Anoche, 16 de marzo, Pasapalabra entregó el bote más grande de su historia. El afortunado fue Rafa Castaño, quien se llevó la friolera de 2.272.000 euros. Y lo hizo en un solo turno, con lo cual la palabra de la victoria fue la que empezaba por z: zabro.
La definición del presentador, una versión acortada de la que se puede leer en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), fue esta: “Escarabajo que ataca los trigales, especialmente cuando los granos son tiernos”. ¿Pero qué más sabemos de este escarabajo de los 2 millones de euros?
Lo cierto es que no solo ataca a los trigales, como versa la definición. En general, el zabro se considera una plaga de cualquier cereal, menos de la avena. Sí que es cierto que afecta preferentemente a los granos más tiernos y en épocas determinadas del año, bajo características concretas. Lógicamente, todo eso no podía decirse en la definición de Pasapalabra. Pero para eso estamos aquí, para hablar de ciencia. Además, los escarabajos nos encantan.
Zabro, el escarabajo de Pasapalabra
La definición completa de la RAE incluye también que es de la familia de los carábidos. Y así es. Además, su nombre científico es Zabrus tenebrioides, aunque es mucho más conocido como zabro.
Las mayores pérdidas en los cultivos las produce el zabro en estado larvario, entre los meses de septiembre y octubre. En esta fase, miden unos 3 centímetros de largo, tienen fuertes mandíbulas y se alimentan de casi cualquier cereal, aunque sus favoritos son el trigo y la cebada.
Los años con otoños suaves y húmedos son los que favorecen la aparición del escarabajo de los 2 millones de euros de Pasapalabra. No obstante, es a finales de primavera y principios de verano cuando se pueden ver los adultos, más pequeños de tamaño que las larvas, campando por los cultivos.
Se puede prevenir su aparición
El zabro le ha dado una gran alegría a Rafa Castaño en Pasapalabra. Sin embargo, para los agricultores de cereales puede ser un buen quebradero de cabeza, pues es capaz de ocasionar grandes pérdidas en los cultivos. Por eso, se deben tomar ciertas medidas preventivas.
La primera es rotar los cultivos. Es decir, no sembrar cereal donde antes ya había cereal. También es importante retrasar la siembra lo máximo posible, para que el periodo en el que proliferan las larvas no coincida con el momento en que los granos están tiernos y perfectos para que los destrocen. Además, se debe evitar que se acumulen rastrojos, pues esto también favorece la aparición de las plagas de zabro.
Si aun así no se consigue evitar su aparición, ya habría que recurrir a productos fitosanitarios autorizados. Pero, como con todo en la vida, siempre es mejor prevenir que curar. El zabro, así como otras plagas de cultivos, no es una excepción para este típico refrán.