Jack (Leonardo DiCaprio) podría haber sobrevivido al hundimiento del Titanic. Pero eso, habría puesto en riesgo a Rose (Kate Winslet), lo que evitó que intentara guarecerse de las gélidas aguas del océano. Esa es la conclusión a la que llegó James Cameron y un equipo de científicos en el especial Titanic: 25 años después, de Disney+. El director decidió responder de una vez por todas y a través del método científico, una de las grandes preguntas de la cultura pop contemporánea.
Durante los últimos veinticinco años, los fans de la dramática historia de Titanic, se preguntaron en voz alta por qué el personaje de Jack murió de la forma en que lo hizo. Mucho más cuando la tabla a la que Rose se subió parecía tener el espacio suficiente para ambos.
La disyuntiva se convirtió desde entonces un interrogante acerca de supervivencia debatida en foros de internet. Hasta un capítulo de la conocida serie Cazadores de Mitos investigó sobre el asunto. Dedicaron un episodio a explorar las posibilidades de supervivencia y la respuesta fue tajante. Jack pudo subirse junto a Rose y evitar congelarse en el Atlántico Norte. Pero en la producción de National Geographic, la pregunta se responde de manera mucho más minuciosa, con la ayuda de un grupo de expertos que profundizó en las distintas posibilidades para llegar a la respuesta más precisa.
Una tragedia con una sola víctima
Desde el estreno de Titanic en 1997, la escena en que Jack sacrifica su vida por la de Rose, conmovió al público. En particular, porque James Cameron dejó claro que se trataba de un suceso inevitable. De hecho, insistió en ello en más de una ocasión a lo largo de las últimas décadas. Para el director, su epopeya marítima, tenía, por necesidad, un final trágico. No obstante, decidió poner a prueba su decisión en Titanic: 25 años después, con un experimento cuidadoso en el que imitó punto a punto, lo que pudo haber ocurrido.
El especial, que encabeza el propio director, comienza con plantear la hipótesis básica ¿Cómo sobrevivir a las condiciones de la noche del 15 de abril en 1912? La respuesta incluye un análisis de la temperatura y el clima que rodeó a la fatídica tragedia. El documental, que utiliza una base de datos real, demuestra que la temperatura llegó al menos a diez grados bajo cero en la madrugada. Justo en el momento en el que buena parte de los pasajeros que lograron evitar morir ahogados, flotaban en la superficie, en espera de ser rescatados.
James Cameron cuenta con profesionales para profundizar en el tema. Por un lado, con el doctor Robert Ballard, parte del equipo que descubrió los restos del Titanic en 1985. Y por otro, con el ingeniero de sistemas navales Parks Stephenson. El dúo, junto al realizador, analiza no solo el conocido debate sobre Jack y si había espacio suficiente para él en la puerta de madera en la cual flotaba Rose. De inmediato, queda claro que no se trata únicamente del espacio en el objeto, sino la serie de variables que debían enfrentar los pasajeros, sometidos a condiciones extremas. Primera hipótesis que se aclara: nada es tan sencillo como podría suponerse.
Muchas preguntas y algunas respuestas sobre una noche fatídica
Titanic: 25 años después, es una ingeniosa forma de explorar en un popular debate de la cultura pop, debido a la seriedad con que lo afronta. James Cameron construyó un escenario idéntico al original, de modo que no quedara duda que el experimento iba a dirimir la discusión de una vez por todas.
Lo siguiente, fue contratar a dobles de acción con aproximadamente el mismo peso y estatura de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. ¿La premisa? Probar, al haber establecido que la supervivencia depende de las alternativas que rodean al suceso, cuáles podrían ser las más beneficiosas — o no — para salvar la vida.
Por si eso no fuera suficiente, la producción muestra el meticuloso sentido del detalle del cineasta. Los actores vistieron ropa muy semejante a la de los personajes y repitieron el diálogo del largometraje. También, se les sumergió en aguas heladas, pero que, lógicamente, no llegaban al punto de congelación real. A continuación, el equipo comprobó las probabilidades de sobrevivir en cuatro escenarios distintos.
Morir o vivir
En el primero, verifica — o desmiente — si los amantes tenían espacio en la misma tabla. Como cualquier producción que involucre a James Cameron que se precie, el especial se toma el tiempo para analizar la situación. Desde aclarar el peso de la madera, hasta cómo influirían los movimientos de los personajes en la estabilidad de la tabla. La primera respuesta llega casi diez minutos después de comenzar la travesía entre datos y pruebas científicas: había espacio para Jack y Rose.
Pero, hay un inconveniente. El peso combinado de ambos, les haría hundirse. James Cameron recuerda, entonces, por qué Titanic es una de sus cintas más queridas. Su nivel de conocimiento sobre todo lo que rodea al malogrado buque, impresiona. Dedica el primer tramo del programa a explicar los tipos de materiales que se usaron en el barco original. En específico, su flotabilidad. Lo que le permite deducir algo concreto. Aunque pudieron intentar utilizar al unísono la puerta, el resultado les habría costado la vida.
Para la segunda prueba, los actores vuelven a estar sobre la hoja de madera, pero solo apoyando la mitad del cuerpo hacia arriba. De esa forma, pueden flotar y mantienen la mayoría de sus órganos vitales fuera del agua helada. Pero, a la posibilidad habría que añadir, según puntualiza James Cameron, que la pareja estaba exhausta. Mucho más: al límite de sus fuerzas luego de acometer una tragedia mayor que les hizo correr, escalar y nadar en rápida sucesión. Por lo que, según el director, uno de ellos habría sucumbido al agotamiento. En sus palabras, probablemente Rose, que llevaba ropa más elaborada — y, por tanto, pesada —, además que debió subir por segunda vez al barco, en busca de Jack.
El joven amante que podría haber vivido
De modo que hay un tercer escenario, en que los actores deben encontrarse tan exhaustos como la trágica pareja de la ficción. El realizador les hace llevar a cabo todo tipo de ejercicio extremo para imitar las condiciones físicas que, presumiblemente, padecían los personajes. Lo que le llevó a sacar en claro algo más. El cansancio les impediría continuar en la posición correcta — con el torso fuera del agua — durante el tiempo necesario antes de ser rescatados.
Finalmente, hay una cuarta opción. Que Rose compartiese el chaleco salvavidas con Jack, mientras ella continúa sobre la tabla. El especial de National Geographic, profundiza entonces en la mitología del largometraje. El experimento muestra que, quizás, la prenda habría permitido al joven soportar el frío por unas cuantas horas más. Al menos, hasta la llegada de la ayuda marítima. Así que la respuesta a la gran pregunta demuestra ser ligeramente más complicada de lo que podría suponerse.
Jack sobreviviría, pero poniendo en riesgo de congelamiento a Rose, que continuaba fuera del agua y sometida al frío clima de alta mar. Es entonces cuando James Cameron deja claro que su decisión es mucho más argumental que científica. Según explica, su personaje jamás pondría en peligro a su amada, por lo que no habría aceptado el salvavidas.
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Tampoco habría subido a la tabla para salvarse. Por lo que al final, Titanic: 25 años después demuestra algo más que una vieja teoría: que el célebre cineasta está todavía deslumbrado con cada parte y detalle de su obra cinematográfica. Un elemento casi conmovedor que demuestra esta curiosa y bien narrada producción.