Bella Montoya Castro, de 76 años, empezó a sentirse mal en su casa de Ecuador durante la madrugada del viernes, 9 de junio. Su hijo no dudó en llevarla a urgencias de un hospital cercano, donde se le diagnosticó un accidente cerebrovascular. Poco después empezó a empeorar y, a pesar de los esfuerzos de los médicos, terminó falleciendo. O eso creían quienes certificaron la muerte. Y es que, horas después, cuando la estaban velando, unos golpes procedentes del interior del ataúd demostraron que se había cometido un gran error con ella. Puede parecer algo totalmente excepcional, pero lo cierto es que son bastante los casos de muertos que despertaron en la morgue o en su funeral.

En 2014, Janina Kolkiewicz, una mujer polaca de 91 años, se despertó en la morgue, después de que su supuesto cadáver permaneciera 11 horas almacenado en frío. Nada más despertarse, pidió sopa y tortitas para comer. Ese mismo año, Paul Mutora, un keniano de 24 años, se despertó tras 15 horas en la morgue a la que se había trasladado, supuestamente muerto por ingerir insecticida. Después, en 2018, un preso español de 29 años, Gonzalo Montoya, apareció muerto en su celda durante la revisión de la mañana. Tres médicos certificaron su fallecimiento. Sin embargo, cuando los patólogos de la morgue escucharon unos ronquidos tan sospechosos como terroríficos procedentes de la bolsa en la que se encontraba el cuerpo, descubrieron que los tres se habían equivocado.

Estos son solo unos pocos ejemplos de los muchos muertos que despertaron tras su supuesto fallecimiento. ¿Pero qué tienen todos en común? El apellido Montoya, a pesar de encontrarse en dos de los casos, no es la respuesta. De hecho, cada situación es diferente, pero todos demuestran que, quizás, habría que ser algo más minucioso a la hora de declarar la muerte de una persona.

Muertos que despertaron conservados en frío

¿Qué es estar muerto? ¿La pérdida de actividad cerebral? ¿El cese del latido del corazón? ¿La falta de actividad muscular?

Para contestar a estas preguntas debemos diferenciar entre la muerte clínica y la muerte biológica. La primera se da cuando se detienen tanto el latido cardíaco como la respiración, sin que haya lesiones en las células cerebrales. En esta etapa, desaparecen la conciencia y el pulso, pero aún puede que haya marcha atrás, ya que algunos pacientes se pueden reanimar. Si esto no es posible, se pasa a la muerte biológica, que ya sí es irreversible. Esto ocurre porque, al dejar de latir el corazón, las células dejan de recibir su aporte habitual de oxígeno. Además, las sustancias tóxicas que normalmente se desechan con el correcto funcionamiento del flujo sanguíneo empiezan a acumularse. 

Esto provoca que las células empiecen a morir poco a poco. Las cerebrales son especialmente sensibles, por lo que se deterioran en pocos minutos. Así, se producen lesiones cerebrales irreversibles que hacen imposible recuperar el pulso y la respiración. Es cuando una persona se da definitivamente por muerta. Tanto los dos Montoya como Kolkiewicz y Mutora estaban en muerte biológica, supuestamente. Pero estos muertos que despertaron demuestran que puede haber algo más que no se tiene en cuenta.

En el caso de la señora polaca, la clave está en el frío. Según explicó en The Guardian la técnica funeraria Carla Valentine, cuando las células cerebrales se conservan en frío, tarda más en producirse la muerte biológica. Por eso, es posible que con Kolkiewicz no solo no se esperase lo suficiente para certificar la muerte, sino que además, sin ser conscientes, los técnicos de la morgue alargaron su vida hasta que recuperó la conciencia.

Fármacos que conservan a los muertos

En el caso del hombre keniano, se cree que, paradójicamente, pudo volver de entre los muertos por el tratamiento que le salvó la vida. Por lo general, los casos de intoxicación por organofosforados, como el insecticida que ingirió Mutora, se tratan con atropina. Este es un alcaloide que, entre otras funciones, relaja la musculatura lisa. Esto evita que se produzca la muerte por asfixia. Pero también puede reducir mucho el ritmo cardíaco. Tanto como para que sea casi imposible encontrar el pulso a los pacientes.

Posiblemente, fue eso lo que le pasó a este hombre, que recuperó el pulso normal y la consciencia a medida que los efectos del antídoto se diluyeron.

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Catalepsia: la causa principal de los muertos que se despiertan

La mayoría de casos de muertos que despertaron, registrados en la literatura científica, fueron diagnosticados con catalepsia.

Se trata de un trastorno del sistema nervioso central que produce parálisis corporal, junto a endurecimiento y tensión de los músculos. Las personas con catalepsia también se vuelven insensibles al dolor. Por eso, los métodos que se usaban en el pasado para certificar la muerte, basados en clavar agujas debajo de las uñas o cortar las fosas nasales, no tenían tampoco ninguna utilidad.

Es por esto por lo que antes eran muy comunes los casos de muertos que se despiertan. Hoy en día no lo son tanto, pero aún de vez en cuando podemos encontrarnos con fallecidos que realmente tenían catalepsia.

Se debe a que su ritmo cardíaco también se reduce tanto que puede ser muy difícil tomar el pulso. Puede darse a causa del consumo de algunos fármacos, pero también por la presencia de enfermedades como el párkinson o la esquizofrenia. En el caso del preso español, se cree que fue un caso de catalepsia causada por epilepsia. El hombre estaba medicado, pero, al parecer, no tomaba habitualmente su medicación. 

¿Qué ha pasado con Bella Montoya?

Aún no se sabe qué le pasó a Bella Montoya. De momento, está ingresada en la UCI del mismo hospital que certificó su muerte unos días antes. Los médicos aún no saben por qué volvió de entre los muertos, si es que alguna vez se fue. Ojalá, sus familiares no tengan que pasar dos veces en poco tiempo por su funeral. Eso sí que debe ser realmente doloroso. 

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