Aunque desde la Tierra la vemos como una sola serpentina planteada que surca el cielo, nuestra galaxia, la Vía Láctea, está formada por miles de millones de objetos, tan cerca unos de otros como para formar ese famoso reguero estelar que, según la mitología griega, se formó por la leche derramada del pecho de Hera. Por eso, en los últimos años se han puesto en marcha varios proyectos dirigidos a mapearla y estudiarla en profundidad. Uno de ellos es el que se realiza en Chile con la Dark Energy Camera Plane Survey (DECaPS2), ubicada en el telescopio Víctor M. Blanco, del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo, en Chile. En 2017 se presentó una primera tanda de datos y ahora se acaba de lanzar una nueva, en la que se describen más de 3,3 billones de objetos celestes, con una precisión sin precedentes. 

El instrumento que se ha utilizado fue concebido inicialmente para realización de un estudio sobre energía oscura. Este comenzó en 2013 y se finalizó en 2019, pero el DECaPS2 se ha seguido usando con otros fines, como el desarrollo de este mapa de la Vía Láctea.

Un mapa que, de hecho, puede verse en abierto, tanto para expertos como para aficionados a la astronomía. Para estos últimos, los datos resultan bastante complejos; pero, al menos, pueden deleitarse viendo imágenes fascinantes.

Un preciso mapa de la Vía Láctea

Estudiar en profundidad la Vía Láctea presenta varios obstáculos. Para empezar, la mayoría de estrellas y polvo de la galaxia se encuentran concentradas en su disco. Es decir, la banda brillante de la que nacen los brazos en espiral. Esto es un problema, porque “los zarcillos oscuros de polvo que se ven enhebrando a través de la imagen absorben la luz de las estrellas y borran por completo a las más débiles”. Además, las nebulosas difusas entorpecen la medición del brillo de otros objetos. Finalmente, hay tantas estrellas amontonadas unas sobre otras que entorpecen la observación de cada una de forma individual.

Pero DECaPS2 cuenta con dos ases bajo la manga para saltar todos estos obstáculos. Por un lado, su capacidad para observar en el infrarrojo cercano permite adentrarse más allá del polvo que absorbe la luz. Dicho muy metafóricamente, aparta el velo que cubre todas esas estrellas que normalmente permanecen ocultas a otros instrumentos. 

Por otro lado, cuenta con un nuevo enfoque de procesamiento de datos, que permite predecir mucho mejor el fondo detrás de cada estrella. El resultado, según ha explicado en un comunicado Debra Fischer, la directora de la división de Ciencias Astronómicas de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos, es como hacer una foto en la que salen más de 3 billones de personas y cada una de ellas es reconocible.

vía láctea
Crédito: DECaPS2/DOE/FNAL/DECam/CTIO/NOIRLab/NSF/AURA

Más del 6,5% del cielo cubierto

Si sumamos los datos presentados en 2017 a estos últimos, el mapa total cubre ya un 6,5% del cielo nocturno y abarca la longitud de 130º, equivalente a 13.000 veces el área angular de la Luna llena. 

En total, los científicos disponen de 10 terabytes de datos, obtenidos a partir de 21.400 exposiciones individuales. Así, los 3,3 billones de objetos descritos componen el que se considera el catálogo de la Vía Láctea más grande que se ha compilado hasta la fecha. 

Ahora bien, eso nos significa ni mucho menos que sean el total de objetos de nuestra galaxia. Sin duda hay muchos más. Ahora, al menos sabemos que existen instrumentos capaces de moverse por el reguero de leche de Hera, captando y catalogando cada una de sus gotas.