A pesar de que la mitad de la población mundial la tiene en una etapa bastante larga de su vida, la menstruación sigue siendo un tema infravalorado y convertido en tabú. Durante años, se hizo que las personas que menstruaban se sintieran sucias y, por lo tanto, tuviesen que llevar el tema con discreción. Pero también con entereza. Si se quejan, son unas exageradas. Si hablan del tema, unas descaradas. Los productos de higiene íntima se traspasan casi como contrabando, a escondidas, y la sangre menstrual se debe esconder con más vergüenza que la de cualquier herida. Por eso, en realidad no es tan extraño saber que el primer estudio sobre productos para la regla realizado con sangre en vez de agua o solución salina se ha publicado hace apenas unos días.
De hecho, las autoras de dicha investigación reivindican que, por culpa de esta convención sin sentido, los problemas menstruales de muchísimas personas se han infravalorado. Normalmente, no sabemos cuánto sangramos durante la regla. No lo medimos en mililitros, sino en compresas, tampones o veces que se debe vaciar la copa. Esto, teniendo en cuenta lo que se sabe sobre absorción, puede ayudar a hacer cálculos aproximados. Pero, por desgracia, los estudios que se han llevado a cabo son escasos y están mal hechos, por lo que la información de la que se disponía estaba bastante errada.
Ahora, gracias a este nuevo estudio sobre productos para la menstruación, podemos tener una idea más aproximada. No obstante, será necesario que las investigaciones que se realicen en un futuro sigan en la misma línea. Si no, no habrá servido para nada.
Es sangre menstrual, no ácido
Durante muchos años, hemos visto que los anuncios de productos de higiene menstrual utilizaban un líquido azulado para simular la regla. Del mismo modo que las mujeres que se depilan en los anuncios de maquinillas, cera o cuchillas tienen las piernas sin un solo pelo.
En los anuncios de maquinillas de afeitar para hombres sí vemos cómo se quitan la barba, dejando la piel de la cara al descubierto. Da igual si está en el rostro o en las piernas, sigue siendo pelo. Pero, por algún motivo, el pelo o la sangre menstrual de las mujeres se ven como signos de suciedad. De impurezas. Y no están bien vistos en la publicidad.
Hasta ahí, teniendo en cuenta la importancia que tienen a veces los estereotipos en el márketing, se puede llegar a comprender (pero no a compartir). Lo que sí resulta difícil es que, incluso ahora que algunos anuncios ya se atreven al menos con el color rojo, los propios científicos sigan sin usar sangre en sus estudios.
La menstruación se produce cuando, al no fecundarse el óvulo liberado ese mes, empieza a descamarse la capa del útero que se engrosa cada ciclo para acoger al embrión. Esta descamación produce un sangrado que se libera a través de la vagina. Por lo tanto, la regla es principalmente eso: sangre. También pueden aparecer trozos de endometrio, sobre todo en los primeros días. Pero no es lo más abundante.
El plasma sanguíneo está compuesto aproximadamente por un 92% de agua. Sin embargo, solo un 55% de la sangre es plasma. Esto supone aproximadamente un 50% de agua en total. Por eso, dado su alto contenido en células, su viscosidad es muy diferente a la del agua o las soluciones salinas que se pueden usar para simular la menstruación. No son fluidos fácilmente intercambiables.
El tabú de la menstruación, también en la ciencia
Las autoras de esta nueva investigación, que se ha publicado en BMJ Sexual and Reproductive Health, señalan que, al hacer una búsqueda de palabras clave en la base de datos PubMed sobre estudios científicos, encontraron 400 estudios sobre sangre menstrual publicados en las últimas décadas, frente a 10.000 estudios sobre disfunción eréctil en el mismo periodo de tiempo. Parece que los problemas sexuales masculinos no son un tabú en la ciencia, pero la sangre de la menstruación sí lo sigue siendo. Y eso es mucho más que un problema social.
En la mayoría de casos, la industria no está obligada a hacer pruebas sobre la capacidad de absorción de los productos de higiene menstrual. Solo tienen que hacerlo para los tampones, ya que, si se utilizan durante demasiado tiempo, pueden causar síndrome de shock tóxico, un trastorno provocado por una toxina bacteriana que puede llegar a ser mortal.
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Para el resto de productos, hay empresas que lo hacen, pero, en general, no están obligadas. Y, ya que ni siquiera están obligadas, no se preocupan en hacerlo de la mejor forma posible.
En 1982, en el congreso de The Tampon Task Force, se decidió por convenio realizar este tipo de pruebas usando una solución salina en vez de sangre. Así, poco a poco, se han ido recopilando datos que pueden ayudar a calcular cuándo se sangra demasiado durante la regla. Pero esos datos estaban claramente infraestimados, de modo que las personas que sufren sangrados excesivos pueden no tener nunca un tratamiento adecuado para ello.
Por lo tanto, el tabú de la sangre menstrual es mucho más que un asunto social. Es un problema que se debe derribar, por libertad, igualdad y sanidad.