Enola Holmes 2, la secuela del éxito de Netflix Enola Holmes, está a punto de convertirse en uno de los sucesos del año para la plataforma. Con su aire ingenioso y bien construido, la adaptación de la obra de Nancy Springer es una continuación que explora los mejores puntos de su predecesora. Además de eso, brinda a Enola (Millie Bobby Brown) una nueva dimensión. Esta vez, el personaje está en busca de su identidad y, también, de un misterio mayor que resolver.
Pero, en esta ocasión, el argumento de la película (basado de forma parcial en la segunda parte de la saga de Springer) explora un suceso real. Se trata de la huelga de cerilleras de la fábrica de fósforos de Bryant & May, ocurrida en Londres en 1888.
Se trató de una complicada circunstancia histórica, que no solamente demostró las duras condiciones de trabajo que padecía buena parte de la población inglesa. También hasta qué punto eran capaces de llegar los patrones y empresarios para aumentar las ganancias.
En Enola Holmes 2, el suceso es parte de la trama principal del guion. De hecho, desde sus primeras secuencias, demuestra que tendrá una importancia considerable. La protagonista, que desea comenzar una lucrativa profesión como detective privado, tomará como primer caso el de una mujer desaparecida.
Más tarde, todo apuntará a que tiene relación con una trama más siniestra, complicada y dura. Lo que, por último, vinculará al argumento con la célebre historia de las trabajadoras de Bryant & May en Bow (este de Londres).
La dura historia que sostiene la encantadora ficción de Enola Holmes 2
La circunstancia a la que hace alusión Enola Holmes 2 es la huelga de las conocidas como “the matchwomen” (las cerilleras), que ocurrió en julio de 1888. Hasta entonces, en Londres, las condiciones de trabajo estaban sometidas al albedrío de los patrones. Lo que ocasionaba todo tipo de abusos y situaciones violentas en las que la ley no intervenía.
Mucho menos si afectaban a trabajadoras. La rígida sociedad británica consideraba del todo incomprensible que una mujer ocupara un puesto de trabajo fuera del hogar. Por lo que cualquier posibilidad de protección legal ante abusos y excesos debía atravesar los prejuicios de una época dura para el género femenino.
En el caso de la fábrica de cerillas Bryant & May, se trató de extenuantes jornadas de trabajo con una ínfima remuneración. Cada trabajadora debía permanecer en el asfixiante edificio de paredes de piedra durante, al menos, 14 horas al día si deseaba recibir remuneración. Y, por si eso no fuera suficiente, las trabajadoras también se enfrentaban al hecho de llevar a cabo su labor en medio de los gases tóxicos del fósforo blanco.
Este último compuesto químico comenzó a dañar la salud de las trabajadoras. Si alguna expresaba quejas sobre las extremas condiciones, terminaba por ser despedida de inmediato. Lo que casi siempre significaba que ningún otro lugar en Londres podría contratarla, debido a que en la ciudad se requería recomendación del patrono anterior.
Un hecho histórico con un final olvidado
En Bryant & May la situación llegó a un punto álgido cuando, el 2 de julio de 1888, una empleada fue despedida. Lo que provocó que, por primera vez, un grupo de mujeres se organizaran para exigir mejores condiciones de trabajo. Un contexto que toma como escenario Enola Holmes 2. La situación escaló con rapidez y se convirtió en símbolo de algo más complicado de lo que podría suponer la fábrica. Al final, el grupo de seis mujeres que lideraron la rebelión terminaron por entrevistarse con tres diputados.
Para estupor de la sociedad Londinense, sus peticiones fueron atendidas y se consideraron válidas algunas de las reclamaciones. En especial, la de evitar que las mujeres tuvieran contacto con el letal fósforo blanco que provocó a la mayoría de las trabajadoras complicados problemas de salud. Fue uno de los grandes triunfos de la clase obrera inglesa.
Por curioso que parezca, un suceso de semejante importancia fue olvidado en la gesta histórica laboral inglesa. Pero su huella indeleble marcó un hito en la lucha por los derechos laborales de las mujeres británicas durante la época victoriana. Un elemento que la película Enola Holmes 2 lleva a un escenario contemporáneo que resalta su interés y su cualidad como hecho histórico de considerable valor.
