God of War: Ragnarök es un juego continuista. Literalmente es la secuela de God of War de 2018 que puso sobre la mesa un replanteamiento completo a la saga de honor de PlayStation. Un nuevo escenario y mecánicas para servir como punto de partida a una nueva historia de ir contra los dioses con la madurez de por medio. La nueva entrega es, precisamente, el culmen de la madurez.

No solo por la evolución de sus personajes, sino porque asienta unas bases que ya demostraron sobresaliente en el primer juego. La saga crece a ritmo lento, y al igual que su narrativa, vuelve a plantear una dinámica similar que encantará a los que jugaron el primer juego. Porque aquí está la clave de todo. God of War: Ragnarök apenas propone novedades de peso, y tampoco las necesita.

El juego es continuación literal del primero, tanto en su historia como en su propuesta. Sí, es quizás más grande y quizás más ambicioso, pero su eje interno se mantiene intacto. Es una estrategia, la de Santa Monica Studios, similar a la seguida por en Horizon Forbidden West. Añade poco, pero suficiente para ser un soplo de aire fresco manteniendo la familiaridad en todo momento.

God of War: Ragnarök

Santa Monica Studios repite con God of War:Ragnarök todo lo bueno del primero juego. Sí, es un título continuista en casi todos los aspectos, pero con la suficiente personalidad para convertirse en un imprescindible de la nueva generación y una referencia de PlayStation Studios.

Puntuación: 4.5 de 5.

Quizás para muchos este sea el aspecto más negativo del nuevo God of War: tiene todo lo bueno del primer juego, pero también todo lo malo. Aunque pueda parecer una simplificación enorme, no lo es. El primer juego, tanto en estructura como planteamiento, introdujo una serie de cambios en la franquicia que lo convirtieron en algo nuevo, fresco. Es lógico entender por qué en Santa Monica han decidido apostar todo a la misma fórmula.

Esto plantea una disyuntiva entre aquellos que acudan a God of War: Ragnarök buscando una reinvención completa y los que busquen la familiaridad. El juego tiene para ambos. Hay nuevas mecánicas de combate y una mayor personalización tanto en las armas como en el árbol de habilidades, algo que permite hacer la experiencia más personal. Pero el core del juego es el mismo.

La narrativa, por otro lado, también es similar. God of War: Ragnarök parte de la premisa de jugar con el jugador, valga la redundancia, usando el truco de la cámara única, con transiciones transparentes entre las cinemáticas (que no lo parecen) y el gameplay. Y se nota desde los primeros compases del juego.

God of War: Ragnarök sabe que tiene un diamante entre manos, y desde la primera hora del juego revela sus cartas más guardadas. No vamos a hacer spoiler de la historia, pero ya te imaginas, si mencionamos el nombre de Thor y Odín, por dónde van los tiros. Sí que es cierto que el apartado narrativo es un poco más accidentado que en el primer juego, sobre todo en los primeros compases. Cuesta entender por qué todos odian a Kratos si no tienes especialmente frescos los eventos del primero juego.

En Santa Monica son consciente de ello y antes de arrancar la partida te ofrecen una suerte de resumen del juego anterior. Una sucesión de imágenes con los acontecimientos clave del primero juego y cómo la situación ha llegado al arranque del segundo. Después una suerte de tutorial bastante espectacular subido a un trineo que ya pone de manifiesto que se vienen curvas.

No obstante, las cosas se cocinan a fuego lento, y tardarás unas horas en emprender el que será el viaje definitivo dentro del juego. Aunque llegados a este punto habrá división de opiniones, lo cierto es que en según que tramos el juego puede alargarse en exceso. Quizás no sea un problema para la mayoría, dada cuenta del precio del los juegos en lanzamiento, pero como en el caso del primero título, God of War: Ragnarök sabe hacer uso de sus trucos para alargar demás algunas de las líneas narrativas del juego.

Al juego no le faltan combates por doquier, y en este aspecto es mucho más brutal que el primero, aunque sus mecánicas son similares. También sus puzzles, repartidos entre los primeros de plataforma a un nivel básico, hasta lo tipo metroidvaina que requieren ciertas acciones y elementos para avanzar.

Donde sigue destacando sin duda es su apartado visual. Sigue siendo bastante fiel al anterior, y las diferencias entre generaciones, como en el caso de Horizon, no son enormes. Sí, en PS5 disfrutarás de más fotogramas por segundo, y la posibilidad de elegir un modo calidad con unos gráficos, distancia de dibujado y calidad de texturas sobresaliente. Pero la experiencia en la PS4 también es bastante sorprendente, y muy encima de la mayoría de títulos de terceros, incluso, de PS5. Aquí la labor de los first party de Sony sigue sin tener competencia en la industria, al menos para sus sistemas.

Más que apartado visual, que ya habíamos visto que iba a brillar en ambas consolas, tiene mención especial el sonoro. La banda sonora es increíble, y tiene algunos momentos que, junto a los escenarios, da una epicidad al juego que hacía mucho que no veíamos. No obstante, nos ha sorprendido especialmente de God of War: Ragnarök es la inmersión del motor tempest de audio de PS5. El juego es una delicia, es este aspecto y quizás lo que más sorprenda a propios y extraños, sobre todo si usas unos cascos de calidad o tienes un equipo sonoro bueno.

Sea como fuera, God of War: Ragnarök es una secuela que supera por enteros al original. Quizás pierda el wow que no dejó el primero juego, pero tiene los suyos propios. El único, pero de que sea un juego tan continuista en lo jugable y en lo narrativo y es algunas sorpresas, no van a ser iguales, y quizás para muchos sea algo que criticar al juego de Santa Monica. Y también lo único. Porque será una continuación literal, pero qué continuación. Más allá de algunos bugs menores, y algunos glitches gráficos, Ragnarock es una obra portentosa que irá definitivamente al top de los juegos para un solo jugador. Y a su lado estará el anterior God of War.

Es, en resumen, un título imprescindible para todos los amantes de los videojuegos, con unas mecánicas más refinadas, unos gráficos sobresalientes y, sobre todo, un apartado sonoro que una de sus bazas para aunar un conjunto en el que cada una de las partes brillan por sí mismas.