Carmen García Roger es un ejemplo de superación en todos los sentidos. Tenía 8 años cuando se sometió a una operación aparentemente convencional de alargamiento de tendones y pies planos. Parecía que todo había ido bien hasta que, 15 años después, la prótesis que le habían colocado se rompió en el interior de una articulación implicada en el equilibrio. Ahí comenzó toda una vida de quirófanos y un dolor crónico con el que ha aprendido a convivir poco a poco. Pero no solo vive con el dolor. También ha decidido que este no debe frenarla ni siquiera para llegar a ser astronauta. O, mejor dicho, parastronauta.
Recientemente, pudimos escuchar la intervención de esta matemática especializada en Astronomía, Mecánica Celeste y Geodesia en el Space and Underwater Tourism Universal Summit (SUTUS), celebrado en Marbella (Málaga) los días 28, 29 y 30 de septiembre.
Lamentablemente, durante el evento recibió el mensaje en el que se anunciaba que había quedado eliminada del proceso de selección de parastronautas. Pero eso no hace su perfil menos interesante. Y es que hablar con ella es todo un chute de optimismo y empoderamiento, que nos anima a intentar todos nuestros propósitos, ya que lo más importante es intentar las cosas. E intentarlas de corazón. Así, incluso si después no salen bien, podremos sentirnos orgullosos de nuestras hazañas.
El objetivo de ser parastronauta
Carmen García Roger era una niña cuando le dijo a su madre por primera vez que quería ser científica. En ese momento no tenía claro a qué quería dedicarse, pero con los años comenzó a experimentar cada vez más fascinación hacia el universo, por lo que optó por estudiar matemáticas y especializarse en astronomía. La vida le ha llevado por otros derroteros y actualmente trabaja como directiva en el área de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Aun así, el sueño del espacio nunca se fue, aunque ser astronauta no era una posibilidad. No porque ella no quisiera, sino simplemente porque el puesto de parastronauta no se ha planteado hasta ahora. Por eso, cuando una amiga le contó que la Agencia Espacial Europea (ESA) había reservado plazas de astronautas para personas con minusvalías, no tardó en aceptar el reto. “Al principio, con 46 años y el límite en 50, pensé que no”, recuerda la matemática en conversación con Hipertextual. “Luego la llamé y le dije: lo he visto todo y lo voy a hacer”.
Comenzó así una carrera en la que la científica española ha puesto todo su empeño y su pasión. Las pruebas han sido duras, por lo que se ha preparado con los mejores. “Siempre ha sido mi manera de ir por la vida: superación, dedicación, voluntad y esfuerzo”, aclara. “Pero también aprender de otros, no se puede ir solo por la vida”.
Las pruebas de los parastronautas son exactamente las mismas que las de los astronautas, aunque teniendo en cuenta las limitaciones físicas, por supuesto. Todo comienza con una prueba de inglés, tras la que deben demostrar sus actitudes científicas, visoespaciales y emocionales, entre otras. Algo que ha llamado fuertemente la atención de García Roger durante el proceso es una cuestión que puede servirnos a todos como lección de vida. Y es que los reclutadores buscan personas que sepan tener un buen equilibrio entre su vida persona y profesional.
“Separar lo personal y lo profesional quizás no sea posible, porque la persona que vive y la que trabaja es la misma. Es como cuando una persona tiene una agenda para los temas profesionales y otra para los personales. Eso no se puede hacer, no se puede separar el tiempo. En un curriculum profesional debe haber coherencia con la vida personal. Lo que ha ocurrido personalmente, con respecto a la familia, la pareja, las inquietudes… La coherencia es que ambos estén equilibrados. En lo personal, si tú llevas tu coherencia e inteligencia mental a lo profesional, se refleja en tu vida, en tus decisiones. Además, lo emocional también influye mucho en el trabajo de un astronauta. Un astronauta debe saber a veces ser médico y a veces paciente, a veces profesor y alumno. Y también obedecer al comandante”.
