esta ola de virus respiratorios no se convierta en tsunami.