Esta semana llegan las gemínidas. A pesar de no ser tan famosas como las perseidas, para muchas personas es la lluvia de meteoros más especial del año. Es así porque su intensidad es aproximadamente la misma que la de las conocidas como lágrimas de San Lorenzo. Pero, además, el color de las estrellas fugaces es muy diferente. Mientras que las perseidas tienen el típico color anaranjado, las gemínidas cuentan con una luz entre azul y verdosa.

Esto se debe a varios factores, entre los que destaca la composición del asteroide 3200 Faetón, cuyos escombros originan esta lluvia de meteoros cada año. En realidad, el color de las estrellas fugaces, así como de cualquier meteorito, se debe sobre todo a eso. A la composición del objeto del que proceden. Aunque también entra en juego su velocidad.

En el caso de las gemínidas, proceden de fragmentos ricos en níquel y magnesio, que cruzan el firmamento a gran velocidad. Esta es la causa de ese color tan característico. ¿Pero qué tiene que ver su composición y su velocidad con su tonalidad?

Los motivos detrás del color de las estrellas fugaces

Al hablar del color de las estrellas fugaces, en realidad hablamos de cualquier resto de polvo o fragmento de un objeto espacial que, al cruzar nuestra atmósfera, se encienda por la fricción.

Los átomos de cualquier elemento están compuestos, a grandes rasgos, por dos estructuras: el núcleo, que se encuentra en el interior, y la corteza, que se sitúa por fuera. En el núcleo se encuentran los protones y los neutrones, más resguardados, mientras que en la corteza se encuentran los electrones. Son estos, por lo tanto, los que están más expuestos a los cambios de energía a los que se someten los átomos.

En la corteza, los electrones están dispuestos en capas, por las que pueden desplazarse cuando absorben o liberan energía. Si los electrones de un fragmento de un asteroide se excitan muchísimo por el impacto con la atmósfera, saltarán a un nivel más alto, liberando luz, cuya longitud de onda (y por lo tanto su color) dependerá del elemento al que pertenezca ese átomo.  Esto nos puede ayudar a conocer su origen.

En realidad, es algo que se aplica a otros fenómenos, como el color de los fuegos artificiales. O incluso el de las auroras boreales. Algunas son más rojizas y otras más verdosas, básicamente por la composición de la atmósfera. Esta será más o menos la misma en todas partes, pero puede tener variaciones debidas a la contaminación.

ruido cohetes
El color de los fuegos artificiales tiene la misma explicación.

¿Qué pasa con la velocidad?

El color de las estrellas fugaces también se debe a su velocidad. Esto es así porque, cuando se prenden los restos de polvo que cruzan la atmósfera, también se excitan las partículas de los átomos presentes en el aire, a su alrededor. En el aire predominan el oxígeno y el nitrógeno, que se iluminan en tonos de rojo. No obstante, esto solo se observa cuando el meteoro es muy lento.

Si su velocidad es mayor, el color de las estrellas fugaces se impone sobre el del aire circundante. Es precisamente lo que ocurre con las gemínidas que pronto podremos ver.

En cuanto a las causas de esa velocidad, son principalmente dos. Por un lado, la velocidad a la que se movía el objeto que generó los escombros. Y, por otro, la forma en la que se encuentran con la Tierra. Así lo explican en un artículo sobre este tema publicado recientemente en IFLScience: “Un objeto cuya órbita causa una colisión frontal producirá un destello mucho más rápido que uno que viaja en la misma dirección general que el planeta, solo para ser superado.”

En definitiva, el color de estrellas fugaces como las gemínidas puede explicarse por varios motivos. Pero da igual cual sea. Lo que está claro es que son unos meteoros preciosos y que vale la pena salir a verlos. No lo olvides: su máximo apogeo será la noche del 14 al 15 de diciembre. 

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