Algo en lo que no pensamos cuando se hace un trasplante de órganos es que estos pueden llegar a tener una vida sorprendemente larga si sumamos el tiempo que estuvieron en el donante y el que sobreviven junto al receptor. En el caso de los hígados, se ha visto que en algunos casos esta antigüedad sumada puede superar los 100 años. Es la conclusión de una investigación recién presentada en el Foro Científico del Congreso Clínico 2022 del Colegio Americano de Cirujanos (ACS). En él, se analizan los factores que convergen en los que sus autores han bautizado como órganos centurión.

En general, coinciden una serie de factores, tanto del donante como del receptor, que facilitan que, en total, el órgano pueda sobrevivir mucho más de lo que posiblemente habría sobrevivido el donante en otras circunstancias. Y saber esto es esencial, ya que puede ayudar a elegir cuáles son los mejores hígados para su trasplante. Al fin y al cabo, cuanto mayor sea su supervivencia, mejor será la calidad de vida del receptor. 

Es cierto que las técnicas más novedosas de inmunosupresión aumentan mucho más el tiempo de vida de los órganos para su trasplante. No obstante, los hígados centuriones pueden darnos datos interesantes para incrementar ese tiempo todavía más. Veamos qué es lo que han observado estos científicos de la Escuela de Medicina UT Southwestern.

Las claves del trasplante de hígados centuriones

Para la realización de su estudio, estos científicos analizaron 253.406 hígados trasplantados entre 1990 y 2022. De todos ellos, 24 pudieron catalogarse como hígados centuriones. 

Los mejores donantes

Lo primero que llama la atención es que los donantes de los hígados centuriones tenían de media 87,5 años. Por un lado, tiene sentido, ya que habían recorrido con el donante una buena parte de ese siglo que les convierte en centuriones. No obstante, también es curioso, puesto que podría considerarse que son órganos de peor calidad. De hecho, a menudo los de personas de mayor edad se consideran menos adecuados. Eso sí, aunque eran mayores, los donantes eran especialmente sanos, ya que tenían una incidencia de diabetes e infecciones mucho más baja que la de los hígados no centuriones. Además, también juegan un papel clave las transaminasas, que se encontraban mucho más bajas entre los donantes de hígados centuriones. 

Las transaminasas son proteínas muy importantes en el metabolismo de células de diferentes órganos, entre ellos el hígado. No obstante, si se encuentran elevadas pueden ser indicativo de problemas de salud, de ahí que no sea extraño que los hígados con niveles más bajos sobrevivan más años al trasplante. 

Los mejores receptores

En cuanto a los receptores, se vio que los que recibieron un órgano centurión tenían puntuaciones MELD mucho más bajas. Este es un índice de la supervivencia de personas con enfermedad hepática y se mide a través del análisis de tres parámetros: la bilirrubina, la creatinina sérica y el cociente internacional normalizado del tiempo de protrombina (INR). Cuanto menor sea el índice, mejor será el pronóstico.

Por lo tanto, si tanto los donantes como los receptores son óptimos, se puede conseguir una supervivencia del órgano mucho mayor. Eso sí, es importante destacar que esta es información a largo plazo. No se observaron diferencias en las tasas de rechazo a doce meses del trasplante con hígados centurión o no centurión. Fue más tarde cuando se observaron las ventajas de hacer converger un donante con buena salud con un receptor que, a pesar de necesitar recibir un órgano, cuenta con un pronóstico mejor. No es una sorpresa, en realidad. Lo que sí sorprende es que, siendo muy difícil que un ser humano supere los 100 años, sus órganos por separado sí que puedan pasar del siglo con relativa facilidad. 

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