En El menú, de Mark Mylod, disponible en Disney+ y Star+, el mal está en la comida, aunque no una de esas películas de terror. En realidad, reflexiona sobre cómo se come y en la forma en que alimentarse resulta un suceso casi teatral. La producción forma parte de una genealogía de películas basadas en la comida, un tema con gran presencia en el cine. En ella, el restaurante Hawthorne, convertido en cónclave de paladares exigentes, es también una cárcel sofisticada. Especialmente cuando el chef Julian Slowik (Ralph Fiennes) deja claro que la refinada selección de platos de la noche es algo más que una curiosidad gastronómica.
Utilizar el mundo culinario como excusa para explorar lo maligno es un viejo truco del cine de terror y suspense. Mucho más, a medida que la relación entre el hambre y lo que puede provocar se convierte en un impulso destructor. El menú lleva la premisa a un extremo decadente, pero, en esencia, es la misma. El acto más sencillo e instintivo de todos muestra al ser humano desde una aproximación casi primitiva. Pero no precisamente bondadosa.
La perspectiva se explotó con inteligencia en varias de las mejores películas de la historia del cine. También en otras de ínfima calidad, pero que logran a su modo reflexionar sobre lo que el apetito (y no solo de alimentos) provoca. Te dejamos una lista de cinco películas basadas en la comida que muestran el tema en toda su complejidad.
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Cuando el destino nos alcance, de Richard Fleischer
La adaptación de 1973 de la obra ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!, de Harry Harrison, es una distopía cruel que utiliza la alimentación como dilema moral. Sin embargo, es mucho más que una alegoría filosófica o una película basada en la comida. En la trama, que transcurre en 2022, el mundo se encuentra desolado por todo tipo de catástrofes. La comida escasea y, de hecho, el hambre es una constante en una época de restricciones y castigos.
Pero lo más curioso es que comer se transformó en un acto deshumanizado. Con las tierras de cultivo desoladas y los animales de campo exterminados, el consumo se reduce a productos manufacturados. En concreto, a soylent green, un alimento de ingredientes desconocidos que termina por convertirse en el único al que tiene acceso la famélica población.
Claro está, el gran descubrimiento de cuál es el componente principal del suplemento es el momento más terrorífico de la película. Asimismo, la que convierte a la historia en una lección brutal sobre el abuso de los recursos naturales. Esta película basada en la comida es un clásico del género de ciencia ficción y de los alimentos escalofriantes.
Crudo, una brutal película basada en la comida de Julia Ducournau
Uno de los puntos más curiosos de esta película basada en la comida es la forma en que mezcla varios temas con la necesidad de alimentarse. Por un lado, equipara la voracidad de su protagonista, Justine (Garance Marillier), con el despertar sexual de la adolescencia. Por otro, es una reflexión cuidadosa acerca del ansia de lo prohibido. Entre ambas cosas, la producción convierte el apetito en una muestra de rebeldía e insatisfacción.
Tocar el tema del canibalismo nunca será sencillo, pero Crudo lo logra con habilidad. En particular, cuando explora el sentido de la avidez por la carne — humana — como una expresión de la urgencia por el poder. Por supuesto, además de todas sus metáforas, esta es película de terror. Basada en “la comida”, utiliza el gore para convertir el hecho de alimentarse en una sangrienta batalla por sobrevivir.
Justine descubre que consumir a otros — en el sentido simbólico y también real — es un mensaje. ¿De su subconsciente? ¿De una forma de apremio? La película no lo explica y, para su final, lo único claro es que el hambre puede ser una amenaza. Una idea que gravita sobre el argumento a lo largo de todo el metraje.
Hasta los huesos: Bones and All, de Luca Guadagnino
Aparentemente, el tema del canibalismo da para mucho y, en esta ocasión, incluso abarca la exploración de los límites y alcances del miedo existencialista. Esta extrañísima versión de Romeo y Julieta, con carne humana de por medio, es una película basada en la comida que se sostiene en equilibrio entre dos premisas distintas.
Por un lado, la percepción de criaturas destinadas a una soledad absoluta e inevitable al ser únicas. Por el otro, cómo el hambre debe ser satisfecha, cualquiera que sea su objetivo.
El resultado es una historia de monstruos lánguidos, amables y atormentados por la culpa, que viajan por Norteamérica en busca de alivio. A la vez, del amor convertido en un anhelo primario que se vuelve imparable a medida que avanza la trama. El director logra construir una perspectiva sobre el deseo envuelto en la idea de una necesidad terrorífica. Todo en el escenario de una historia romántica con un final desolador.
Flux Gourmet, la incómoda película de Peter Strickland basada en la comida
Esta película de terror basada en la comida es incómoda de principio a fin. No solo por su premisa central — la de un instituto dedicado a explorar el alimento desde lo grotesco —, sino por cómo se muestra. El director crea un espacio en que los sonidos corporales causados por las comidas se convierten en una sinfonía repugnante para la que no hay explicación. A la vez, muestra los ingredientes de suculentas preparaciones como formas de castigo corporal. A medida que el metraje avanza, queda claro que esta institución dedicada exclusivamente al estudio del hambre es un lugar pérfido.
Flux Gourmet no es sencilla de explicar, en esencia porque está destinada a ser más inmersiva que descriptiva. Durante sus casi dos horas de duración, hay todo tipo de reacciones repulsivas a lo orgánico. Vómitos, gritos, espasmos y diarreas. Un escenario en el que el guion intenta demostrar que, incluso en semejante caos físico, hay belleza.
¿Tiene razón? Esta película basada en la comida no responde su pregunta central, pero algo sí queda en evidencia. Que la historia es capaz de convertir el apetito en un tipo de tortura refinada, difícilmente comprensible en su totalidad.
Motel del infierno, de Kevin Connor
La cocina del Motel Hello prepara las hamburguesas, filetes y sandwiches de embutidos más deliciosos de las rutas olvidadas de Norteamérica. En eso insiste, al menos, su dueño, el afable Granjero Vincent (Rory Calhoun), para el que comer es un acto sensual. No obstante, no todo es tan sencillo, y mucho menos amigable, en este paraje desolado con platos de primera. Algo que descubrirán los sucesivos huéspedes que se alojen en sus habitaciones para no abandonarlas jamás.
Con un presupuesto mínimo — y peor gusto —, Connor logra crear una película basada en la comida como condena. Un concepto extravagante que la película explora sin que quede por completo claro hacia dónde conduce. ¿Se trata de la comida como un castigo? ¿Del canibalismo transformado en redención?
Nada es muy concreto en esta travesía desastrosa hacia el gore más evidente. A pesar de eso, el largometraje tiene el dudoso honor de usar sus escasos recursos para producir un escalofriante aire de realismo. A un extremo tal, que termina por ser su mayor atributo. Lo mismo que sus sangrientas hamburguesas. En el sentido más literal del término.