Transformers: El despertar de las bestias es la película de la franquicia que tiene un mayor parecido con la serie animada de Hasbro en la que se basa. El director, Steven Caple Jr., explora el conocido universo desde la dimensión de sus detalles más reconocibles. En especial, al explorar con habilidad minuciosa el contexto que rodea a los Autobots y Decepticons.

Hasta ahora, las películas mostraron la batalla épica entre dos bandos con la Tierra como escenario circunstancial. Sin embargo, Transformers: El despertar de las bestias recorre la mitología original. Lo que implica una trama conectada con el pasado de nuestro planeta y su relación primitiva con los alienígenas. Un punto de vista muy semejante al de la serie de dibujos animados que se popularizó a mediados de 1980. De hecho, durante sus primeros minutos, la película rinde un poco disimulado homenaje al original.

Unicron, el devorador de mundos (con la voz de Colman Domingo), se presenta como un dios oscuro. Poderoso y temible, representa una amenaza estelar. Es este prólogo —un tributo bien construido al cómic del que proviene la franquicia— lo que sustenta el relato posterior. En concreto, serán las intenciones de la voraz criatura, que puede convertirse en un cataclismo cósmico que involucre al mundo humano.

Transformers: El despertar de las bestias

La película de Steven Caple Jr. es un recorrido por la mitología de la franquicia y la icónica serie de los ochenta. También, una reinvención de la saga que usa un salto temporal a 1994 para establecer su propio escenario. El resultado es una aventura novedosa, con un pulcro apartado visual y mejor narrada que las entregas previas. Con un recorrido de Nueva York a Perú y nuevas facciones de la raza robótica, es un espectáculo visual a gran escala que logra humanizar a sus personajes digitales. La película supera con creces al resto de la franquicia y da un paso adelante. Los Transformers regresan para quedarse.

Puntuación: 4 de 5.

Pasado y presente se unen en Transformers: El despertar de las bestias

Gracias a un giro narrativo, Transformers: El despertar de las bestias retrocede al pasado con respecto a la mayor parte de la saga. Lo que evita que deba dar explicaciones innecesarias o vincular su argumento a los anteriores. Es 1994 y los sucesos que involucran a Sam Witwicky (Shia LaBeouf) no han ocurrido aún. Tampoco los Autobots se han convertido en parias o han aterrorizado a la población de la Tierra. Más bien, vuelven a ser un secreto. Un descubrimiento emocionante que expande sus posibilidades a dimensiones inéditas. 

Si algo sorprende del largometraje es su aire renovado y su parecido con la icónica primera entrega de la serie de películas. De Michael Bay, Transformers: El despertar de las bestias hereda su noción sobre la aventura, la acción y la ciencia ficción épica. Pero también hay un inteligente uso de los efectos digitales y un considerable rediseño de los Autobots que recuerda a Bumblebee, de Travis Knight.

Más allá de ambas referencias, la película se concentra en un elemento esencial: establecer las bases para contar una historia distinta a las ya conocidas. Por supuesto, sin olvidar de dónde proviene o la alargada sombra del, con frecuencia irregular, mundo cinematográfico que la precede.

Pese a todo, incluir a Optimus Primal (Ron Perlman) es una decisión que cambia por completo la estructura de poder dentro de la trama. Ya no se trata del enfrentamiento de dos bandos en disputa, sino de un linaje más antiguo que otro. El líder de los Maximals es una figura imponente, que se desmarca de cualquier otra de la saga hasta la fecha y ofrece peso al contexto de sus protagonistas.

Lo mejor de la mítica franquicia

Lo mismo ocurre con su grupo, formado por Rhinox (David Sobolov), Airazor (Michelle Yeoh) y Cheetor (Tongayi Chirisa), poderosos y visualmente deslumbrantes. Unos de los elementos más intrigantes de Transformers: El despertar de las bestias es su atención a cómo viejos y nuevos personajes interactúan entre sí. Aunque también crea un escenario que expande los horizontes de manera coherente y bien construida.

