Cualquiera que haya vivido la muerte de su perro sabe que se puede sufrir como con la de un familiar humano. Y lo peor es que, de media, viven infinitamente menos que nosotros. Por eso, la compañía Loyal, dirigida al estudio de la longevidad en perros, está trabajando en el desarrollo futuro de fármacos para extender su esperanza de vida.

Cabe decir que es pronto para hablar de logros. Actualmente, están trabajando en dos líneas. Una iría dirigida a alargar la esperanza de vida de las razas de perro más grandes, pues son las que menos viven. Otra, en cambio, sería para todos y ayudaría a que envejezcan con una mejor calidad de vida.

Su investigación, por lo tanto, se centra en que nuestros amigos peludos puedan vivir más y mejor con nosotros. No obstante, según declaraciones de la compañía recogidas por IFLScience, esperan que sus hallazgos puedan ser extrapolados a humanos. Aún les queda mucha tarea por delante y no se deben lanzar campanas al vuelo, pero es un trabajo interesante.

¿Cuánto vive un perro?

Es difícil establecer cuánto vive un perro, básicamente porque la media depende mucho de las razas. Los más grandes suelen vivir entre 8 y 10 años, mientras que los medianos rondan los 15 y los más pequeños pueden incluso alcanzar las dos décadas.

Actualmente, el récord Guinness lo ostenta un chihuahua estadounidense llamado TobyKeith. Fue inscrito en el famoso libro de los récords en marzo de 2022, a la edad de 21 años y 66 días. No hay constancia de que haya fallecido, por lo que podría tener ya 22 años.

Pero su caso es algo excepcional. Los perros no suelen vivir tanto. Y no porque cada año suyo equivalga a siete humanos. De hecho, eso es un mito. Simplemente, por cuestiones genéticas y metabólicas, su especie es mucho menos longeva que la nuestra. 

Remedios para vivir más y mejor

La compañía Loyal ha decidido estudiar la longevidad en perros por dos motivos. Por un lado, porque precisamente por el hecho de que viven menos que los humanos, se puede presenciar un ciclo completo más tiempo. No es lo mismo esperar 10 años a ver cómo evoluciona un perro de raza grande que pasar 85 siguiendo todas las etapas de la vida de un humano.

Por otro lado, porque son animales muy apreciados por los humanos. ¿Quién no querría mantener a su mejor amigo a su lado durante más tiempo?

Todo esto les ha llevado a iniciar las dos líneas de investigación antes mencionadas. Ambas tienen objetivos diferentes, pero se basan en la misma cuestión: los cambios epigenéticos asociados al envejecimiento del perro.

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Brano (Unsplash)

¿Qué es la epigenética?

La epigenética es la rama de la genética que estudia los cambios en el ADN propiciados por el ambiente. La razón es que, si bien nacemos con una composición genética ya escrita, el modo en que esta se lee puede variar, según el ambiente en el que nos desarrollemos. Podemos verlo como el libro de instrucciones de una lavadora. Todo está escrito, pero no todo se leerá por igual. Si somos responsables y no probamos las cosas a base de ensayo y error, antes de usarla leeremos las cuestiones esenciales para su funcionamiento. Pero, por ejemplo, si nunca tenemos problemas con el centrifugado, quizás no leeremos la instrucción que nos indica cómo actuar en caso de que no centrifugue.

Con los genes pasa lo mismo. Todas y cada una de nuestras células tienen las mismas instrucciones escritas en su ADN. Pero no todas esas instrucciones se utilizarán en todo momento y en todas las células. Por ejemplo, las células del ojo tienen las instrucciones para la síntesis de insulina; sin embargo, no será necesario leerlas ahí. Estas solo se leerán en las células del páncreas, que es donde se sintetiza esta hormona. Esto es lo que se conoce como expresión genética. Los genes asociados a dicha síntesis se expresan en las células pancreáticas, pero no en las oculares.

La expresión también depende del contexto y el ambiente, pues las instrucciones codificadas en cada gen no son igual de necesarias en todo momento. 

Eso es lo que analiza la epigenética. Cómo, según el ambiente, determinados genes pueden apagarse o encenderse de un modo diferente. Se ha visto que los cambios genéticos suelen ir asociados a algo conocido como metilación. Es decir, aunque la composición del ADN sea siempre la misma, se pueden unir a él unos fragmentos, conocidos como grupos metilo, que etiquetan los genes para que se enciendan o se apaguen, según sea necesario. 

¿Y qué tiene eso que ver con el envejecimiento del perro?

Los investigadores de Loyal, así como otros científicos especializados en envejecimiento, han visto que, a medida que un organismo envejece, los patrones de metilación cambian. De hecho, hay modelos de ordenador capaces de discernir la edad de un organismo simplemente analizando la metilación de su ADN.

Esto es aplicable a perros, a humanos y a prácticamente cualquier organismo. Pero, dado que ellos están especializados en el perro, basan sus líneas de actuación en estos cambios epigenéticos. Su objetivo inicial es poder realizar pruebas que establezcan el envejecimiento del animal. Externamente, puede parecer más o menos joven, pero podemos tener una idea mucho más exacta al analizarlo a nivel molecular. Esto permite hacerles seguimientos veterinarios mucho más específicos y dirigidos.

Por otro lado, en un futuro esperan disponer de fármacos que ayuden a alargar la esperanza de vida de los perros grandes y mejoren la salud de los pequeños más viejos. De momento están efectuando el estudio piloto de ambos proyectos, pero esperan tenerlos disponibles para 2024 y 2026 respectivamente.

En definitiva, no hay nada terminado. No podemos alargar la esperanza de vida de nuestro perro, ¿qué más quisiéramos? No obstante, quizás en el futuro no sea algo tan descabellado. Puede que, dentro de no tantos años, podamos ayudarles a vivir mejor durante más tiempo, y nosotros acompañarles del mismo modo.

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