El síndrome del acento extranjero es una de esas raras afecciones por las que podemos asegurar que el cerebro es un órgano fascinante. Desde que se describió por primera vez en 1907, se han descrito menos de 100 casos, aunque puede que haya algunos sin registrar. Todos ellos se caracterizan por un cambio en el habla de los pacientes, que comienzan a pronunciar las palabras con acentos de lugares a los que nunca han viajado. Normalmente se da después de traumatismos o accidentes cerebrovasculares, aunque se han dado algunas excepciones.

Por ejemplo, en 2021 se reportó la situación de una mujer australiana que comenzó a hablar con acento irlandés después de una operación de amígdalas. Además, recientemente se publicó otro caso, en el que un hombre estadounidense empezó a charlar también como un irlandés tras el diagnóstico de un cáncer de próstata.

No siempre se trata de acento irlandés. Se han dado casos del estadounidense al inglés, de noruego a alemán o incluso de británico a ruso. Generalmente, son acentos con los que los pacientes no están familiarizados. Por eso, no parece que el síndrome del acento extranjero tenga nada que ver con una imitación inconsciente. Es algo muy diferente; donde, en realidad, también juega un papel importante la percepción de las personas que rodean a los pacientes. Y es que, en realidad, no hablan con un acento de otro país. Solo lo parece.

De víctima a supuesta espía de guerra

Uno de los casos más curiosos de síndrome del acento extranjero es el de una mujer noruega que en 1941 sufrió una lesión cerebral por la metralla de un bombardeo alemán. Afortunadamente, pudo salvar la vida, pero poco después pasó algo raro, pues dejó su acento noruego de siempre y comenzó a hablar con un sospechoso deje alemán.

Esto la llevó a perder la confianza de sus vecinos, que empezaron a pensar que se trataba de una espía nazi. Como resultado, la echaron de la aldea en la que vivía, sin que lograse explicar que, en realidad, ella no tenía nada que ver con los alemanes.

¿A qué se debe el síndrome del acento extranjero?

Por aquel entonces ya se había descrito el síndrome del acento extranjero, pero más bien como algo anecdótico. Ese es el motivo por el que nadie entendió lo que le pasaba a aquella mujer noruega.

Con el tiempo sí que se han descrito nuevos casos. Normalmente, el cambio de acento empieza poco después de una lesión cerebral y puede permanecer para siempre o remitir a medida que esta se recupera. También puede ser fijo o intermitente, según la gravedad del caso. Su origen no está del todo descrito, aunque hay algo que sí está claro. Y es que estos pacientes en realidad no están hablando con un acento extranjero. Lo que les ocurre es que experimentan cambios en la movilidad de la lengua y la mandíbula. Eso es lo que les hace articular las palabras de un modo diferente, hasta el punto de que quienes les rodean, o ellos mismos, puedan encontrar parecidos con el acento de otro país.

Buen ejemplo es el de la mujer australiana que experimentó el síndrome del acento extranjero tras operarse de amígdalas. Todo empezó mientras cantaba en la ducha y, si bien ella fue consciente del cambio, hasta que unos conocidos la escucharon hablar y le dijeron que tenía acento irlandés, no lo pensó.

De hecho, cuando empezó a experimentar este problema fue mostrando su evolución en TikTok, donde muchos usuarios la acusaron de farsante. Para ello alegaron que no era un acento irlandés realista. Pero es que no tenía por qué serlo, pues el síndrome del acento extranjero no consiste en eso.

Anatomía, cuerpo humano, síndrome del acento extranjero
Unsplash | Robina Weermeijer

Motivos más allá de la lesión cerebral

Se han dado unos pocos casos de síndrome del acento extranjero en pacientes con cáncer. El último fue un hombre de California que comenzó a experimentar ese cambio en su forma de hablar cuando habían pasado 20 meses desde el diagnóstico. Refirió que nunca había estado en Irlanda, y también que no había sufrido ningún traumatismo en la cabeza. De hecho, la resonancia magnética cerebral que se le realizó resultó totalmente normal.

Sí que se vio que su cáncer se estaba extendiendo. Tanto que, lamentablemente, terminó causándole la muerte. En ningún momento del avance de su enfermedad llegó a perder el acento irlandés, por lo que supuso un caso tan llamativo que incluso se publicó en British Medical Journal.

En dicho estudio, se calificó su síndrome del acento extranjero como un efecto del síndrome paraneoplásico. Es así como se denomina a todos los síntomas que se dan en pacientes con cáncer, pero no pueden ser explicados por el tumor. Ocurren, por ejemplo, por motivos hormonales o relacionados con el sistema inmunitario. Y no sería algo raro, pues algunos casos de síndrome del acento extranjero se han asociado también a estos fenómenos.

De cualquier modo, sigue habiendo mucho misterio alrededor de este curioso síndrome. Se necesita mucha más investigación, pero no es fácil, al haber tan pocos casos diagnosticados. Al menos ya sabemos que existe y posiblemente no le costaría el exilio a nadie, como se lo costó a aquella mujer noruega. O quizás sí, los humanos tenemos una tendencia sorprendente a tropezar con las mismas piedras, aunque la ciencia nos dé las pautas para evitar el traspiés.

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