En American Horror Stories: Drive, que se estrena el 4 de noviembre en Disney+, la moraleja es directa. Nada es lo que parece en un mundo cargado de vanidad y desenfreno. Mucho menos, en una época superficial y banal como la actual. Por supuesto, en la antología que parte del universo de American Horror Story, esa aparente frivolidad es también una forma de oscuridad. Tanto como para que el posible deseo de diversión sea, a la vez, una forma de morir.
De modo que, bajo la óptica de la serie derivada de AHS, la pulsión del deseo y la necesidad del amor se relaciona con el asesinato. Lo deja claro desde sus primeras escenas, en las que el escenario de un local nocturno pronto se convierte en una persecución callejera. Todo en medio de la sensación constante de la amenaza, el peligro y el miedo. En American Horror Stories: Drive, la cuestión sobre cómo se concibe el amor en nuestra época está vinculada directamente a lo temible y lo mortal.
Pero no precisamente porque se trate de un hecho violento de naturaleza inexplicable. En American Horror Stories: Drive, no hay duda de que el peligro es humano. Una amenaza voraz que se abre en todas las direcciones como un hilo conductor de una serie de giros argumentales veloces. Marci (Bella Thorne) solo quiere divertirse. Lo deja claro mientras baila entre luces estroboscópicas. A su alrededor, el mundo desaparece en una mancha borrosa de sonidos y bebidas. Pero es evidente que, para el personaje, la estridencia que la rodea es una forma de satisfacción.
Tanto que cuando es perseguida por un automóvil mientras conduce a casa, la experiencia aterradora no parece amilanarla. Es evidente que el guion de American Horror Stories: Drive intenta dejar claro que Marci es una mujer a la que le agradan los riesgos. El peligro y, lo que resulta aún más inquietante, la adrenalina que deja a su paso el miedo. Una combinación extravagante en la que la historia encontrará sus mejores momentos.
American Horror Stories: Drive
Uno de los puntos más altos de American Horror Stories: Drive es la forma en que el guion guarda sus secretos. Hay al menos dos giros suficientemente sorprendentes como para reformular toda su premisa. Pero la historia se narra con tanta precisión y buen gusto que resultan impredecibles, sin ser artificiales o forzados. El capítulo disfruta de la efervescencia de la sorpresa hasta que deja claro que nada es lo que parece. Sin embargo, lo que podría parecer una rara versión sobre el juego del gato y el ratón, alcanza sus puntos más altos de inmediato. La combinación de tensión, curiosidad malsana y amenaza se convierten, de pronto, en el anuncio de algo más duro de comprender. Es entonces cuando la serie muestra sus capas de oscuridad y triunfa como premisa.
American Horror Stories: Drive habla del miedo, el deseo y la oscuridad interior
Para Chaz (Anthony De La Torre), esposo de Marci y testigo impotente de su estilo de vida, la percepción del riesgo es complicada. Por un lado, ama que la mujer en su vida sea osada e imparable. El argumento se esfuerza en explorar a Marci como un personaje complejo que construye sus propias fronteras. Pero, por otro lado, ese buen y complaciente marido está preocupado por razones genuinas.
Hay un asesino en serie suelto en la ciudad que, además — como no podía ser de otra forma — aprovecha los clubes nocturnos como coto de caza. American Horror Stories: Drive utiliza la salvedad del riesgo para enfrentar las obsesiones de una época en la que se rinde tributo a la libertad. También en la que la violencia es parte del día a día y de las cosas más usuales. Combinadas, ambas cosas crean un escenario complicado. Uno en el que Marci se mueve con osadía. Esta mujer que quiere divertirse, amar y ser amada, no parece tener sentido del riesgo que corre. ¿O sí?
Como suele ocurrir en el universo de AHS, toda esta reflexión sobre la conducta y decisiones de sus personajes, conduce a la oscuridad. En este caso, mucho más perniciosa y perversa de lo que podría suponerse. A medida que avanza el primer capítulo de la antología, es evidente que Marci, y su audaz deseo de aventura, en realidad esconde algo mucho más macabro. Más singular aún, que la intrepidez que durante buena parte del capítulo define al personaje es una necesidad de gratificación relacionada, claro, con lo perturbador.
Uno de los puntos altos de American Horror Stories: Drive es justo la forma en que el guion guarda sus secretos. Hay al menos dos giros de guion lo suficientemente sorprendentes para reformular toda su premisa. Pero la historia se narra con tanta precisión y buen gusto que resultan impredecibles, sin ser artificiales o forzados. El capítulo disfruta de la efervescencia, de la sorpresa, hasta que deja claro que nada es lo que parece.
Sin embargo, lo que podría parecer una rara versión sobre el juego del gato y el ratón, alcanza sus puntos más altos de inmediato. La combinación de tensión, curiosidad malsana y amenaza se convierten, de pronto, en el anuncio de algo más duro de comprender. Es entonces cuando American Horror Stories: Drive muestra sus capas de oscuridad y triunfa como premisa. Marci no es una víctima, tampoco Chaz es inocente. En realidad, cada personaje alcanza un punto confuso en un mapa complicado que no deja de ser desconcertante y de estar bien ejecutado.
Lo macabro y lo siniestro con un toque de belleza singular
Para sus últimas escenas, American Horror Stories: Drive demostró que es capaz de jugar con la sofisticada visión de la franquicia sobre el horror. Llevarlo a terrenos nuevos y, también, hacerse preguntas incómodas sobre sus espacios y lugares más complicados. Sin duda, uno de los puntos más altos del episodio de la antología y el punto más fuerte de este añadido a un universo más amplio y complejo.
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Con su frenética combinación de suspense y siniestra diversión, el episodio de American Horror Stories: Drive cierra con una mirada a la naturaleza humana. La primitiva, que se contempla a través del cristal de los placeres, derrotas y aspiraciones contemporáneas. Pero, a la vez, mezclado con la violenta concepción sobre el horror. Uno alejado de brujas, monstruos y criaturas de ultratumba. La franquicia AHS demuestra, otra vez, que es capaz de replantear el miedo y hacerlo desde puntos por completo inesperados.