Sabemos que luego de un gran terremoto siempre se producen réplicas: temblores de menor intensidad en la misma región donde ha ocurrido un sismo. Esto pasa porque la corteza terrestre se sigue acomodando alrededor de la falla en que se registra un terremoto. Pueden presentarse horas o días después del evento principal y van disminuyendo de intensidad poco a poco. Pero un nuevo estudio sostiene que podrían ocurrir luego de años. Hasta siglos después.

Es posible que el centro y el este de EE. UU., por ejemplo, todavía estén experimentando réplicas de terremotos que ocurrieron en el siglo XIV, asegura un estudio publicado en el Journal of Geophysical Research: Solid Earth. Investigadores de la Universidad de Wuhan y la Universidad de Missouri estimaron que entre el 16 % y el 30 % de los sismos actuales en esta región podrían ser parte de los mismos eventos reportados hace casi 200 años.

El equipo se centró en tres episodios históricos: un terremoto cerca del sureste de Quebec, Canadá, en 1663; un trío de terremotos cerca de la frontera entre Missouri y Kentucky entre 1811 y 1812; y un terremoto de Charleston, Carolina del Sur, en 1886. Se estima que estos eventos oscilaron entre 6,5 y 8,0 de magnitud. Son los terremotos más grandes en la historia reciente de América del Norte estable.

Se le llama estable a esta zona porque es más tranquila, en tanto está alejada de los límites de las placas tectónicas. Por eso, no experimenta terremotos con frecuencia, como sí pasa en la costa oeste de América del Norte. Por eso las dudas sobre cuál es el origen de su sismicidad moderna.

Réplicas de terremotos

¿Cómo determinaron que estos terremotos producen todavía réplicas?

Las regiones cercanas a los epicentros de estos terremotos históricos todavía son sísmicamente activas hoy. Esto podría tener tres causas: presagios de futuros terremotos, sismicidad de fondo —cantidad normal de actividad sísmica para una región— o réplicas de sismos pasados.

No hay forma de distinguir entre sismos previos y sismicidad de fondo hasta que se produzca un terremoto más grande, asegura el Servicio Geológico de EE. UU. (USGS). Pero los científicos sí pueden diferenciar las réplicas.

Las réplicas se agrupan alrededor del epicentro del terremoto original. Por eso, el equipo de científicos estudió sismos ocurridos dentro de un radio de 250 kilómetros de los epicentros de los tres episodios históricos seleccionados. Se centraron en terremotos que fueron mayores o iguales a una magnitud de 2,5 porque algo más débil es difícil de registrar de manera confiable.

El equipo de científicos utilizó un enfoque estadístico llamado método del vecino más cercano. La idea, en líneas generales, era comparar la distancia, el tiempo y la magnitud de dos terremotos, para saber si se trataba de réplicas o actividad sísmica de fondo no relacionada.

Si la distancia entre dos terremotos es menor de lo esperado para los eventos de fondo, entonces es probable que un terremoto sea la réplica del otro. Las réplicas ocurren cerca del epicentro del terremoto original, mientras que la actividad sísmica de fondo puede ocurrir en cualquier lugar de una región.

Distribución espacial de terremotos en América del Norte estable que fueron considerados. Los círculos azules son acontecimientos ocurridos entre 1568 y 1979. Los círculos rojos son eventos ocurridos entre 1980 y 2016.

Los resultados finales

El estudio encontró que la secuencia de réplicas de 1663, cerca del sureste de Quebec, Canadá, ha terminado. Por lo tanto, la sismicidad moderna en el área no está relacionada con el viejo terremoto.

Ahora, cerca la frontera entre Missouri y Kentucky, los investigadores encontraron que alrededor del 30 % de todos los terremotos ocurridos entre 1980 y 2016 fueron probables réplicas de los grandes terremotos que azotaron el área entre 1811 y 1812. Y en Charleston, Carolina del Sur, pasa lo mismo con alrededor del 16 % de los movimientos reportados entre 1980 y 2016.

Esto quiere decir que la mayoría de los temblores en estas zonas tienen que ver más con la sismicidad de fondo, que es una señal de acumulación continua de tensión. Las secuencias de réplicas se debilitan con el tiempo, pero la acumulación de tensión puede provocar terremotos más grandes en el futuro.

«Para elaborar una evaluación de peligros para el futuro, realmente necesitamos entender qué sucedió hace 150 o 200 años», dijo Susan Hough, geofísica del USGS que no participó en el estudio, en un comunicado. «Por eso es importante aplicar métodos modernos para abordar el problema».