Barbie es una buena película para que las más jóvenes se introduzcan al feminismo. Puede que no sea la película más feminista del mundo, pero cumple su función. Ahora bien, ¿y si también sirviese para hablar de epidemias?

Esto puede parecer una exageración, pero incluso hay una escena de la película en la que se menciona (de aquí en adelante hay varios spoilers). Cuando Barbie, Sasha y Gloria viajan al mundo de Barbie, se encuentran con que Ken ha impuesto el patriarcado, y todas las Barbies han cambiado por completo su personalidad, disfrutando de la pérdida de empoderamiento que eso ha supuesto para ellas. Entonces, Gloria señala que es algo parecido a lo que le ocurrió a los indígenas con la viruela en el siglo XVI. 

Y así es. Si vemos el patriarcado como una enfermedad infecciosa, al no haber estado expuestas previamente, las Barbies caerían de lleno en ella. En cambio, Barbie estereotípica, la interpretada por Margot Robbie, no enferma, porque ya había estado expuesta, al viajar al mundo real. Esto, lógicamente, no tiene un sentido estricto, porque el patriarcado no es una enfermedad. Puede ser igual de dañino, pero no se define como tal. Y mucho menos una enfermedad infecciosa, pues no hay ningún organismo que la cause. Pero sí que nos puede servir como ejemplo para explicar epidemias. Curiosa, o no tan curiosamente, se puede expandir de un modo parecido.

¿Qué pasó con los indígenas en el siglo XVI?

Antes de poner Barbie como ejemplo, es importante saber a qué se refiere Gloria con lo del siglo XVI.

Los primeros extranjeros en llegar a América fueron Cristóbal Colón y sus marineros, en 1492. Desde entonces, comenzaron a llegar multitud de barcos procedentes de diferentes países de Europa, cargados de colonizadores, dispuestos a instalar allí sus nuevas residencias.

Con ellos, viajaron enfermedades de todo tipo, algunas tan mortales como la viruela, para la que aún no había vacuna, y otras más leves. Pero si eran más leves, era precisamente porque la población europea llevaba tanto tiempo expuesta a los patógenos que las causan, de modo que su sistema inmunitario estaba preparado para combatirlas a la más mínima aparición. Incluso la viruela, siendo tan grave, podría dejar supervivientes, que quedarían protegidos de cara a futuras infecciones. Pero los indígenas americanos no habían estado expuestos a los virus, bacterias y otros organismos causantes de todas esas enfermedades. Por eso, cuando se expusieron por primera vez, las infecciones corrieron como la pólvora, causando millones de víctimas.

De hecho, se calcula que, solo en México, durante el siglo XVI la población pasó de entre 15 y 30 millones de indígenas a únicamente 2 millones. Esto sería por multitud de razones, pero sobre todo por las enfermedades infecciosas que causaron grandes epidemias entre ellos. 

El modelo SIR y las epidemias

Una epidemia constituye la propagación de una enfermedad por un alto porcentaje de la población de una región concreta. Si esa expansión se globaliza, pasa a llamarse pandemia, como ocurrió con la COVID-19.

El término “epidemia” puede usarse para hablar de multitud de enfermedades, no necesariamente infecciosas. No obstante, estas son las más habituales y las que obedecen estrictamente a la definición, por ser las únicas, dejando a un lado unos pocos cánceres que no afectan a los humanos, que se pueden contagiar.

Cuando hay una epidemia, la población se divide en tres tipos de individuos. Los susceptibles, los infectados y los resistentes. Los susceptibles son aquellos que no han estado expuestos aún a la enfermedad. Por lo tanto, su sistema inmunitario no ha generado anticuerpos para combatir al patógeno y puede enfermar con más gravedad. Los infectados son los que en ese momento tienen la enfermedad, por la presencia del patógeno en su organismos. Y, finalmente, los resistentes son los que ya han pasado la enfermedad y no pueden enfermar o, si lo hacen, generalmente será de una forma mucho más leve. 

Esto último podemos verlo con la COVID-19. Ni las vacunas disponibles ni la propia infección protegen por completo, pero sí es cierto que, si alguien vuelve a enfermar, suele hacerlo de forma más leve. 

Existen varias gráficas para exponer cómo se extiende una infección. Por lo general, al principio hay muchos susceptibles (S) y pocos resistentes ( R), pero, a medida que aumentan los infectados (I), se cambian las tornas. Los primeros disminuyen y los segundos aumentan. Esto es lo que se conoce como el modelo SIR. Veamos cómo puede verse eso en Barbie. 

¿Qué tiene que ver Barbie con todo esto?

Supongamos que el patriarcado es una enfermedad infecciosa. En el mundo de Barbie, nadie había estado expuesto a ella. De hecho, había más bien una especie de matriarcado, donde los puestos de poder los habían ostentado históricamente las mujeres. Sin embargo, cuando Ken viaja al mundo real, ve cómo los hombres son los directores de las empresas, los que pueden tocar sin su permiso a una mujer y salir indemnes, quienes parecen dirigir el mundo. Ken se ve expuesto al patriarcado y, lógicamente, se infecta con él.

Mientras tanto, Barbie también se expone. No enferma tan gravemente como Ken, pero sí que experimenta los piropos indeseables de los albañiles, una detención por dar un puñetazo a un hombre que le toca sexualmente en mitad de la calle o el hecho de sentirse infravalorada. Los síntomas son diferentes, pero claramente el patriarcado también influye sobre ella. Tenemos, por lo tanto, a dos personas infectadas. 

El primero en volver al mundo de Barbie, aún seriamente infectado, es Ken. Una vez allí, habla con el resto de Kens y les cuenta lo que acaba de ver en el mundo real. Los expone al patriarcado. Todos esos Kens, que eran aún susceptibles, se van convirtiendo en infectados poco a poco. Uno tras otro. Y también lo hacen las Barbies, que se conforman con su puesto de mujeres objeto, prácticamente sin rechistar.

Todas esas personas pasan de S a I. Después, llega Barbie, acompañada de Gloria y Sasha. Ella no se comporta como el resto de Barbies porque ya había pasado por el patriarcado y aunque aún le quedan las secuelas de sentirse fea y vulnerable, ya es resistente. Ha estado infectada por el patriarcado, pero no ha acabado con ella. Pero aún le queda reponerse por completo.

barbie, epidemias
Poco a poco todas las Barbie se curan y se hacen resistentes, gracias al discurso de Gloria.

También hay una cura

Ahora entra en juego el discurso motivacional de Gloria, que actúa no como una vacuna, porque Barbie ya estaba infectada, sino como un antiviral o un antibiótico. Una vez que Barbie ya está curada por completo, y además es resistente, empieza a ir en busca de sus amigas, llevándolas a la fuerza a hablar con Gloria, que les da el mismo discurso. Esto las ayuda a curarse y pasan también de infectadas a resistentes. 

¿Qué pasa con los Kens?

Finalmente, aunque toman el poder por la fuerza, hablan con los Kens, haciéndoles entrar en razón y curándoles también del patriarcado. Posiblemente, en ese mundo el patriarcado no pueda volver a difundirse, pues toda su población es ya resistente. Así es como se corta la transmisión de las epidemias. 

Es importante recordar otra vez que esto es solo una comparación, que el patriarcado no es una enfermedad infecciosa y que Barbie no es, para nada, una película sobre epidemias. Pero puede ser un modo simpático de que los niños aprendan cómo se extienden estas enfermedades, a la vez que conocen un poco mejor el feminismo. Son todo ventajas. 

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