En el primer capítulo de la serie de Filmin Autodefensa, la producción deja claras sus intenciones. Esta será una explotación desvergonzada y extraña del narcisismo de nuestra época. Mucho más, de la forma en que los muy jóvenes analizan, profundizan y abordan la idea de vivir en un mundo en constante transformación.
Podría parecer una premisa sencilla, hasta que las dos protagonistas intentan pasar una resaca mientras debaten un tema incómodo. De pronto, el desayuno, después de una fiesta extravagante, se convierte en preguntas sutiles sobre el sexo y el consentimiento. Todo mientras la cámara va de un lado a otro, sorprende, hace juegos singulares con el apartado visual.
Autodefensa comienza con una cámara furtiva que sigue a sus dos personajes principales con una rapidez experimental. Lo hace, desde una mirada singular acerca de sus personalidades. La alegría, el cinismo, el cinismo y a la vez, un raro entusiasmo por comprender una época llena de raras promesas.
Autodefensa
Autodefensa es un documento íntimo, que muestra un peculiar sentido de la identidad. Cada uno de sus diez capítulos son autoconclusivos, lo que permite que la serie se tome el tiempo para explorar aspectos específicos de sus personajes. Autodefensa no quiere dejar lecciones. Tampoco, analizar el tema sobre la vida en la actualidad desde lugares comunes. De modo que se esfuerza, recorre sus puntos más extraños, el guion se convierte en una red de aparentes improvisaciones. El sentido del humor se hace incómodo, después brillante y al final, inteligente y bien ponderado.
La vida, las grandes preguntas y las burlas
En especial, la forma en que muestra, antes o después, el reto de vivir en un mundo hipertecnifiado, ser mujer y demás muy joven. Todo en una Barcelona que se muestra en toda su explosiva plenitud y su rara belleza de cierto espacio postmoderno. Un recorrido a través de sobrevivir en una cultura en la que
¿Un tema trillado? Podría serlo, a no ser, que la idea de sus creadoras y protagonistas, Berta Prieto y Belén Barenys, va más allá del relato acerca de lo complicado de la juventud. En realidad, Autodefensa, es un mundo paralelo, es una fractura en lo ordinario. Es el mundo que transcurre entre momentos extravagantes.
Desde llamadas telefónicas, cortas, incómodas, el amor por Tinder, la sensación de soledad infinita. Del mundo centennial, convertido en un panorama incómodo y extraño, que se enlaza con percepciones más elaboradas sobre la identidad.
Érase una vez dos mujeres en un mundo singular
¿Quiénes son las mujeres de esta época, que deben sobrellevar la búsqueda del amor y el sexo desde lugares desconocidos para cualquier otra generación? Autodefensa lo deja claro en sus primeros frenéticos minutos. La cámara convierte la imagen en un manchón de colores, los diálogos en preguntas existencialistas.
Con una rapidez que resulta por momentos delirante y en otros conmovedores, Autodefensa se hace cuestionamientos agudos, disfrazados de humor satírico. Pero más allá de eso, de dejar claro que su humor — a veces irritante — es una excusa para algo más. El mayor mérito de la serie es disimular su verdadero objetivo — esa exploración sobre la identidad moderna — bajo una aparente burla a lo cotidiano. De allí, que cada capítulo tenga su propia personalidad, estilo de edición e identidad visual.
Pero en realidad, Autodefensa es un documento íntimo, que muestra un peculiar sentido de la identidad. Cada uno de sus diez capítulos son autoconclusivos, lo que permite que la serie se tome el tiempo para explorar aspectos específicos de sus personajes. Autodefensa no quiere dejar lecciones. Tampoco, analizar el tema sobre la vida en la actualidad desde lugares comunes.
De modo que se esfuerza, recorre sus puntos más extraños, el guion se convierte en una red de aparentes improvisaciones. El sentido del humor se hace incómodo, después brillante y al final, inteligente y bien ponderado. Un recorrido a través de cómo la generación más joven, la que no comprende el mundo sin el móvil o las redes sociales, se hace preguntas sobre el futuro.
Autodefensa, la vida en pequeños fragmentos de información
Uno de los puntos más interesantes de Autodefensa es como utiliza sus recursos visuales para dejar claro sus puntos más importantes. El tema principal es, por supuesto, la juventud. Pero no la idea general, complaciente y la mayoría de las veces confusa. Autodefensa está obsesionada con la capacidad de sus personajes para articular grandes cuestiones desde espacios singulares. También, de provocar, irritar y al final divertir. Todo bajo la percepción de la identidad contemporánea.
¿Quiénes somos? Es la gran pregunta de Autodefensa. La respuesta no es sencilla y por supuesto, la serie no espera que lo sea. Quizás, su mayor mérito.