La trama se toma su tiempo para explicar en detalle el origen de sus criaturas protagonistas. A la vez, logra generar un equilibrio entre el relato de contexto —que incluye datos y referencias a la saga entera— y la acción. La película abandona el sentido del absurdo de varios de los largometrajes más conocidos de la franquicia y encuentra solidez. Con lo que logra que la detallada explicación acerca de la aparición de Autobots, Terrorcons y Maximals sea tan interesante como el resto de la narración.

Los personajes de Transformers: El despertar de las bestias

Algo que convierte a Transformers: El despertar de las bestias en un tributo a los fanáticos. Tanto a los que crecieron con la serie como a los amantes de su adaptación al cine. El relato abarca ambos escenarios sin renunciar a la posibilidad de sostener uno nuevo que le permita profundizar en sus añadidos. De modo que, las desconocidas razas robóticas no son simplemente aspectos novedosos. Son también la prueba de que Transformers ha alcanzado su madurez en la pantalla grande. La de mostrar las verdaderas posibilidades de las criaturas mecánicas que son el centro de su argumento.

Las referencias de Transformers: El despertar de las bestias

Después de establecer que los Autobots son viejos visitantes de nuestro planeta, el argumento de Transformers: El despertar de las bestias avanza hasta 1990. De la misma manera que en Transformers, de Michael Bay, los personajes humanos son la conexión con el pasado. Elena (Dominique Fishback) trabaja en un museo y su pasión por la historia —a pesar de la hostilidad a su alrededor— será el primer paso a un descubrimiento asombroso. La icónica llave Transwarp resulta ser un hallazgo que une a los Autobots y al resto de las razas, pero también el punto de partida de una narración mayor.

Por otro lado, Noah (Anthony Ramos) será el primero en comprender la magnitud de la existencia de los Transformers. Su relación con el Autobot Mirage (Pete Davidson) se convertirá, a lo largo de la película, en un punto esencial para entender la evolución intelectual de sus personajes mecánicos.

En particular, la de Optimus Prime (Peter Cullen), cuya hostilidad hacia los habitantes de la Tierra le diferencia de sus anteriores apariciones. Sin duda, se trata de una versión de la figura previa a las circunstancias que lo llevaron a convertirse en un líder. Por ahora, lidia con la responsabilidad de encabezar a los supervivientes de su planeta y sostener la esperanza en medio de una debacle moral.

La película tiene especial interés en mantener vínculos con Bumblebee del 2018. Es el personaje (con la voz de Dylan O’Brien) el que insiste en recordar lo sucedido en su historia. Esta sutil conexión demuestra que Transformers: el despertar de las bestias es una secuela indirecta de su predecesora. Lo que le permite tomar decisiones más ambiciosas que las que habría tomado de estar conectada únicamente al tronco central de la saga dirigida por Michael Bay.

La batalla entre bestias mecánicas

Si algo sorprende de Transformers: El despertar de las bestias es su rediseño, con un apartado visual mucho más pulcro y mejor construido que cualquier otro de la saga. Más parecidos a sus dibujos, los Autobots tienen una entidad física más sólida. A la vez, las escenas de acción están mejor ejecutadas, lo que permiten a la narración avanzar con mayor agilidad.

El protagonista de Transformers: El despertar de las bestias

Una vez que Elena y Noah unen sus caminos, el tramo más emocionante de la película comienza. En una travesía por el mundo hasta Perú que concluirá con una batalla de tintes mitológicos, el argumento encuentra sus mejores momentos durante su segundo y tercer tramo. En especial, en su batalla final, donde el apartado técnico se aleja de los errores de las últimas entregas. Pese a todo, los numerosos personajes digitales provocan algunos problemas de continuidad y coherencia visual. Pero no son tan graves como para afectar la conclusión del largometraje.

Con la promesa de que Unicron todavía tiene mucho que aportar a la saga, la película es una muestra de algo mayor. Una prueba de que, incluso las muertes —varias y emotivas— podrían anunciar hechos futuros. No obstante, Transformers: el despertar de las bestias cumple su promesa: reconstruir una franquicia venida a menos y darle la oportunidad de brillar de nuevo.