Las videollamadas parecen un invento reciente pero llevan años entre nosotros. Sin embargo, no fue hasta la pandemia de coronavirus que nos vimos obligados a contactar con familiares, amigos, clientes y compañeros de trabajo a través de las videollamadas o videoconferencias. Desde entonces, este método ha ganado popularidad. Y más que la tendrá cuando sea posible realizar videollamadas a través de realidad virtual.
Pero si las videollamadas son tan fáciles de realizar hoy en día es gracias a que contamos con conexiones de banda ancha y a que prácticamente cualquier dispositivo integra cámara. En especial smartphones y ordenadores portátiles. Pero algunas pantallas de sobremesas también empiezan a llevarlas. Y en el futuro, es probable que los televisores también las incorporen. Vamos, que resulta complicado librarse de una videollamada.
Sin embargo, no siempre fue así. En los años 90, esta tecnología empezaba a ser factible pero todavía era algo desconocido por el gran público. Era más bien un invento que veíamos en las películas y series de ciencia ficción. Pero que las empresas más punteras empezaban a ver como una manera de comunicarse con sus oficinas de todo el mundo y con clientes internacionales sin salir del país.
¿Pueden las videollamadas ahorrar...?
Esta pregunta aparecía en la portada de la revista MacWorld de noviembre de 1994. ¿Pueden las videollamadas ahorrar tiempo, dinero y viajes? El titular era Desktop Conferencing, conferencia de escritorio, algo que era bastante popular en las empresas grandes y medianas a través de llamadas telefónicas internacionales. Pero escuchar a la otra persona es una cosa y verla es otra muy diferente. ¿Acabarían las videollamadas con los viajes de negocios?
Las ventajas de las entonces llamadas videoconferencias estaban claras. Estar en dos lugares a la vez. Sin embargo, en el lejano 1994 la tecnología que lo hacía posible no era muy económica que digamos. Según el artículo de portada de MacWorld, firmada por Matthew Leeds, la tecnología necesaria costaba 100.000 dólares. E implicaba el uso de una sala exclusiva para las reuniones en vídeo y conexiones vía satélite. Un despliegue de medios y dinero solo al alcance de unos pocos. Una excentricidad que podía servir para quedar bien con los clientes más allá de lo práctico que resultaba.
Pero a finales del siglo XX, eso iba a cambiar. “Mejor compresión, miniaturización, procesadores más rápidos y un mercado en expansión” que crecía tan rápido como el coste de los viajes de negocios, hacía que las videollamadas fueran más baratas y asequibles tanto para grandes como para pequeños negocios. Videollamadas o, según el artículo, desktop videoconferencing, por sus siglas DVC.
Los primeros pasos son difíciles
Sin embargo, aunque la tecnología ya estaba ahí, todavía no estaba del todo implementada. El artículo analiza cuatro ejemplos de sistemas de videollamadas compatibles con los Macs de la época. Por poner algo de contexto, en 1994 nace el organismo conocido como W3C. En el mundo hay 10.000 páginas web y dos millones de ordenadores conectados a internet. La mayoría en universidades y centros de investigación. Ese año empezaban a andar empresas como Amazon o Yahoo! El navegador estrella era Mosaic y recién se lanzaba su sustituto, Netscape Navigator. Y las conexiones a internet se realizaban a través de la línea telefónica. En Estados Unidos, a través de empresas como AOL o Compuserve.
En 1994, los ordenadores personales de IBM se estaban convirtiendo en un estándar de la industria. Y empezaban a usarse los procesadores de Intel. Como sistema operativo, reinaba MS-DOS con permiso de Windows 3.11. La memoria RAM estándar era 4 MB, las pantallas eran de 14 pulgadas y los datos se movían en disquetes. Aunque ese año empezaban a verse los primeros CD. En cuanto a Apple, en 1994 se empezaron a usar procesadores PowerPC en los Macintosh y se lanzaba la nueva línea de ordenadores Power Macintosh. Se unía a las gamas previas: PowerBook para portátiles, Performa para sobremesa y las PDA de nombre Newton.
