“Oye, Rubén, ¿tienes BeReal?”. Es el breve mensaje que recibí de alguien con el que hace un año hice una especie de amistad a través de Instagram. Justo en una época en la que la app de origen francés comenzaba a ser ligeramente popular, aunque todavía no había calado de lleno entre los usuarios; al menos, no entre los españoles, porque otros países de Europa, BeReal era muy conocida por los universitarios. Yo descubrí la app a través de TikTok semanas antes de recibir la pregunta con la que he comenzado este artículo. Tenía, incluso, un usuario creado, aunque ninguno de mis amigos se la había descargado, y para aquel entonces, tampoco pensaban hacerlo. Decidí, por tanto, agregar a ese colega de Instagram para probar la plataforma de primera mano.

He de confesar que mi objetivo inicial era utilizarla temporalmente para averiguar que se escondía detrás de esa app tan “poco tóxica” que permitía compartir la ubicación exacta entre los usuarios, pero a lo largo del tiempo, su mecánica me acabó gustando tanto que, sin darme cuenta, me convertí en un usuario activo más de la plataforma. Un año después, aquí sigo, recibiendo la notificación diaria que me alerta de que es hora del BeReal y posando para que mis amigos —aquellos que inicialmente se negaban a crear un perfil— puedan ver lo que estoy haciendo en ese momento.

Hay, sin embargo, una importante diferencia entre hace un año y hoy: usar BeReal ha pasado de ser algo, digamos, emocionante y divertido, a ser tremendamente aburrido.

Los primeros meses en BeReal

Una de las claves de BeReal es la posibilidad de ver la naturalidad y la realidad de las personas a través de una sola publicación. BeReal, en concreto, envía una única notificación al día en un horario aleatorio, y ofrece un máximo de dos minutos para que el usuario pueda tomar una foto de su rostro (vamos, un selfie) y de lo que tiene a su alrededor, de forma simultánea. Después de esos dos minutos, también es posible hacer la captura —lo que los usuarios conocemos como hacer el BeReal— aunque la app muestra al resto de amigos añadidos que esa publicación se ha hecho tarde.

La primera vez, esta mecánica resulta realmente entretenida. Es una forma diferente de ver lo que están haciendo tus amigos en ese momento, sin los filtros de Instagram, o sin fotos aesthetics (un término que utilizamos para definir fotos bonitas o visualmente atractivas).

BeReal, además, te deja reaccionar a esas publicaciones con un selfie, que también puede ir acompañado de un emoji para reflejar tu estado actual al ver esa foto, y también puedes comentar en la imagen, como sucede con otras redes sociales.

La cosa fue volviéndose más entretenida cuando BeReal comenzó a ser muy popular en España —y en el resto del mundo—. Fue, sobre todo, durante el verano de 2022. Mi lista de amigos en la app creció de 4, a 20; cantidad considerable teniendo en cuenta que BeReal recomienda agregar solo amigos, por lo que tenía más publicaciones “reales” que ver. Al ser en verano, además, esos BeReals eran bastante divertidos. La mayoría se encontraban de vacaciones y, por ende, haciendo planes diferentes.

Al tener más amigos, también tenía más interacciones en mis propias publicaciones. Aquellos con más confianza siempre reaccionaban a mi BeReal y me comentaban al ver que estaba de viaje o que había subido la publicación un par de horas tarde. Así, todos los días; hasta que terminó el verano.

Para sorpresa de nadie, la realidad es aburrida

En septiembre, muchos de mis amigos que se instalaron BeReal para mostrar su “realidad” durante el verano, habían dejado de utilizar la app. De las 20 personas que tenía en mi lista, apenas 15 subían la publicación, muchos de ellos, horas tarde, sin importarles la filosofía de la app.

Seguía siendo entretenido, porque reflejaban la realidad de la vuelta a las clases o al trabajo. Pero dejó de serlo semanas después, cuando me di cuenta de que todos ellos subían prácticamente el mismo BeReal. Con la misma pose. Con el mismo fondo. Aquel amigo que me preguntó por primera vez si tenía BeReal, y que yo, durante el verano, veía con encanto los planes que él hacía mientras estaba de becario en una compañía en Londres, ahora publica todos los días una foto en frente de su ordenador, sin mostrar nada interesante. La persona que se pasaba sus ratos en la playa con su moto de agua, ahora solo la veo en su habitación. Así, sucesivamente.

Esa monotonía es algo que yo también muestro en mis BeReals. En la mayoría de mis publicaciones salgo con prácticamente la misma pose, mientras que la cámara trasera captura la pantalla de mi ordenador. Pantalla que en muchos casos muestra simplemente mi fondo de escritorio para evitar filtrar información confidencial. Porque quiero ser real, pero también quiero conservar mi trabajo.

No es nada malo, y tanto yo como la mayoría de mis amigos, cumple con la mecánica de la app: reflejar la realidad y evitar la toxicidad de otras plataformas como Instagram. Pero seamos sinceros, ver siempre prácticamente la misma foto, las mismas reacciones y los mismos comentarios, cansa. Al final, la realidad es aburrida.

BeReal ya no es lo que era hace un año

BeReal

Puede que el hecho de que BeReal solo tenga una función también haya repercutido en que ahora, después de un año, sea una app aburrida. Al final, nos pasamos horas en Instagram porque cada minuto vemos algo diferente, por muy tóxico o poco real que sea, eso nos entretiene. Y te voy a ser sincero, no estoy en BeReal porque sea una app menos tóxica que Instagram o porque cuida la salud mental de las personas. De hecho, BeReal puede ser más o igual que tóxica que la red social de Meta. Incluso la propia compañía promociona a menudo en sus perfiles sociales cómo una de las futuras funciones de la app pueden causar ataques de celos a muchas personas.

BeReal, además, se ha vuelto extremadamente predecible. La app, recordemos, envía una notificación diaria a través de una hora aleatoria que escoge un algoritmo, excepto en los días en los que hay un acontecimiento importante de por medio. Durante la temporada del mundial, la notificación saltó justo en el momento en el que jugaba España, o durante la final de Francia vs. Argentina. En Nochevieja, la notificación saltó a las 23:59, un minuto antes de que acabara el día. Como diría Taylor Swift, “nada de eso fue accidental”.

Pese a ello, reitero, sigo siendo usuario de la app, y continúo publicando mis BeReals, aunque no con tanto entusiasmo como los primeros meses. Supongo que porque lo he convertido en una rutina y hacerlo, la verdad, no me cuesta nada. La mayoría de mis amigos, sin embargo, han dejado de utilizar la app por el mismo motivo: aburre.

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