Desde su escena de apertura, es evidente que Inseparables rinde tributo a la película de David Cronenberg con el mismo nombre, en que se basa. Las gemelas Beverly y Elliot Mantle (en una interpretación doble de Rachel Weisz) son siniestras. No de la manera habitual, sino de una más perturbadora. Ambas son ginecólogas y están obsesionadas con su profesión. Tanto como para que su propósito en común sea crear una forma de revolucionaria de enfocar la salud genital y sexual femenina.
Pero, desde el primer capítulo, veremos cómo la legalidad no es una cuestión prioritaria en la búsqueda de su objetivo. De hecho, lo primero que plantea Inseparables es que los límites de la ética para Beverly y Elliot son difusos. Las hermanas intercambian sus papeles en la vida cotidiana y también en el consultorio médico.
Disfrutan de analizar juntas los detalles morbosos de los tratamientos que practican. Incluso comparten pacientes atractivas, en turbias fantasías que reflejan que el mundo interior de las hermanas está carcomido por un horror lóbrego y demencial, difícil de definir.
Inseparables
Inseparables, de Prime Video, rinde homenaje directo a la película de David Cronenberg en la que se basa. Desde el horror corporal o el gore, hasta una perturbadora visión del cuerpo femenino. La película también debate temas como la ética, la perversión y el miedo en un escenario sofisticado y neutral. La doble actuación de Rachel Weisz como las gemelas Beverly y Elliot sorprende por su capacidad para crear matices sobre el mal. Las hermanas, ambas ginecólogas, harán todo lo que consideren necesario para revolucionar la salud sexual femenina. Pero ese tránsito las llevará, a través de la crueldad y el asesinato, hasta su destrucción intelectual.
David Cronenberg como inspiración
En la película en la que se basa la serie, los gemelos son varones y están encarnados por un joven Jeremy Irons. No obstante, el cambio de sexo favorece la enfermiza premisa del guion de Alice Birch, Ming Peiffer, Rachel De-Lahay y Miriam Battye. Tanto Beverly como Elliot son crueles en lo sutil, violentas en su actitud ambigua y despiadadas en su amoralidad. Pero el centro del argumento explora la necesidad de poder femenina, la forma oscura en la que puede manifestarse y el miedo que suscita esa afilada arma.
El escenario es solo la excusa para plantear dilemas de culpa y responsabilidad, que van en escalada hacia lo obsceno y lo brutal. Gradualmente, Inseparables deja claro que nadie en la historia está libre de pecado ni es totalmente inocente. Esa escala de grises es el arma más temible que puede esgrimir cualquiera de las siniestras figuras de la historia.
Los dos puntos de vista sobre la realidad de Inseparables
Todo mientras se juega con la dualidad de los personajes interpretados con inteligencia por Rachel Weisz. La actriz dota a su actuación de una serie de matices sutiles que diferencian a Berverly y a Elliot casi desde la primera escena de Inseparables. Una es más violenta en sus actos y deseos —siempre bajo la excusa de la ciencia—, la otra se cuestiona en voz alta.
Pero, al final, son dos extremos de lo mismo. Elliot está convencida de que cualquier sacrificio es útil, Beverly, de que la intimidad del consultorio no es sagrada. La trama utiliza los pasillos de hospitales y escenarios neutrales para plantear con rudeza la deshumanización del cuerpo.
Sin embargo, nada es tan sencillo en Inseparables, por lo que la idea de herir, destrozar e incluso matar en beneficio de un bien mayor no llega con facilidad. Antes, la directora Alice Birch dedica una buena cantidad de tiempo a profundizar en las personas capaces de cometer actos atroces. Más bien, en el motivo que empujará a Beverly y Elliot a perpetrar actuaciones terroríficas en beneficio de su ego.
La medicina como escenario del miedo
La historia de Inseparables dedica, al menos, sus dos primeros capítulos a profundizar en la medicina como un medio para conseguir un fin. También a las gemelas Mantle, reconvertidas en criaturas fatídicas capaces de encerrarse en el baño para fraguar agresiones sexuales. La trama, que tiene algunos giros humorísticos que hacen la atmósfera más inquietante, no se detiene en eufemismos. Si algo sorprende de la serie es su crudeza de lenguaje, imagen y puesta en escena.
Desde los primeros planos de las pacientes aterrorizadas, hasta las conversaciones en voz baja de las hermanas sobre un niño muerto. El argumento enfatiza que el mal se muestra de muchas formas. Que se impone como una tentación sugerente que evita pensar en sus dilemas y satisfacciones depravadas.
Inseparables es un cuento de horror sofisticado
Aunque no se le menciona en los créditos, la mano de David Cronenberg es obvia. Las escenas de terror corporal son tan duras que por momentos resultan dolorosas. Beverly está convencida de que el sufrimiento físico es un vehículo para la iluminación científica, por lo que lo perpetrará como pueda siempre que le produzca placer.
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Al otro extremo, Elliot terminará por convencerse de que la codependencia con su melliza es una forma depravada de éxtasis. En su sexto capítulo, la serie concluye con una moraleja. El mal contemporáneo puede expresarse de maneras extrañas, incluso refinadas, pero siempre violentas. La brutalidad de la ciencia sin ética es un enemigo temible. No obstante, Inseparables no desea ser sermoneadora, por lo que su final solo puntualiza lo obvio. Los monstruos tienen rostro humano.