En Secuestro en el aire, de Apple TV+, la posibilidad de morir es cercana. Si Sam Nelson (Idris Elba) no utiliza sus dones de negociador, puede ocurrir una catástrofe. Este intermediario de acuerdos comerciales deberá explotar a fondo su elocuencia y capacidad persuasiva en medio de un secuestro aéreo. Más aún porque su habilidad para manipular las emociones ajenas es el único recurso con que cuentan los pasajeros convertidos en víctimas que le acompañan.

Un argumento semejante depende de la tensión que pueda generar. Que se alcanza mediante tomas centrales del cuerpo del avión y las distintas situaciones que ocurren en su interior. El creador y guionista George Kay apuesta directamente a la sensación de claustrofobia que provoca un escenario limitado por el espacio. Una idea que funciona durante los episodios iniciales de Secuestro en el aire, pero que pronto comienza a desgastarse.

El motivo es que Secuestro en el aire, que aborda varios hilos narrativos a la vez, no logra abarcar todo lo que propone. A un extremo se encuentra Sam Nelson y su desesperado intento por evitar que un grupo terrorista lleve a cabo su amenaza. Al otro, las autoridades en tierra, que maniobran como pueden entre el pánico colectivo y las exigencias de los criminales. También se incluyen las historias privadas de diversos pasajeros, posibles víctimas a las que el personaje de Idris Elba salva la vida una y otra vez.

Secuestro en el aire

Esta ambiciosa propuesta de AppleTV+ combina el sentido de urgencia y la claustrofobia en una sola historia. Un negociador comercial, Sam Nelson (Idris Elba), tendrá que evitar que un grupo terrorista cometa un acto de violencia inimaginable en un avión secuestrado. Deberá hacerlo a contrarreloj y solo contará con un recurso: su elocuencia. Una historia semejante podría triunfar con un guion más compacto, tenso y elegante. Pero la producción se vuelve repetitiva y no va más allá de un debate flojo sobre la supervivencia y el poder. Para su decepcionante final, se hace obvio que es necesario algo más que un protagonista carismático para triunfar.

Puntuación: 3 de 5.

Una buena idea que pronto se estanca

El argumento de Secuestro en el aire se vuelve caótico al añadir escenas de una catástrofe inminente llenas de una sensación de urgencia artificial. La amenaza de los secuestradores pronto se vuelve una excusa para el lucimiento de Sam. En particular, cuando resulta inesperadamente sencillo para el protagonista engañar y torcer las intenciones de los hombres armados que le mantienen cautivo.

La historia imaginada por George Kay tiene mucho de los dramas densos y angustiosos acerca del miedo convertido en recurso de supervivencia. Pero la trama falla por carecer de solidez o por ser incapaz de extenderla más allá de tres primeros episodios. Una dificultad que la producción lleva a cuestas a lo largo de todo su relato.

De hecho, el inconveniente real de Secuestro en el aire es que extiende su conflicto hasta que se hace repetitivo y obvio. En particular, tras demostrar que Sam tiene una capacidad poderosa para evitar que los terroristas lleven a cabo sus planes. En lugar de avanzar —y proponer perspectivas novedosas sobre el temor—, se limita a enfocar toda su atención en la inteligencia de su personaje central.

Secuestro en el aire, pero sin sorpresas

Lo que hace que, gradualmente, todos los esfuerzos que lleva a cabo parezcan gratuitos. No hay involucradas armas, peleas o diatribas verbales. La confrontación es un enfrentamiento a pulso entre dos voluntades. Pero la perspectiva es cada vez menos creíble si se tiene en cuenta que Sam es la encarnación de todo aquello contra lo que los terroristas luchan.

Este hombre, que admite ser invitado en los lugares más exclusivos y lujosos, debe enfrentarse a criminales que desean dinamitar el orden mundial. Que expresan ideas directamente contrarias a las suyas. El guion carece del ingenio necesario para que la batalla ideológica o de puntos de vista tenga sentido. Mucho más cuando la serie revela cuál será su final casi de inmediato. Entre la disyuntiva de morir o matar, Sam sobrevivirá porque los terroristas no están dispuestos a suicidarse por una causa. Al menos, es el subtexto de una trama mal desarrollada y caótica.

Una misión sin consecuencias

En sus secuencias finales, Secuestro en el aire deja claro que su mayor punto de apoyo son sus diálogos. Pero, en lugar de ser interesantes, singulares o potentes, son una colección de puntos comunes sobre la violencia, el miedo o el control. Poco a poco, y mucho más cuando la conclusión es obvia, todo lo acaecido en la producción parece una pérdida de tiempo. Una serie de piezas mal encajadas que no llevan a ninguna parte y que convierten su cierre en un enorme cliché.

Try Apple TV

Secuestro en el aire pudo ser una revisión sobre los motivos de la agresión global ideológica y la forma de desmontar sus cimientos intelectuales. Pero el guion se queda corto ante una idea semejante y termina por ser tan solo un drama flojo con un protagonista brillante.

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