Seguro que has escuchado alguna vez que no es aconsejable fregar una sartén caliente. ¿Pero es cierto o es otro de esos mitos de la cocina que en realidad no tienen ningún fundamento científico?

Bien, en este caso, no se trata de un mito. Al fregar una sartén caliente esta puede deteriorarse. Quizás si solo lo hacemos una vez no pase nada, pero con el tiempo se acabará estropeando, se agrietará o perderá su forma, de manera que no se apoyará de forma uniforme en el fogón.

Lo aconsejable es, una vez que terminamos de usarla, dejar que la sartén se enfríe a temperatura ambiente. Entonces podremos fregarla con normalidad. Si no lo hacemos así, se producirá un choque térmico nada beneficioso para los metales con los que está fabricada. Pero veamos cuáles son los motivos con un poco de física básica.

La clave está en la dilatación térmica

El motivo por el que nunca debemos fregar una sartén caliente es una propiedad de los metales, conocida como dilatación térmica.

Cuando una sustancia se calienta, las partículas que la componen se agitan rápidamente, produciendo diferentes efectos, según cuál sea el estado de la materia. En el caso de los gases, esta agitación provoca que las partículas se muevan por todo el espacio disponible, presionando las paredes del recipiente y, en caso de que sea flexible, aumentando su tamaño. Es, por ejemplo, el caso por el que un globo se infla cuando se calienta, llegando a explotar si ese calentamiento es muy grande. Las partículas de líquido no se mueven tan libremente como las de gas, pero también lo hacen.

globos
En los gases las partículas se mueven más libremente, pero eso no impide que los metales se puedan dilatar ligeramente. Crédito: Ali Kokab (Unsplash)

En cambio, las de los sólidos están ordenadas y prácticamente fijas en una red que solo les permite vibrar. Ahora bien, esa vibración, en algunos materiales, como los metales, puede ir acompañada de una pequeña expansión, a veces imperceptible. ¿Quién no ha tenido problemas para cerrar un portón metálico que ha estado expuesto al sol? El metal se ha calentado tanto que se ha dilatado y ya no encaja del todo en su marco. 

En el caso de las sartenes, cuando se calientan el metal también se expande. Nosotros no lo vemos a simple vista porque es una expansión mínima. Según explicó en declaraciones a The Huffington Post Philicia Frasson, gerente de productos de All-Clad, una sartén de 10 pulgadas (25,4 cm) expuesta a una temperatura de 400 grados Fahrenheit (204,4 ºC), se dilatará hasta 10,05 pulgadas (25,5 cm). Esto es algo mínimo, que a bote pronto no daña a la sartén; pues, a medida que esta se enfría, vuelve a su tamaño original, sin forzar el metal. El problema llega si, rápidamente, la lavamos con agua fría.

¿Qué pasa al fregar una sartén caliente?

Del mismo modo que se dilatan cuando se calientan, los metales también se contraen cuando se enfrían.

Cuando lavamos una sartén a temperatura ambiente apenas habrá cambio de temperatura. Sin embargo, al fregar una sartén caliente, cuyo metal se encuentra dilatado, este se contrae rápidamente, pudiendo provocar roturas en el material a causa del esfuerzo.

No importa que el agua esté a temperatura ambiente en vez de helada, dada la altísima temperatura de la sartén, supone un importante choque térmico. 

Por eso, lo aconsejable es apartar la sartén del fuego, esperar a que se enfríe lentamente y, solo entonces, proceder a fregarla con normalidad. Por supuesto, tampoco vale dejarla en remojo para que se ablande la suciedad. Como mucho, si no queda más remedio, habría que dejarla en remojo con agua bien caliente, para que no haya cambios de temperatura bruscos. Pero tampoco pasará nada por esperar un poco. La integridad de la sartén te lo agradecerá.