Volviendo al artículo de MacWorld, para probar las videollamadas emplearon línea analógica convencional pero también ISDN, conocida en español por las siglas XDSI. Era la versión digital de la red telefónica de cobre y facilitaba múltiples conexiones a través de la misma línea, lo que permitía hablar por teléfono, conectarse a internet y/o realizar una videollamada. No hace falta decir que esta tecnología estaba muy limitada por su coste y poca implementación. Ofrecía dos canales de 64 Kbps para datos y/o voz y un tercero de 16 Kbps para señales de control.
¿Cómo eran las videollamadas de los 90?
Los cuatro sistemas de videollamadas analizados en el artículo de MacWorld tenían la ventaja de instalarse en un ordenador de la época. A diferencia de los sistemas anteriores que requerían un despliegue técnico específico que debía colocar en una sala de reuniones. Así, si tenías un ordenador, bastaba con conectarle la cámara facilitada por el proveedor del sistema de videollamadas e instalar el software necesario.
Para realizar las conexiones, se realizaba una llamada telefónica al uso. O bien se usaban conexiones Ethernet si la conexión era dentro de la propia oficina. Nada de nicknames, usuarios ni cuentas. Y como funciones destacables, podías tomar capturas de la videollamada, en formato frame o imagen fija, así como enviar y/o recibir archivos y tener una pizarra virtual compartida en la que escribir o dibujar. También se podía compartir escritorio, contar el tiempo de la reunión o grabar vídeo y/o audio.
Los precios de los cuatro sistemas analizados en el artículo de 1994 iban desde los 1.499 dólares del Cameo Personal Video System de Compression Labs para Ethernet (la versión ISDN costaba 2.500 dólares) hasta los 5.899 dólares del Connect 918 de NUTS Technologies. Obviamente, estamos hablando de una tecnología enfocada a las empresas. El usuario doméstico difícilmente usaría videollamadas si implicaba ese gasto y, además, el hecho de que pocas personas tenían esa tecnología a mano.
Demasiado pronto para hacer un brindis
Poca calidad de imagen y de audio. Y la dificultad de usar todas las prestaciones de las videollamadas al mismo tiempo. El principal problema de esta tecnología estaba en las conexiones del momento. La línea telefónica no era capaz de transmitir vídeo a gran velocidad. Y mucho menos aderezarlo con enviar datos con archivos, compartir pantalla, etc. Es decir, que el techo de cristal para que las videollamadas se hicieran populares estaba en las precarias comunicaciones digitales de entonces.
Para ponerlo en contexto, veamos qué ancho de banda necesitamos hoy en día. Skype, la app de Microsoft para videollamadas domésticas, pide entre 30 y 100 kbps para llamadas de voz. Las conexiones telefónicas de 1994 se movían entre 14,4 y 33,6 kbps. Para videollamadas y/o pantalla compartida, Skype pide entre 128 y 300 kbps. Velocidades a las que no llegaba ni el RDSI de la época.
Las videollamadas tuvieron que esperar a mejoras en la compresión de la imagen y, especialmente, a la llega de conexiones más rápidas. Primero, el ADSL, que permitía conexiones de entre 128 kbps y 8 Mbps. Incluso llegaron a ofrecer 20 y 50 Mbps. Pero el gran cambio llegaría con la fibra óptica que nos permite tener hoy en día conexiones de no menos de 100 Mbps.
El final del artículo de MacWorld de noviembre de 1994 sobre las videollamadas a través de ordenador personal no es muy halagüeño. Sí que parte de una premisa optimista, la de un coste menor para realizar videollamadas y la posibilidad de hacerlo a través de un ordenador y por línea telefónica. Por contra, precisamente a los límites de esa línea telefónica, la calidad de vídeo y audio no eran las más recomendables. Además, tendrían que llegar propuestas más sencillas para el usuario como Skype. O la inclusión de cámaras web en prácticamente cualquier ordenador a la venta.