La película 65, de Scott Beck y Bryan Woods, podría ser una buena combinación de drama y ciencia ficción. Su historia comienza con texto en pantalla, que explica que Mills (Adam Driver) aceptará un trabajo que salvará la vida de su familia, pero le obligará a arriesgar la suya propia. Un dilema doloroso que, pese a no ocurrir en la Tierra, resulta por completo conocido. El personaje no es humano, tampoco lo son los miembros de su familia. Pero los problemas a los que se enfrenta son los bastante reconocibles y cercanos.

Durante sus primeros minutos, 65 parece plantar la posibilidad de un mundo alternativo, aterrador y oscuro, a punto de ser devorado por la violencia. Pero el guion, escrito por el dúo de directores, no está interesado en profundizar en sutilezas. Con una rapidez que resulta casi confusa, plantea el dilema. Mills debe acometer una misión mortal que no se especifica y debe hacerlo de inmediato. La salud de su esposa e hijo dependen de ello.

El mal misterioso espera en un planeta primitivo

No obstante, el argumento de 65 cambia pronto de registro y olvida el núcleo más emocional de su propuesta. La acción se hace más directa, al mostrar cómo la nave en la que viaja el personaje de Adam Driver en un sueño criogénico es derribada al atravesar un cinturón de asteroides.

65

La película 65, de Scott Beck y Bryan Woods, es una mezcla entre ciencia ficción y cine de supervivencia. Con un comienzo prometedor, se convierte en una persecución sin objetivo a través de un paraje peligroso y brutal. Por extraño que parezca, su inteligente premisa —la de un viajero espacial en medio de nuestro planeta hace 65 millones de años— decae en medio de varios errores narrativos. La película jamás profundiza en ninguno de sus elementos, más allá de la necesidad de enfrentar monstruos conscientes de su capacidad para matar. En conclusión, el azar termina siendo el elemento determinante que sostiene la historia y su poco satisfactorio final.

Puntuación: 3 de 5.

En medio de los escombros, Mills termina en la superficie de un territorio desconocido en compañía de otra superviviente, Koa (Ariana Greenblatt). Ambos deberán tratar de escapar o morir a manos de las criaturas que habitan la región inhóspita en la que se encuentran.

Que no es otro lugar que nuestro mundo 65 millones de años atrás, antes de cualquier presencia humana. Por supuesto, los dinosaurios reinan en medio de la vegetación feroz y gigantesca.

Las bestias que atacan en 65

En un giro original, la Tierra, poblada de dinosaurios, desconocida, violenta y salvaje, se convierte en el principal enemigo de Mills. El argumento de 65 resulta interesante en la medida en que mantiene la tensión del paraje desconocido con gran habilidad y una inteligente construcción visual. 

Adam Driver protagoniza la película 65
Adam Driver es Mills en la película 65.

El mundo previo a la humanidad imaginado por 65 es enorme, brutal y está lleno de bestias voraces dispuestas a devorar a los supervivientes sin que nada pueda detenerlas. Al contrario de las criaturas casi frágiles de la saga Jurassic Park, los monstruos de 65 son imparables. Sedientos de sangre y con una voracidad temible. La historia les muestra en toda su plenitud de criaturas sin rivales y, lo que resulta más aterrador, conscientes de su supremacía. La trama las dota de una conciencia primitiva que se muestra a través de sutilezas. Observan, vigilan, cazan. No son meros animales aterrorizados o en bandadas.

A la vez, el director de fotografía de 65, Salvatore Totino, empequeñece a sus personajes por medio de la escala y la envergadura de lo que les rodea. La vegetación se convierte en una trampa sombría y verde. La cámara sigue a los personajes a través de su desesperado intento de cruzar parajes desconocidos en busca de ayuda. Pronto queda claro que el planeta entero es una prisión terrorífica. Cada elemento que lo sustenta es tan pernicioso y potencialmente destructivo como para matarlos a la primera ocasión.

Una batalla final entre las sombras

La visión de la Tierra como un lugar hostil podría resultar interesante, de no ser porque el dúo de directores se obsesiona con perseguir a sus personajes en la huida. Entonces toda la narración se simplifica y se centra en mostrar espacios que resultan peligrosos por el mero hecho de ser desconocidos. Resulta lamentable que 65 olvide más rápido de lo necesario que plantea un escenario novedoso. La sensación de que la película desperdicia sus propios recursos es constante.

Adam Driver en 65

65 es incapaz de explorar los elementos que plantea durante su primera hora. Empieza por insinuar que dos personajes sin más armas que su ingenio tendrán que vencer a bestias brutales, pero la idea se agota pronto. Mills y Koa tienen que huir de la amenaza de depredadores que parecen invisibles y aguardan a su menor error. Un argumento con mucho potencial, pero que en el tercer tramo de la película se muestra extrañamente vacía de significado y poder. La supervivencia se convierte entonces en obra del azar.

La película 65 pudo haber tenido éxito en mezclar una survival movie con el género de la ciencia ficción pura gracia a su novedosa idea central. Pero el resultado flaquea por la poca capacidad de la película para sacar provecho a toda su rareza. En lugar de eso, cierra con una escena sensiblera que otorga el peor giro de todos a su relato. El de convertir un enfrentamiento a muerte en una aparente celebración a la vida y los ideales que se insinúan con torpeza.

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