En Shrinking, disponible en Apple TV+, la terapia no es un espacio seguro. En el argumento de la serie, sentarse al sillón del terapeuta, acarrea escuchar verdades duras y directas, que nadie más quiere decir y que cuesta un trago amargo admitir. Jimmy (Jason Segel) es un psiquiatra que no tiene las herramientas “para curarse a sí mismo”. Pero cree que sanar al resto, implica no volver a mentir.

Una frase que repetirá una y otra vez con cierto sentido cínico que oculta el dolor que sufre. Pero realmente se trata del dilema complicado con el que deberá lidiar. En especial, cuando el mundo a su alrededor comience a resquebrajarse con lentitud. Tanto como para que la gran primera escena sea la de Jimmy drogado y cantando a gritos. La mezcla de vulnerabilidad y humor es asombrosa. A la vez, la capacidad del actor para expresar semejante dualidad.

El personaje atraviesa un duelo mayor, que se extiende a todos los lugares de su vida. Herido, maltrecho, agobiado por la ausencia de su esposa, Jimmy siente que todo lo que le rodea es falso. Al menos, que dejó de tener sentido, significado y valor. La exploración de la mente de un hombre que comprende el dolor mejor que nadie es elegante.

Shrinking

En Shrinking, de Apple TV+, la terapia no es un territorio seguro. Al menos, no en el sentido tradicional. En el argumento de Jason Segel, la confesión psicológica no es generosa. Mucho menos se sublima o idealiza. Jimmy (también Segel) es un psiquiatra que no tiene las herramientas “para curarse a sí mismo”. Una frase que repetirá una y otra vez, con cierto sentido cínico que oculta el dolor que sufre. En especial, cuando el mundo a su alrededor comienza a resquebrarse con lentitud. Tanto como para que la gran primera escena sea la de Jimmy drogado y cantando a gritos. La mezcla de vulnerabilidad y humor es asombrosa. A la vez, la capacidad del actor para expresar semejante dualidad.

Puntuación: 4.5 de 5.

En la silla del terapeuta más extraño del mundo

Mucho más, Shrinking tiene el tino suficiente como para no exceder la concepción del bien y del mal como puntos extremos. El terapeuta, que no encuentra un solo motivo para creer que lo que aprendió en el consultorio sea de utilidad, es una figura singular.

Tanto por las decisiones que toma, como por la mirada bien construida de lo que necesita entender para luchar con su conflicto interior. La manera en que lo entiende es una “epifanía” hilarante que es quizás el mejor punto de la trama: se trata de decir la verdad. Con toda la franqueza que sea posible.

Lo que conlleva a no volver a disimular lo que piensa. A Jimmy se le acabó la paciencia para suavizar sus opiniones y eso incluye, lo que opina sobre su familia y amigos. Lo hará con su hija Alice (Lukita Maxwell) y sus preocupados compañeros Gaby (Jessica Williams) y Paul (Harrison Ford). Pero, en concreto, con sus pacientes. En una dinámica que convierte a la trama de Shrinking en un cuestionamiento abierto y sin ningún disimulo de la hipocresía contemporánea.

Una nueva forma de hacer terapia en Shrinking

Uno de los puntos más interesantes de Shrinking es su honestidad. Una vez que Jimmy dejó atrás eufemismos y disimulos, sus respuestas son tan cortantes como creativas. También mucho más útiles que las fórmulas que su profesión le impuso durante largo tiempo.

El dolor emocional no es fácil de consolar, incluso para un experto en el tema. De modo que, el humor negro es el hilo que vincula las grandes preocupaciones con lugares más oscuros. Lo hace con inteligencia y un punto de vista que, aunque roza la crueldad, no es otra cosa que frontalidad.

Jason Segel en Shrinking

El Jimmy de Shrinking podría ser solo irritante, antipático o incómodo, de no ser por el hecho de que Segel le imprime una profunda humanidad. Su tristeza es evidente, lo mismo que la desesperanza que, al final, es el centro de todos sus conflictos.

El luto es un peso que lleva a todas partes y, en cierto modo, comenzó a definirle, aunque no sabe cuándo ocurrió. Lo evidente es que decir la verdad es su modo de crear un cambio, de sentir que la línea de una vida gris y hueca adquiere importancia. 

Shrinking, decir la verdad para curar, tanto al paciente como al terapeuta

De súbito, Jimmy descubre que no necesita —ni puede— seguir escuchando los comportamientos poco saludables y desordenados de sus pacientes. Pero no es una decisión que nace de la mala intención. Es el sufrimiento lo que llega a demostrarle que la vida es muy corta para regodearse en lo nocivo. “Somos complacientes con lo que nos hace daño”, dice sin tapujos. “Irresponsables y, al final, nuestras propias víctimas”.

Pudiera parecer una sentencia muy elaborada para un argumento basado en la comedia. Pero todo el contexto se sostiene en su capacidad elegante para bordear la incomodidad. Desde las conversaciones con su hija, una adolescente que su padre no llega a comprender, hasta sus magníficas discusiones con sus colegas. Shrinking usa la risa como un conjunto de percepciones del ser humano y jamás comete el error de reírse de los espacios oscuros que eso abarca.

Para el guion, es mucho más importante dejar claro que el amor, la necesidad de compañía, la soledad y la angustia son elementos sensibles. Pero para llegar a entender eso, se necesita esfuerzo. Lo que, claro está, también conlleva afrontar la honestidad de Jimmy, enfurecido y, en ocasiones, únicamente impaciente. “¿Puede culparse a cualquiera por tener miedo?”, dice en uno de sus momentos memorables. La respuesta pudiera ser tanto sí como no. Sin embargo, la premisa no lo hace tan sencillo. 

Harrison Ford en Shrinking, de Apple TV

Harrison Ford, el poder de saber escuchar bien

Por supuesto, uno de los puntos de mayor interés de Shrinking es Paul, interpretado por Harrison Ford. El terapeuta anciano, con una dolencia degenerativa, es, de alguna forma, un reverso con más experiencia y mayor vulnerabilidad que Jimmy. Ambos, por caminos distintos, han descubierto la misma “revelación”. Por lo general, cada paciente sabe lo que necesita, pero no puede obtenerlo por sí solo. Al mismo tiempo, disfrutan de sus errores y de cometerlos una y otra vez.

Pero Paul, al contrario que Jimmy, sabe que la naturaleza humana tiende a cometer errores. “Somos estructuras mal construidas y hay que jugar con esas cartas”, insiste Ford. No lo dice con amabilidad ni tampoco con dulzura. Lo suyo es el cinismo. La energía burlona y en ocasiones cruda de Paul es lo que sostiene a Jimmy, roto en pedazos. Juntos forman una dupla ideal y son, sin duda, el corazón de un argumento que niega tener uno, pero que es mucho más generoso de lo que intenta disimular.

Shrinking es un relato acerca del espíritu humano, que se reconstruye con cuidado después de ser arrasado. Ya sea por el sufrimiento, la enfermedad o la vejez. La razón no importa. Lo que sí es evidente es el sentido de hacia dónde se dirige esta versión sobre la libertad de decir la verdad y sus consecuencias.

“No tenemos otro remedio que ser un poco despiadados”, dice Jimmy en su sillón de terapeuta. Un paciente le mira estupefacto. “La crueldad es tan efectiva como una píldora”, insiste entonces con una sonrisa. Quizás, la frase que mejor resume esta extraña y sensible historia.

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