En la película Tetris, disponible en Apple TV+, el director Jon S. Baird muestra la obsesión mundial que despertó el juego. Lo que parecía un sencillo diseño gráfico destinado a la diversión accesible, se convirtió en un asunto de estado en la Unión Soviética. Te contamos cuál fue la historia de Tetris, el videojuego que cambió la industria del entretenimiento.
Por singular que parezca, obtener la licencia del producto se convirtió en un choque político de curiosas consecuencias y terminó por ser una batalla de rivalidades comerciales. También, la puerta abierta que en la actualidad nos permite comprender el trasfondo ideológico que rodeó su creación. Algo que la película refleja como un tenso contexto que los personajes debieron atravesar con esfuerzo.
Pero, ¿qué hizo famoso al videojuego? Es un interrogante que la historia de Tetris todavía sigue sin responder del todo. En pleno auge de la industria de creación de experiencias en consolas, el juego era una excepción, una rareza. No tenía imágenes sofisticadas, narrativa compleja ni, mucho menos, personajes. Solo era un esquema que apelaba al ingenio visual, con el que se obtenían resultados concretos casi de inmediato. Con su aspecto sobrio, permitía a cualquiera entender su sistema sin mayores explicaciones.
La historia de Tetris comienza con una diversión sencilla destinada al público mundial
Tampoco se requería una habilidad especial. Solo la de ordenar piezas en una secuencia que sorprendía por su capacidad de ser siempre diferente. En las décadas de 1980 y 1990, Tetris desafió a la industria y demostró su importancia, por encima de proyectos de mayor envergadura y sofisticación. Sin embargo, detrás de su apariencia sencilla, la histoira de Tetris esconde una guerra comercial que enfrentó a dos formas políticas de ver el mundo.
La Rusia comunista se opuso con todos sus recursos al mercado capitalista en la lucha por la propiedad del juego. Un tema que despertó todo tipo de rivalidades comerciales. Incluso una guerra poco discreta entre figuras de renombre del mundo corporativo estadunidense, en pugna obtener su licencia de distribución. El relato de Tetris en el que la película de Jon S. Baird profundiza desde la ficción.
Un diseño creado por accidente y un triunfo inmediato
En 1984, el ingeniero de software Alexey Pajitnov trabajaba en el Centro de Computación Dorodnitsyn de la Academia de Ciencias Soviética. Se trataba de un instituto de investigación y desarrollo informático, ubicado en Moscú, propiedad del gobierno. Los horarios de trabajo le obligaban a permanecer en las instalaciones la mayor parte día y, en algunos casos, también la noche. En un intento de distraer el tedio de las extenuantes jornadas, el programador diseñó un juego simple, inspirado en su amor por los rompecabezas y la arquitectura.
Para el curioso apartado visual de su diseño, el experto tomó como ejemplo el de pentominoes. Un pasatiempo infantil que consiste en armar un conjunto de cinco piezas de madera a través de cuadrados iguales. Cada lado debe acoplarse al siguiente en una línea funcional que permita más uniones. En la historia de Tetris, su creador adaptó el sistema, haciéndolo más simple que el original al prescindir de los valores numéricos que forman parte del juego de mesa.
La versión del ingeniero se resumía en crear una estructura que debía encajar entre sí. A la vez, el jugador debía combinar las piezas para evitar que el resultado pudiera derrumbarse, lo que reiniciaba la experiencia. La mezcla de ambas cosas brindaba una serie de múltiples combinaciones, lo que estimulaba la habilidad del jugador.
El mismo Alexey Pajitnov admitiría, más tarde, que jamás creyó que su invención estuviera destinada a un público amplio e insistió en que su única intención era divertirse. No obstante, por suerte para la historia de Tetris, siguió perfeccionando el sistema de juego hasta lograr que fuera tan simple que incluso los niños pequeños pudieran usarlo. Un detalle que, cuando se convirtió en un fenómeno mundial, se consideró el secreto de su repercusión.
