Cuando tu profesión se basa en las plantas, puedes llegar a caer en la monotonía y desear encontrar nuevas emociones. Algo para lo que, de hecho, ni siquiera hay que alejarse del mundo de la botánica. No hay más que ver el caso de Daniel Emlyn-Jones, un botánico inglés que se ha hecho bastante famoso en redes sociales por tener en su casa, de forma totalmente consciente y voluntaria, una de las plantas más dolorosas del mundo

Se trata de la Dendrocnide moroides, más conocida como Gympie-Gympie o aguijón del suicidio. Este último nombre da una pequeña aproximación de lo dolorosa que puede llegar a ser esta planta. De hecho, es tan peligrosa que el propio Emlyn-Jones la tiene dentro de una jaula, para evitar tentaciones propias o de las personas que visitan su colección vegetal. 

Nativa de las selvas tropicales del este y el norte de Australia, las Islas Molucas e Indonesia, esta planta contiene una neurotoxina inolvidable para quienes se topan con ella. Quienes la han tocado, por accidente o a propósito, describen la sensación como desesperante. Incluso hay historias de personas que en el pasado llegaron a suicidarse para no tener que soportar el dolor. Además, puede causar reacciones alérgicas sin ni siquiera llegar a tocarla. Eso sí, aunque hay quien habla de ella como la planta más peligrosa del mundo, en realidad esto no es cierto. Y es que, si bien resulta mortal para animales como los perros o los caballos, a los humanos generalmente no los mata. En cambio, hay plantas tan venenosas que sí pueden llegar a ser mortales. 

Caballos enloquecidos y suicidios de militares

La primera persona que describió los efectos de la planta Gympie-Gympie fue el topógrafo de carreteras australiano A.C. Mcmillan. En 1866, informó que, mientras se encontraba trabajando al aire libre, su caballo se rozó accidentalmente con la planta. Poco después, comenzó a comportarse con desesperación, cada vez más enloquecido, y terminó muriendo a las dos horas. No es el único caso reportado en caballos. De hecho, existen historias de algunos que llegaron a saltar por un precipicio ante el dolor causado por la picadura de la planta. 

A los humanos generalmente no los mata, salvo que el contacto sea muy grande. Sin embargo, la sensación de dolor puede llegar a ser tan grande que hay quien ha llegado a suicidarse por su causa. Lo contó en 1994 el ex militar Cyril Bromley en unas declaraciones recogidas más tarde por Australian Geographic. En su caso se topó con la planta mientras realizaba unas maniobras durante la Segunda Guerra Mundial. Inmediatamente, comenzó a sentir un dolor tan intenso que tuvo que ser llevado al hospital, donde permaneció atado a una cama tres semanas. Pero al menos él vivió para contarlo, pues también recordó a otro oficial del ejército que, después de usar accidentalmente una hoja de Gympie-Gympie para limpiarse al hacer sus necesidades, el dolor fue tan inmenso que se disparó a sí mismo para no soportarlo.

Otro testimonio recogido en el mismo medio es el de Ernie Rider, oficial superior de conservación del Servicio de Parques y Vida Silvestre de Queensland. En su caso, el encuentro con la planta tuvo lugar en 1963. Lo describe como unas manos gigantes intentando aplastar su pecho. Además, el dolor fue insoportable durante varios días. Y, aunque la peor parte terminó remitiendo, aún se reactiva cuando se da una ducha fría.

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Esta planta también causa alergia

Curiosamente, esta planta no afecta a algunos animales que se alimentan de ella, como ciertos insectos y marsupiales. Las causas no están claras, por lo que forma parte del área de investigación de científicos como Marina Hurley, de la Universidad de Nueva Gales del Sur. 

Pero investigar el Gympie-Gympie tiene un precio que ella también tuvo que pagar. Y es que, aun sin haber llegado a tocar la planta, ya le generó unos síntomas alérgicos que requirieron hospitalización. También entró en contacto con ella físicamente y describe la sensación como quemarse y electrocutarse al mismo tiempo.

Es una sensación sumamente desagradable que, curiosamente, se mantiene con el tiempo. No importa que la planta esté fresca o seca, sigue causando el mismo dolor. De hecho, en un artículo para The Conversation, ella cuenta que, en su caso, el contacto más serio que tuvo con la planta fue precisamente cuando se agachó a recoger su guante y, sin querer, tocó una hoja seca.

¿A qué se deben los efectos del Gympie-Gympie?

Esta planta contiene una serie de pelos en cuyo extremo hay un bulbo compuesto de sílice, carbonato cálcico y fosfato cálcico. Es como una especie de aguja que, al penetrar en la piel, se descompone, liberando neurotoxinas responsables de ese desproporcionado efecto urticante.

Las lesiones pueden tratarse con una solución de ácido clorhídrico diluido y una tira de cera, como las de depilar, para sacar los pelos. Sin embargo, aun así, los efectos pueden perdurar muchísimo en el tiempo.

En cuanto a la alergia experimentada por Marina Hurley y muchos trabajadores rurales, podría ser por la inhalación de pelos que se mantienen en suspensión en el aire. No obstante, esto es algo que no se ha estudiado en profundidad.

De momento, las personas que, por trabajo, pueden estar en contacto con la planta, deben utilizar mascarillas, guantes y todo tipo de material de protección para evitar este peligroso aguijoneo. 

Manzanilla de la muerte. Hans Hillewaert (Wikimedia Commons)

¿Cuál es la planta más peligrosa del mundo?

Algunos medios de comunicación se han hecho eco del atrevimiento de Emlyn-Jones asegurando que el Gympie-Gympie es la planta más peligrosa del mundo. Sin embargo, para saber si están en lo cierto, primero debemos responder a qué es lo que consideramos peligroso.

Si por peligroso consideramos mortal para el ser humano, hay otras plantas muchísimo más peligrosas. Por ejemplo, la belladona (Atropa belladona) puede causar la muerte con la sola ingestión de dos de sus pequeñas bayas. 

En cambio, si nos fijamos en que sea dolorosa al tacto, las hay incluso más peligrosas que el Gympie-Gympie. Por ejemplo, la manzanilla de la muerte (Hippomane mancinella), está considerada por el libro Guinness de los Récords como el árbol más peligroso del mundo. Y no es para menos.

El contacto de su savia con la piel puede causar graves quemaduras y, si entra en los ojos, llega a provocar ceguera. Además, algo tan simple como estar cerca del humo resultante de su quema también puede ser muy peligroso. Por eso, estos árboles suelen ir siempre acompañados de señales de advertencia sobre su peligrosidad.

Ahora bien, en realidad, si nos ceñimos a las muertes que causa al año, hay una planta mucho más peligrosa que la manzanilla de la muerte, el Gympie-Gympie o incluso la belladona: el tabaco. El problema es que los humanos somos tan peculiares que esa planta, acompañada de sustancias extremadamente peligrosas, la consumimos deliberadamente. Ahí no hay jaulas ni señales de advertencia que valgan.