Carmen García Roger, matemática y candidata a parastronauta
En definitiva, se necesita una disciplina, pero también una versatilidad, una empatía y unas capacidades emocionales que no se estudian en la universidad, sino que se gestan poco a poco a lo largo de nuestra vida personal.
Referente para las mujeres y las personas con discapacidad
Carmen García Roger conoce muy bien la importancia de dar referentes, tanto a las niñas como a las personas con discapacidad.
Con respecto a lo primero, es consciente de que es necesario en la ciencia en general, pero sobre todo en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Sabe que hay mucho recelo entre las profesionales femeninas a la hora de dedicarse a este ámbito y tiene sus propias teorías sobre cuál puede ser el motivo. “Las mujeres tenemos miedo a no hacer todo perfecto”, comienza. “Los hombres, si se equivocan, se han equivocado, no pasa nada. Incluso te lo venden como algo positivo, pero nosotras no”.
Por eso, desde su profesión, mucho antes de presentarse como parastronauta, ha puesto mucho empeño en visibilizar su trabajo y el de otras mujeres STEM. “Hay pocas mujeres en el mundo STEM que se puedan ver, aunque últimamente ya más”, relata. “Es importante que puedan ver lo que hacen otras, donde han llegado, pero no porque estén en posiciones de apoyo o porque los consejos de administración intenten que se les vean o porque otros hombres intenten que se las vea, sino porque son mujeres a las que se ve tranquilas. Y dices: qué bien, está contenta haciendo lo que quiere”. Esto, para ella, es esencial. “Ahí es dónde hay que llegar y para las niñas es fenomenal, porque ven otra opción en la vida: haces lo que quieres, te gusta y eres feliz”.
En cuanto a las personas minusválidas, también cree que puede ayudarles a ver que pueden intentar ser lo que quieran ser. Ella lleva desde los 23 años viviendo con dolor crónico. Sin embargo, en ningún momento se ha rendido. No lo ha considerado una opción y no quiere que otras personas lo hagan.
“Al final las personas siempre tenemos pensamientos que nos frenan: no soy capaz, no valgo lo suficiente. Pero todo eso está en nuestra mente. Lo que hagamos o no es cosa de cada uno. No quiere decir que lo vayamos a conseguir todo, esa filosofía excesivamente positiva no es real. Yo no he conseguido todo, pero en el camino he logrado más cosas. La clave está en intentarlo con el corazón. No decir: ah, lo hago un poquito, lo dejo a medias. Eso sucede y no pasa nada, pero si se vuelve una mecánica deja a la persona incompleta. Hay que ir a por ello, llenarnos de la experiencia, de la vida y de las personas que conocemos en ella y ya que salga lo que tenga que salir”.
Carmen García Roger, matemática y candidata a parastronauta
Gracias a esto ha llegado muy lejos en la vida. Por ejemplo, a una fase muy avanzada de la selección de parastronautas de la ESA. Desgraciadamente, no ha llegado a la última fase, pero eso no la ha frenado y ya se encuentra buscando alternativas en el ámbito privado. “Me parecen iniciativas maravillosas y me gustaría estar ahí”. De momento, ya se ha presentado para participar en Space for Humanity, el primer programa de astronautas ciudadanos patrocinado de todo el mundo. Este cuenta con un sector dedicado a mujeres STEM y ahí Carmen puede tener mucho que decir.
Aún se encuentra a la espera de la resolución. No hay nada escrito, pero esta científica ya ha demostrado que el conformismo no tiene que ser necesariamente un modo de vida. A día de hoy su empeño y sus ganas de seguir adelante le han llevado a conseguir grandes cosas y, sobre todo, a mostrárselas al mundo para generar conciencia. Ojalá pronto pueda hacerlo desde fuera de nuestro planeta. Sería un lugar más que merecido para ella.