La historia de Tetris y la obsesión colectiva por el videojuego
A finales del 1984, Tetris era muy popular entre los compañeros de trabajo de su diseñador. El juego se extendió primero como una curiosidad en Moscú. Más tarde, cuando el ingeniero lo compartió con uno de sus colegas en Hungría, comenzó su rápido camino para convertirse en fenómeno colectivo. Tras ser expuesto en una exhibición de software en el Instituto Húngaro de Tecnología, llegó a manos del británico Robert Stein, dueño de Andromeda Software Ltd., que buscaba de un entretenimiento electrónico revolucionario que le brindara un lugar en medio del agresivo crecimiento del mundo de videojuegos.
La historia de Tetris confirma que el empresario comprendió de inmediato las posibilidades del juego y trató de dar con el ingeniero ruso que lo había creado. Sin embargo, la licencia del diseño ya no pertenecía Alexey Pajitnov, sino a Elektronorgtechnica (Elorg), una agencia rusa de tecnología, una institución encargada de la venta y reproducción del software del país. La lucha por la licencia fue un largo proceso que involucró negociaciones a puerta cerrada con funcionarios políticos y personajes del mundo universitario ruso. Algunos de los cuales jamás habían oído hablar sobre el juego, aunque deseaban asegurarse de que el patrimonio del Estado estuviera bajo vigilancia.
Después de meses de insistencia, Robert Stein consiguió la licencia para llevar el juego al Reino Unido y EE. UU. Lo que convirtió a Tetris en el primer software de origen soviético en comercializarse más allá de las fronteras de la región y llegar a suelo norteamericano.
El relato de Tetris es un largo camino de dificultades para hacer historia
No obstante, los problemas más graves todavía estaban por llegar. El contrato con Elorg cubría solo el uso en ordenadores personales. Pero, para el empresario, las posibilidades del juego no podían limitarse al ámbito doméstico. De modo que, sin una cláusula que lo especificara, acordó con el distribuidor inglés Mirrorsoft los derechos para todo tipo de dispositivos, incluso en lugares públicos. Lo que desembocó en la firma de un acuerdo con Atari y otro muy lucrativo con la japonesa Sega.
En medio de los complicados convenios que forman parte de la historia de Tetris, Henk Rogers, dueño de BulletProof Software, negoció también los derechos del juego. Logrando involucrar a Nintendo a través de Spectrum HoloByte, que detentaba los derechos de Tetris en Norteamérica. Robert Stein continuó firmando negociaciones sin informar a Elorg, lo que estuvo a punto de arruinar el lucrativo contrato que tenía con la institución.
Finalmente, ocurrió lo inevitable. Las autoridades rusas descubrieron las maniobras del empresario y se produjo una disputa entre ambos. Sin embargo, las extraordinarias posibilidades comerciales de llevar Tetris a dispositivos portátiles dirimió la situación. Al comienzo de los años noventa, convertido en una revolución mundial de la electrónica, el juego era considerado uno de los más exitosos de la historia.
Un creador que no pudo disfrutar del éxito de su trabajo
Durante décadas, Alexey Pajitnov no recibió ni un solo dólar de las millonarias ganancias de Tetris. Según SFGate, en la década de los noventa, el creador del juego había perdido alrededor de 40 millones en ganancias que no podía recibir debido al régimen político soviético. Pese a todo, su invento terminó beneficiándole de manera indirecta. Henk Rogers le ayudó a emigrar a Estados Unidos y después lo contrató diseñar juegos.
Pero la historia de Tetris termina bien. En 1996, en medio de importantes cambios políticos rusos, el empresario y el ingeniero regresaron a Moscú para una última misión. La de negociar los derechos para que el segundo pudiera recibir las ganancias de su creación. Y lo consiguieron. En la actualidad, con 67 años, el diseñador puede presumir de disfrutar de la todavía asombrosa popularidad de su invención más conocida.